Ferrer se volvio: una joven menuda y sonriente, elegantemente ataviada con un liviano traje crema, se acercaba desde el jardin hacia la barra del bar. Su apariencia afable negaba la supuesta amenaza sobre la que pretendian advertir los ojos desorbitados del borracho, de cuya fiabilidad volvio Ferrer a dudar.

– Bien, sea como sea… -se apresuro a preguntarle-: ?Cual es esa historia?

El borracho dudo antes de decidirse a aproximar su rostro al de Ferrer y hablarle en voz baja.

– Lo que esta pasando en la Montana Profunda. Lo que esta pasando pero, sobre todo, lo que ha pasado ya.

– ?Que tal si va a por esa informacion sobre Lasa ahora mismo, regresa y adelantamos la reunion de manana a dentro de un rato?

– ?Y todo esto? -Bueyes abarco con un gesto la amplitud de la fiesta-. ?Es usted el invitado de honor!

– Cuestion de prioridades. Me parece mas importante lo que me ofrece usted.

La mirada del viejo periodista agradecio, incluso emocionada, el inesperado reconocimiento. Bueyes se puso en pie; su cuerpo se movio con torpeza, pero su mirada vencia de nuevo al embotamiento alcoholico.

– Eso si, si se llega a publicar… Si llega a publicarla, me gustaria que citara mi nombre. Solo eso, citar mi nombre. Dandole la importancia que considere oportuna. ?De acuerdo? -la cuestion parecia crucial para Bueyes. Ferrer fue sincero al comprometerse.

– De acuerdo -dijo; y le tendio la mano derecha, que Bueyes estrecho de nuevo con resolucion-. Una cosa mas… He oido hablar de una atraccion turistica, seis faros con las luces de la bandera de Leonito… ?Le suena?

– El turismo es para la gente feliz, amigo. Vuelvo en diez minutos, ni uno mas. Mi casa esta aqui al lado.

Bueyes camino hacia la salida: un solitario desecho de pelicula en blanco y negro en medio del espectacular colorido de la fiesta tropical, ajeno a ella como ajenas a la euforia publicitaria del consorcio turistico habian sido sus palabras… «Lo que esta pasando en la Montana Profunda. Pero, sobre todo, lo que ha pasado ya»…

– ?Senor Ferrer? -dijo la joven del traje crema plantandose frente a el-. Soy Marta, la secretaria de Roberto Soas.

– Ah, si… -reconocio Ferrer poniendose en pie-. Me hablo de ti. ?Que tal?

– Disculpe que me haya demorado en recogerle, pero…

– No importa.

– En estas cosas siempre hay problemillas de ultima hora. Solo problemillas, ?eh? Nada serio… ?Vamos hacia nuestra mesa? Roberto todavia tardara un poco, pero me ha insistido mucho: Marta, cualquier cosa que necesite el senor Ferrer…-Si, si hay algo que necesito -dijo Ferrer mientras comenzaban a caminar hacia el jardin; Marta lo miro con sonrisa expectante-. Es cierta informacion. ?Has oido hablar de seis faros iguales, con los colores de la bandera de Leonito…? Una cosa de turismo…

Marta se planto frente a el y comenzo a temblar en una caricatura de paroxismo terrorifico que desconcerto a Ferrer:

– ?Brrrrrr…! ?Sangre y muerte! ?Espiritus malignos! ?La maldicion de los Hombres Perro!

Desorbito un instante los ojos antes de recuperar su perfecta sonrisa. Ferrer la imito.

– ?Que es? ?Una leyenda, o algo asi?

– Mas o menos -explico Marta mientras reiniciaba la marcha; comenzaron a atravesar la masa de invitados alegres que hablaban, bebian o bailaban; el volumen de la orquesta caribena obligo a la joven a levantar la voz-. Ocurrio cuando estaban los coroneles en el poder, en las ruinas de los faros uno y dos que antes me preguntaba, los que destruyo el ciclon del ano setenta y uno. Todos los hoteles de lujo que habia fueron arrasados, y como nunca se reconstruyeron, esa zona quedo abandonada.

– ?Y los otros cuatro faros?

– Siguen tal cual. En sus alrededores viven muchos de los ricos de Leonito. De los muy ricos, para ser exactos.

– Pero los faros uno y dos -insistio Ferrer- han estado abandonados desde entonces.

– Nadie se acerca por alli, solo algunos turistas con ganas de pasar aventuras. Como la pareja de italianos que vieron a la manada de Hombres Perro. Mire, ya estamos.La mesa estaba situada al pie de un pequeno escenario de madera sobre el que habia un microfono y, al fondo, junto a la detallada maqueta de lo que seria el complejo La Leyenda de la Montana, una gran pantalla de video. Ferrer solo se sento tras comprobar que podia vigilar la barra de Lili, donde se habia citado con Bueyes. Marta ocupo el asiento a su izquierda. Sobre el mantel habia unicamente cubierto para tres, lo que dio a Ferrer una idea del trato preferente que, por razones todavia ignoradas, le reservaba Soas.

– Roberto no ha vuelto aun -Marta senalo la silla vacia a la derecha de Ferrer, frente a la que reposaban sobre el mantel, junto a una botella abierta de buen vino y una copa a medias, unos papeles y un boligrafo que alguien habia abandonado precipitadamente-. Siempre esta de aqui para alla, liadisimo.

– ?Cuando fue? Lo de los Hombres Perro.

– Yo tendria diez anos. Sobre el setenta y cinco.

– ?Que paso exactamente?

– Nada especial, la verdad es que nada. Se limitaron a aparecer. Eran seis o siete, estaban desnudos, con el pelo de la cabeza muy largo, casi cubriendoles el cuerpo, y se movian a cuatro patas, con mucha habilidad. Como perros. O lobos… Lobos con aspecto humano.

– ?Atacaron a los italianos?

– ?Que va! ?Estaban muertos de miedo! Salieron huyendo.

– ?Nada mas? ?Salieron huyendo y ya esta?

– Pues si. Se hablo del asunto solo porque los italianos le dieron mucho bombo. No se les volvio a ver, pero desde entonces, para asustar a los ninos, se hablaba de los Hombres Perro. Aunque en la manada habia tambien mujeres, y eso si que de pequena me daba miedo… ser una Mujer Perro. No se que me imaginaba…

Las luces se apagaron y se conecto la pantalla de video. La orquesta concluyo su tema y un foco cenital ilumino el microfono del centro de escenario. Desde las bambalinas, derrochando alegria falsa de presentador de concurso televisivo, un hombre corpulento camino hasta el y aguardo que el publico acabara de ocupar sus asientos y le prestara atencion.

– Buenas noches a todos -dijo, satisfecho al parecer por la potencia con que la megafonia expandia su voz-. Bienvenidos a este acto de presentacion de La Leyenda de la Montana. Antes de nada, me gustaria decirles que esta es una velada de virtualidad televisiva. Desde esta pantalla va a saludarnos, en directo desde la cima de la Montana Profunda, el consejero delegado del proyecto, senor Arias, que se ha trasladado hasta alli para supervisar el inicio de las obras, que recomienzan de forma definitiva manana. ?Senor Arias? ?Buenas noches?

El presentador se volvio hacia la gran pantalla de video, que permanecia muda. De pronto, surgio desde la megafonia un intenso zumbido que se mantuvo en el aire durante unos instantes, al cabo de los cuales desaparecio dejando tras de si un reguero de miradas alarmadas que trataban de no parecerlo. Recobrado el silencio, sobrevolo el jardin una generalizada risita nerviosa que el presentador alento desde el microfono.

– Nuestro consejero delegado siempre encuentra la forma de hacerse escuchar… ?Senor Arias? ?Si? ?Buenas noches? -el presentador, sosteniendo una gran sonrisa de falsa tranquilidad que a veces dirigia hacia el publico, formulaba sus preguntas hacia la inmisericorde pantalla muda mientras una gota de sudor se deslizaba por su frente-. ?Nos escuchan alla?

Ferrer observo que el desconcierto del presentador se contagiaba paulatinamente al publico. La mayoria de los espectadores se miraban sin saber que hacer cuando una pastosa voz masculina que Ferrer conocia inundo con segura suavidad la megafonia.

– Lo que ocurre es que nuestro amigo Arias sabe cuantas mujeres hermosas se encuentran hoy aqui, y quiere hacerse esperar -el tono ironico se hizo de inmediato con la simpatia de los presentes-. Propongo que, para darle aun mas envidia, escuchemos un poco de musica. Maestro…

Encadenando literalmente con la ultima silaba de la voz, la orquesta ataco una pieza de salsa mientras los camareros, sincronizados con la alegre melodia, comenzaron a recorrer las mesas rellenando vasos vacios. Marta se reclino hacia Ferrer.

– Ese que ha hablado era Roberto.

– Si, he reconocido su voz. De antes, cuando hablamos por telefono.

– Ya ha visto, siempre esta al quite.

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