– Dejate de tonterias y dime quien eres. Si te

apetece, porque a mi me toman por el pito del sere-

?I no. Nadie me da explicaciones.

Note que mi banco se despoblaba, y un revoloteo como de palomas alejandose.

– ?Donde estas? -me levante.

– ?Eh, eh! ?Aqui, aqui! -La voz, regocijada, provenia de las alturas-. ? Soy el traficante de almas!

– ?De armas?

– ?De almas, tonta! Ya sabes, Goethe y esos atormentados de la literatura romantica.

Me puse en jarras. Si era cierto lo que sospechaba, Lucifer en persona se aprestaba a irrumpir en mi soledad. Nada menos que El, quebrantando mi retiro en el Retiro. Me urgia mostrar un poco de caracter. Alce la testa.

– Tu -solte el pronombre con claridad y aplomo.

El Angel Caido me contemplo desde el unico monumento construido en su honor que existe en el Mundo Libre. Que pose mas retorcida le habia dado el artista. Pobre, me compadeci. Ha de ser una autentica matraca soportar el lento devenir de la Eternidad en postura tan incomoda.

– Pase a menudo ante ti durante mi etapa madrilena, y no pocas veces admire tu bella escultura -algo de oportuna adulacion-, mas nunca me dirigiste la palabra y crei, como tantos otros, que eras un simple simbolo, una artistica representacion del Mal.

– Puedes deducir lo que te plazca. Habria continuado mudo bajo la solanera de no haberte sentado con talante tan confuso en ese banco, lo cual me distrajo de mis ejercicios zen.

– ?Practicas el budismo? ?Tambien tu?

– ?Como crees que aguanto esto? ?Rezando? Iba a penetrar en el Camino Intermedio cuando tu presencia me ha interrumpido.

– ?Habrase visto, que jeta! Si alguien ha interrumpido a alguien, has sido tu. Ni siquiera se si este capitulo acaece de veras.

– ?Y que te importa? Lo unico que nos pertenece es el aqui y el ahora -sentencio-. Puro budismo zen.

Cavile. Quiza no era una mala idea compartir mis cuitas con el Angel Caido.

– Llamame Lucy -ordeno.

– ?Por Lucifer?

– Va a ser por Lucille Ball, tonta. ?Crees que tambien yo soy un gay aficionado a las variedades?

– No te ofendas, Lucy. Uf, espero que no seas homofobo, porque en este caso mis principios me obligarian a abandonar la conversacion y dejarte plantado.

– Para que lo sepas, pequena terrestre extra, mi ser vagabundea por encima del Bien y del Mal y por debajo de cualquier opcion sexual posible. Francamente, querida, a estas alturas el sexo me es indiferente. Llevo un monton de tiempo con esta puta serpiente cubriendome las partes para que no se escandalice el pueblo llano, y ya no me las noto. El papa tendria que repartir sierpes entre sus milicianos para que se conserven castos, pero el Vaticano ya es en si mismo una merienda de cobras.

– No divagues. ?Es el Diablo pro o anti-gay? He de saberlo. Tambien me interesa conocer tu postura respecto al feminismo, la poligamia, la violencia domestica y…

– Te respondere con enfasis y solo a la primera cuestion. Creo que no se trata de estar a favor ni en contra, que hay que hacer una propuesta mas radical: negar el sexo como signo de identidad. El sexo no tiene trascendencia, ni peso moral. La intencion de otorgarselo es reaccionaria.

– ?Te pille! -Le senale con el indice-. Esas palabras no son tuyas, sino de Manuel Puig. Las repetia a menudo. Yo misma se las escuche en una Feria del Libro.

?Era casual aquella referencia al autor argentino mas incomprendido y ninguneado por la ortodoxia machista literaria? ?Sabia mi interlocutor que mis amigos estaban reunidos con el?

– Tienes razon -concedio-. Puig, que era una persona bondadosa y vulnerable, esperaba del genero humano y del futuro mas que nosotros. Por fortuna, no vivio lo suficiente para comprobar que Wikipedia acabo hace tiempo con su aspiracion de que las personas no sean identificadas por sus actos sexuales. Pero vayamos a lo nuestro. ?Algun cotilleo, alguna solicitud para el consultorio gratuito de Lucy?

Recapacite. Al fin, con sensatez de Wendy, expuse la siguiente peticion:

– Si es bondad que puedo recibir de ti, y perdona si te ofende la palabra, me gustaria que charlaramos en un plano de igualdad, de lo contrario no podre concentrarme. Entre la majestad que emanas y semejante torticolis atacandome de tanto mirar a lo alto, dificilmente podre traficar contigo sobre el destino de mi alma inmortal.

Reconoceran que, aquella manana, parecia una acertada decision para salir del atolladero: venderme, a cambio de vivir. Que el Angel Caido, con sus manas, anulara la ejecucion de mi testamento. Tiempo habria para ir al Infierno. Si es que existia.

Pero la vida, y no digamos la vejez, ?no son el infierno mismo? Un embrollo.

Lucy se dejo caer a mi lado con festivo porte y las mismas hechuras de su estatua, pero en carne

y hueso. Habia abandonado a la serpiente que le tapaba la pudenda y bien dotada zona, y en su rostro no se reflejaba ya aquella mueca de afliccion y abandono, la desesperacion de quien se ve privado de amor, confianza y privilegios, y que mantiene las pupilas fijas en el inalcanzable Paraiso. Me observaba con guasa. Imagine que la posibilidad de hacerse con mi alma imperecedera le ponia de buen humor.

– Tu siempre tan errada. -Me acaricio la mejilla con su mano de largas unas, en un tierno gesto.

Se puso bien las alas, que al caer se le habian doblado contra el respaldo del banco, cruzo las piernas -no seria gay, pero tenia estilo- y pregunto:

– ?Cual es el problema?

Le hice un resumen de mi situacion: mi estado de salud, el encuentro con los amigos, el testamento, la intervencion de Paula, nuestros temores, mi indecision. Me escucho con atencion, pero senti que estaba al cabo de la calle, y que su interes no era mas que una anagaza para conocerme mejor, para obtener mi perfil psicologico mientras permitia que me desahogara. Tambien adverti que, bajo los cuernecillos rojizos, su mente ardia a toda candela, porque fruncia y desfruncia las cejas a gran velocidad y sus pupilas de esmeralda lanzaban rayitos a juego con la graciosa cornamenta.

– Y aqui me tienes, amigo Lucy -conclui-. En ciernes de tomar una decision-decision. Hecha un oceano de dudas.

Se rasco la barbilla.

– Tal como lo veo, el tuyo es un dilema entre la cobardia y el valor.

– O entre la razon y la insensatez -rebati-. ?No seria mas razonable permanecer en el Otro Mundo, desdenando el abismo terrenal que se abre a mis pies, el temblor de la vulnerabilidad, la pesadez del ser? Tu, que tantas veces compraste almas de ancianos que anhelaban beber en la fuente de la juventud, tentados por Margarita, o Daisy, dime si semejante sacrificio merece la pena. ?Con lo bien que me va entre mis amigos muertos!

– No tan bien. Si asi fuera no mantendriamos esta improbable conversacion. -El Diablo volvio a sonreir.

– Segun tu experiencia… Espera, esta parte me gustaria plantearla mientras doy unas zancadas delante de ti… Me ayuda a pensar y me apetece tener el Infierno a mi servicio. ?Puedo?

Lucy estiro las alas y los brazos a la vez, en un gesto doblemente complaciente.

– Como te sea mas facil. Es repugnante esa costumbre sacerdotal de arrodillar a los fieles para extraerles una sumisa confesion. Help yourself!

Un hombre de mundo, pense.

– Bien -me lance, estimulada por su actitud-, a esos vejetes con cuyas fragiles almas te hiciste a cambio de que recuperaran su juventud y se enamoraran como becerros de una muchacha rubia con trenzas… ?les compenso? Lo se, la literatura nos asegura lo contrario, hubo arrepentimiento

final y crujir de dientes, pero me temo que es solo moral burguesa o morbosa inclinacion estetica hacia el fracaso. Me refiero a si la intensidad de lo vivido… no hablo del amor, o no solo del amor, sino de los sentimientos

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