Todavia conservo tus muestras de arrepentimiento, una por cada diablura. Esta aquel palote de amasar diminuto, decorado con tempera verde y sebo derretido; ese me lo diste despues del episodio con la peluca de la maestra. No supe como mirar a la pobre mujer que me esperaba con tal enojo que no habia atinado a devolver la peluca a su sitio, y lucia cuatro pelos locos arreglados con mas sacrificio que exito. Te sostenia del saco con una mano, mientras con la otra ordenaba su inexistente peinado y vociferaba amenazas.

Creo que nunca te pusimos limites precisos. Si papa prohibia, tu venias a mi y, zorro, conseguias mi permiso sin mencionar la negativa anterior. Esta falta de criterio comun fue causa de varias discusiones, y tu manipulabas habilmente su disciplina ferrea y mi indulgencia, propia de una madre vencida por un hijo adorable. Bien sabias como mover los hilos para enfrentarnos y aprovecharte de la confusion. ?Sinverguenza! Ya mismo te zarandearia si no fuera porque nunca te puse la mano encima y seria estupido empezar ahora, que me llevas una cabeza de ventaja. Casi no puedo creer que la barba que encuentro en la pileta sea tuya, y me cuesta responder a esa voz grave que sigue gritando 'mamaaaaa''' con la misma urgencia de hace quince anos. Es como si un hombre te habitara el cuerpo, pero tu corazon sigue siendo nino, tan desvalido que te duele el orgullo reconocer cuanto y como me necesitas.

Quisiera poder estar junto a ti en estos momentos de incertidumbre. Si sabre lo dificil que es crecer a solas. Sucede, Luis, que me resulta algo complicado poder ayudarte, sobre todo en lo que se refiere a tu vida sexual. Ni siquiera se si te provoca verguenza que te hable de estas cosas. Cuando yo tenia tus anos, el gran monstruo del sexo era el embarazo. Nosotros tampoco hablabamos con nuestros padres; eso era algo sucio, un misterio que debia develamos la digna institucion del matrimonio. Las mas zafadas, entonces, se informaban como podian, mal, generalmente, y terminaban vomitadas por un sistema hipocrita que alentaba las proezas varoniles precoces y castigaba con la deshonra a cualquier mujer soltera que se dejara robar el preciado tesoro de su virginidad. ?Basura! Todo era un vulgar teatro. ?Sabes como culminaban estas historias? Con abortos, con bebes dados en adopcion, con hijas echadas a la calle, con matrimonios repudiados desde el 'si' obligado que condenaba a una existencia gris y a un divorcio seguro. Por supuesto que no todas las historias eran tan tristes, pero la hipocresia era, y en cierto modo es, una constante social. Vas a decirme que ahora hay menos prejuicios, que se habla mas, que hay mas informacion. Es cierto, pero tambien es cierto que muy poco de esa informacion parte de la familia. ?Como habria de ser asi si cada vez nos vemos menos? Por eso tengo miedo por ti, porque no se en que andas. Ahora la cuestion no se trata solamente de un bebe no deseado, ahora se les va la vida, ?entendes? No voy a insultar tu inteligencia preguntandote si sabes de que va el sida; asumo que habras leido y escuchado bastante mas que yo. Solo quisiera tener la certeza de que tu desorden general no alcanza esta parte de tu vida.

Cuando te veo salir con tus amigos, tiemblo al pensar en que lios te meteras, si correras como loco en autos prestados, si tendras la fuerza para rechazar un cigarrillo sospechoso, en fin, los fines de semana son para mi un momento de angustia. Hasta que no oigo el golpe de la puerta no puedo dormir. Son noches completas en la mas absoluta soledad, fantaseando con mil tragedias. Si logro cerrar los ojos, te veo chiquito, colgandote de mi falda, con los mocos afuera y la boca llena de dulce. Tambien recuerdo cuando iba a verlos a ti y a Ana mientras dormian; los tocaba, acercaba mi oido para comprobar si respiraban, les tomaba la temperatura con un beso, y esto lo hacia obsesivamente varias veces durante la madrugada. Entonces, mi vigilia no era angustiosa sino serena, porque los tenia al alcance de mi mano y podia evitarles casi cualquier sufrimiento. Ahora se me han puesto lejos, donde ni siquiera puedo tocarlos.

Voy a dejar de escribir porque, si llegaste hasta aqui y logre despertar en ti alguna emocion, no quisiera estropearla con mas palabrerio. Aprovecho para pedirte que ajustes un poco mas las clavijas del estudio. Ya es hora de que vayas pensando que vas a hacer de tu vida, Luis. Como sea, nunca dudes de que estare a tu lado para lo que necesites y cada tanto decime que me queres.

* * *

No olviden, hijos, que los amo por sobre todo y hasta aquel lugar que nos inventamos, ?se acuerdan? Un dia quisimos medir el carino y, como el cielo nos parecio demasiado cerca, dijimos querernos hasta un lugar tan pero tan alto que solo nuestro amor podia alcanzar. Alli los espero.

Mama

Elena mira alrededor y le parece que la casa esta mas limpia que de costumbre. En realidad, nada ha cambiado, todo esta puesto en el mismo orden triste de los museos. Hoy no tiene fuerzas para levantar almohadones o limpiar vidrios; hoy tiene plomo en el cuerpo. No es que las palabras que intercambio con Ana sean cosa nueva. Tantas veces han discutido hasta las lagrimas… Pero hoy las miradas acusadoras atravesaron el espacio como dagas y Elena sintio como nunca que su hija quedaba cada vez mas lejos. Si ella hubiese podido plantarse asi delante de su madre, tal vez la historia habria tomado otro rumbo, pero es imposible predecir los destinos si tal cosa u otra hubiera sucedido o dejado de acontecer.

?Que habria pasado de no haber subido al omnibus donde conocio a Juan? Entonces, la mente se le despega en un vuelo inevitable, e intenta reconstruir algunas horas de ese dia. Habia despertado temprano y ya desde el primer hola, urbano y mecanico, habia comenzado la catarata de agresiones verbales con la que su madre solia darle los buenos dias. No eran insultos, mas bien observaciones hirientes que tenian un origen en hechos anteriores. Elena no logra recordar la causa de la discusion, mientras riega las begonias que hoy han amanecido hermosas. Es igual, cualquier cosa pudo haber sido, una pregunta, un comentario, que mas da.

Lo cierto es que Elena salio dando un portazo y recorrio mas cuadras que de costumbre para que el viento le secara las lagrimas. En el apuro olvido su abrigo. A medida que la rabia iba cediendo, comenzaba a sentir los aguijonazos de la helada matinal. Fue cuando el omnibus aparecio como un caballo de leyenda y Elena entro por las puertas abiertas sin siquiera haber mirado el numero de recorrido. Se quedo parada junto al conductor con la cara roja y las manos entumecidas y solo cayo en la cuenta de que no llevaba dinero cuando escucho la voz impertinente del guarda. Como buen predador, Juan capto en seguida su debilidad e inicio una seduccion inmediata. Le perdono la falta y hasta tuvo la inmensa delicadeza de regalarle el viaje, pero se aseguro de que Elena se sintiera en deuda.

La deuda fue saldada ese viernes. Juan paso a buscarla por el liceo y la llevo a un bar de estano y borrachos consuetudinarios. Se sentaron uno frente al otro; el con su uniforme gris, ella con su pollera azul de colegiala. Juan inclino todo su cuerpo sobre la mesita, tanto que casi podia rozar la frente de ella, y asi se mantuvo susurrandole delicias con su aliento de grasera por encima del humo del cafe.

Aquella noche, Elena apenas pudo dormir; se sentia halagada y, a la vez, le daba verguenza la intimidad que se habia permitido con aquel desconocido. El siguio esperandola a la salida de clases, tarde tras tarde; le traia claveles, bizcochos calientes, galletitas; la invitaba a boliches de segunda y le permitia viajar gratis en su omnibus, de pie, junto a el.

Finalmente, Juan la tuvo donde quiso desde el primer instante en que le perdono aquel boleto: en la cama. Fue en un cuarto de pension, sobre un colchon tan delgado que la estructura de metal se clavaba en los huesos, y con un olor a humedad que Elena no ha podido olvidar. Tampoco olvida la brusca impresion que le produjo aquel hombre en celo que se le tiro encima sin mas preambulo que un triste beso y le develo los misterios del sexo con mas dolor que placer. Tenia dieciocho anos, y creyo que eso era todo, dejarse invadir por otro cuerpo, aguantar el sufrimiento hasta ver que el otro caia desplomado sobre ella, y luego limpiarse, limpiarse, limpiarse con desesperacion.

Las citas clandestinas se sucedieron a lo largo de un ano mas o menos, tiempo en el cual Elena mintio mas que en toda su vida. Sabia que Juan no era bueno para ella, pero nunca antes se habia sentido tan duena de sus actos, ni tan unica en la vida de otro. La empalago con sus cursilerias de falso galan, haciendola sentir reina en su misero castillo de pension. Elena faltaba a clase para limpiarle la pieza y esperarlo con comida casera. Cuando el llegaba, ella sabia cual era su deber: se acostaba boca arriba y se dejaba hacer como si estuviera muerta, fingiendo cada tanto un atisbo de placer mudo y deseando que la urgencia se saciara rapidamente. Entonces, se levantaba, iba al bano y volvia para poner sobre la mesa lo que hubiera podido preparar, y lo miraba engullir con la misma ansiedad con que la habia poseido, como si comer fuera el colmo de su satisfaccion de macho hambriento.

Poco a poco se fue volviendo un elemento importante en la vida de Juan. Solucionaba como nadie sus asuntos

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