mas elementales: comida, limpieza y sexo. Ademas, nunca se quejaba y era docil como un cordero. Un dia la espero con una rosa de las que se compran en las esquinas y le pidio que se casara con el porque ya no soportaba tenerla lejos. Elena no supo que contestar, pero el le tapo la duda con un beso y decidio por los dos.
Los golpes no demoraron mucho. Comenzaron una tardecita cuando el llego con su camisa celeste manchada en las axilas, entro sin saludar y se metio en el bano. Elena esperaba con el mate pronto. Cuando el salio, ella estaba acodada sobre la unica mesita de la habitacion y miraba con atencion triste la comedia de las seis. Preparo el mate y volco el agua hirviendo sobre la yerba seca. Elena siguio echando agua y los palitos verdes quedaron flotando en el mate inundado. Cuando estiro el brazo para alcanzarselo, Juan le devolvio un manotazo violento y el mate volo por el aire. Elena se puso de pie y lo miro con una expresion entre asustada y perpleja; era la primera vez que Juan se mostraba asi. En una oportunidad habia roto un azulejo del bano de un punetazo, pero Elena, que junto a el se sentia segura, nunca habia temido que el proximo golpe aterrizara en su cabeza. No tuvo tiempo de hablar. Juan le volteo la cara de un sopapo tan certero que la nariz comenzo a sangrar. Quedo en el piso, mirandolo muerta de miedo, pero no pudo sacar ninguna palabra.
Tal vez fue su mirada, tal vez el silencio, quiza la sangre, algo provoco que el enojo de Juan se convirtiera en furia. Le revento el abdomen con una patada y luego siguio con otras en los muslos. Ella ya habia comenzado a llorar pidiendo que se detuviera, pero la debilidad parecia excitarlo y, cuanto mas desesperadas eran las suplicas, mas ensanados se volvian los golpes. Por fin se detuvo, mas por cansancio que por piedad.
Elena habia quedado tirada debajo de la mesa, justo sobre la yerba derramada que comenzaba a tenirse de rojo. El se lavo la cara y las manos calientes; tenia los nudillos con moretones, como si hubieran sido un sello entintado. Cargo de nuevo el mate y se sento a mirar el informativo de las siete. Cada tanto la miraba de reojo, pero ella no se movia. Entonces tuvo miedo de haberla matado. Le echo agua fria sobre la cara, le palmeo las mejillas hinchadas y, como no daba senales de despertar, la llevo hasta la cama.
Elena volvio en si a media madrugada y vio que el descansaba a su lado, todavia vestido y con zapatos. Le dolia cada centimetro del cuerpo, pero no se movio para no despertarlo. Asi se quedo con los ojos abiertos, clavados en la humedad del techo, preguntandose que habia hecho mal, en que se habia equivocado para enojarlo tanto. Buscaba respuestas dentro de ella como si fuera victimaria del otro que se habia visto obligado a golpearla. Se sentia miserable, sucia, pero en ningun momento penso en dejarlo.
Cuando la decision de casarse parecio ser tan firme que su madre no tuvo mas alternativa que dar el consentimiento, Elena sintio que franquearia una puerta para siempre. Despues del casamiento en el viejo registro, con los cuatro testigos de rigor, algunos companeros del omnibus que murmuraban groserias y Julieta, una amiga del liceo que habia ido a tirarle arroz, Elena no volvio a casa de su madre. Una vez intento hablar por telefono, pero la comunicacion se corto en cuanto ella dijo el primer 'Hola, ?mama?'. Trato varias veces hasta que ya no quiso seguir lastimandose. Por eso, ni siquiera penso en acudir a su madre cuando desperto de la pesadilla y sintio el cuerpo dolorido y una verguenza tan honda, tan envolvente que le recordo la ninez, cuando le pegaban en plena cara con la mano abierta y la humillacion era mas fuerte que el dolor, y la certeza de que 'algo habre hecho para merecer esto' era una resignacion casi sanadora.
Asi se sentia ahora, culpable de haber propiciado esta situacion, de haber sido incapaz de atenderlo cuando el habia vuelto a casa molido despues de trabajar todo el dia para mantener la casa y ella, torpe, no habia sido capaz de cebar un mate decente. Ya habia clareado cuando Juan abrio los ojos y la vio. Le acaricio el pelo, acaso porque era lo unico que parecia sano en ella. '?Como estas? ?Te duele?' Ella lo miraba con ojos aterrorizados y asentia. Entonces el le paso una mano por debajo de la nuca y la atrajo hacia su cuerpo sin dejar de acariciarla. '?Sabes que pasa? Al hombre le gusta que lo atiendan. Pobrecita, ?que bruto! A ver, dejeme ver esos ojitos, no me diga que estuvo llorando. Venga para aca, si usted sabe que yo la quiero, ?no es cierto que sabe? Bueno no me llore, ?eh? Hoy se me queda en la cama y manana va a ver que esta mejor.' Ella habia largado un llanto abundante como una cascada muda. 'Ya esta, Elenita, no fue para tanto. Te juro que nunca mas se me va a ir la mano. No se que me paso, me puse loco, si yo te quiero mas que a nada, si por algo te elegi para que fueras mi mujer, ?no? Nunca mas, te lo juro, nunca mas, nunca mas.' Y la llenaba de besos sobre los ojos, sobre los moretones, sobre la nariz lastimada.
A los quince dias ya le habia dado la segunda paliza, menos fuerte que la anterior, pero que sellaba su destino de mujer golpeada. La tercera fue una manana en que el quiso hacer el amor a lo bestia y ella suplico hasta sublimar el deseo en furia y transformar las caricias en golpes, uno y otro y otro mas y ella que esquivaba como podia y gritaba de dolor; y verla sufrir fue para el como el alivio del orgasmo, porque despues de dejarla extenuada, tendida en la cama, se ducho y se fue a trabajar. Ese dia, Elena penso por primera vez en escapar, pero fue la certeza de la soledad o quizas el no saber como pedir ayuda lo que finalmente hizo que desistiera.
Acepto su suerte como si al nacer la hubieran predestinado a la infelicidad. Seguiria con Juan tratando de complacerlo, sin alterarlo, hablando poco, pensando menos, y asi transcurriria su existencia hasta que llegara la muerte. ?Ah! ?La muerte! Ser libre y volar, volar, volar tan alto que nadie pudiera alcanzarla, ni gritarle, ni hacerla sentir una porqueria. La muerte, la libertad, el descanso, la paz. ?Morir ahora? No, no tenia valor. ?Como lo haria? ?Acaso es tan facil morir? Morir por eleccion es tan dificil como vivir eligiendo. Solo eligen morir los cobardes o los muy valientes; y Elena no era ni lo uno ni lo otro.
Sus dias transcurrian convertida en un satelite patetico, desperdiciando juventud. Se levantaba antes que el, y lo primero era preparar el mate que, desde aquella nefasta tarde, se habia vuelto un objeto de culto y su elaboracion, un ritual minucioso. Cuando el se levantaba, ella debia calcular sus movimientos para que, al volver a la pieza luego de ir al bano, encontrara el mate pronto. ?Ay de ella si estaba tibio! Entonces, el miedo podia olerse en el aire, mientras el probaba el agua y ella lo miraba temblando. Algunas veces suspiraba aliviada si el seguia chupando sin levantar la mirada, y otras debia esquivar los tortazos como podia, tapandose con un repasador o metiendose como un perro debajo de la mesa.
Antes de marcharse, el le depositaba un beso limosnero en la frente, le pellizcaba el trasero o le prometia inmundicias para cuando regresara por la noche, tomaba la vianda de plastico y salia. Durante las horas en que estaba sola, jugaba a ser todo lo que sonaba. Limpiaba la pieza varias veces, preparaba algo para la cena y se hacia la torpe ilusion de ser una esposa feliz que esperaba ansiosa la llegada del marido. Las tardes se le hacian eternas y habia caido en la facil tentacion de estaquearse frente a la tele y empacharse con las historias huecas de las telenovelas tupidas de hijos prestados, incestos al por mayor y muchachitas pobres que, la mayoria de las veces, se creian el cuento del patron y terminaban prenadas y sin trabajo. En las desgracias ajenas Elena proyectaba su tristeza y asi pasaba horas llorando frente a la pantalla.
Hacia tiempo que no pensaba en volver a estudiar. Habia dejado algunas materias pendientes, pero solo imaginar la reaccion de Juan la hacia renunciar a cualquier posibilidad de completar el bachillerato; ademas, estaban los moretones y las marcas que no tenia ganas de explicar. Hasta se habia convencido de que no le interesaba. Asi, el embrutecimiento paulatino se le deslizo en el alma sin que ella notara el cambio, ni siquiera cuando daba vuelta su mente de adentro hacia afuera y no lograba encontrar el sustituto para alguna mala palabra. Tanta tele y tanta silla y tanto mate con bizcochos le habian ensanchado todo lo ensanchable, y estaba fea, con mas kilos de exceso que los pocos anos que tenia, presa de un terrible circulo: cuanto mas la humillaba Juan, mas se hundia en su universo fofo de telenovela, y mas repulsion le causaba a el que mas la denigraba, y mas se refugiaba ella con sus falsas heroinas; y asi hasta el limite mismo de la dignidad.
Como una semilla, habia comenzado a germinar en ella el sueno loco de ser madre. Era un poco por instinto, algo por soledad, mucho porque pensaba que Juan se enterneceria con un hijo y todo volveria a ser como al principio. Entonces se dejo ir y transformo el sexo en un martirio aceptable. A los dos meses ya habia notado la primera falta y decidio esperar otro mes para estar segura. Cuando los dias pasaron sin novedad, pidio hora para ver al medico y confirmar lo que ya sabia. Esa tarde espero a Juan con un poco de maquillaje y se perfumo con la colonia de afeitar. Habia servido una mesa especial, con el unico mantel y un florerito en el que habia puesto dos humildes margaritas robadas de un jardin. Cocino lo que pudo comprar, y agrego el detalle de un vino barato que se llevo las ultimas monedas.
El entro con la misma displicencia de costumbre, pero no pudo ocultar la satisfaccion al ver la mesa tan bien puesta y percibir el olorcito dulzon de los tomates y el oregano. Ella espero a que el terminara el segundo plato y, a falta de postre, decidio que ese era el momento ideal para darle la buena noticia. 'Vamos a tener un bebe.' Las palabras sonaron como tambores en el espacio humedo del cuarto, rebotaron en los vidrios y quedaron presas retumbando como un eco que ella se encargo de repetir ante la expresion livida de el. Cuando Elena estiro los