emocion. Los olia, buscaba anotaciones hechas hacia veinte o treinta anos, boletos viejos, cartas, un jazmin amarillento aplastado entre dos paginas, cada cosa tenia un significado y se desgranaba hacia el pasado en un laberinto de historias. Pero era evidente que solo para el decian algo y que tambien sobre ellas se cernia la mano implacable del olvido.
Rodeado por una montana de libros viejos, decidio darse la tregua de un desayuno, y hasta le vino hambre, incluso un entusiasmo triston que ilumino las sombras de aquella manana. Fue hasta la cocina preguntandose cuanto duraria aquello, si estaba condenado a transcurrir sus ultimas horas en la intermitencia de la pena y el contento. Es claro que, por mas que uno intente distraerse, no es posible cerrar los ojos del alma ni acallar la voz interior.
Tambien en la cocina habia libros. Libros en el estante de la loza que ya nadie usaba; libros en lo mas alto del armario de las escobas; libros, libros, libros, por todas partes, libros. Tadeo penso cuanto le hubiera gustado ver su nombre en la tapa de uno de ellos y se pregunto si aquello no le habria bastado para renovar las ganas de vivir, algo que le permitiera sentir que su vida, despues de todo, habia tenido un proposito. Recordo la amarga peripecia para intentar que alguien los publicara. No podia calcular cuanto habia gastado en tanta fotocopia y encuadernacion, pero suponia que lo suficiente para comprar la obra completa de Marai y no sufrir leyendolo en libros prestados que no podia rayar a gusto, una tortura. En aquel momento, no habia medido los costos ni las consecuencias; su prioridad era que aquellos textos llegaran a los editores.
Su pecado fue la ignorancia. Un pecado venial. Pero la soberbia ya es asunto serio. Y cuando se conjugan, producen la combinacion humana mas imperdonable: la soberbia ignorante. Eso se paga caro. Creyo que era sumar uno mas uno, que la calidad probada de su cuento bastaria para legitimar los otros, que las puertas se abririan ante un ganador. Olvido lo esencial: no conocia las reglas.
Desde su oscuridad creyo que una editorial era un senor que daba el visto bueno o rechazaba desde un escritorio, y un imprentero que hacia lo demas. Pero una editorial es un cuerpo vivo, con organos y tejidos que deben funcionar sincronizados y en relativa armonia; y un corazon, y un cerebro pensante, claro. Y una materia prima que es todo y es nada, la palabra, lo inefable. Alguien debio explicarle que lo que el llevaba en cada sobre amarillo no era un libro, como pensaba, sino historias, bien o mal escritas, pero nada mas que historias. Alguien debio explicarle que un libro es una historia hecha papel, un trozo de pan vuelto alimento luego de una compleja digestion.
Hizo una lista de editoriales con los datos que encontro en las paginas clasificadas. Llamo a tres o cuatro y les ofrecio el material. En todas le dijeron casi lo mismo: “Poesia no estamos publicando, pero puede traer el texto, si quiere; mejor si es novela”. Para el era suficiente. Esa minima oportunidad de mostrar su trabajo le parecia lo unico que necesitaba para que algun editor descubriera su talento. De ahi a ver su libro en los estantes de las librerias, habia un soplido. Le parecio ocioso insistir con el telefono, asi que busco un plano de la ciudad y trazo un itinerario que lo llevaba a una veintena de editoriales a lo largo de un dia que pidio libre en la agencia.
La escena fue mas o menos la misma: una senorita detras de un escritorio recibia el sobre, le decia que volviera a los tres meses y lo despedia con una sonrisa. Tadeo salia con el corazon al galope, ya sintiendose escritor. Podia percibir la sangre pulsando en las sienes e imaginaba el premio de los lectores, alguna critica de la que ya se estaba defendiendo, notas de prensa, entrevistas en radio y television. Todo ese carnaval desaforado en un minimo instante cada vez que traspasaba el umbral de alguna editorial y se iba con aquella promesa de los tres meses, que eran como una gestacion con parto anunciado. Un parto feliz.
Al salir de la primera, busco un telefono y llamo a Laura al liceo.
– Estoy dando clase -le dijo con dulzura, sin el menor tono de reproche.
– Es un segundo, nada mas. Acabo de dejar los cuentos. Tengo que llamar dentro de tres meses -parecia un nino informandole a su madre de una buena nota en la escuela.
Laura prometio festejos para la noche. Lo estimulaba porque queria verlo feliz. Tambien ella habria fantaseado con sus veleidades de escritor; estar casada con un ser mas fascinante que el tipo anodino que tenia al lado, un empleado de oficina sin mas horizonte que vender vacaciones a otros, siempre a otros, con cara de estupida felicidad cuando describia los placeres de un crucero o la belleza de tal o cual lugar como si alguna vez hubiera estado ahi.
A Tadeo lo ganaba la ansiedad cuando pensaba que, finalmente, podria pararse ante Cesar como un padre presentable, y levantar esa lapida con la que a veces los hijos sepultan en vida a los padres. Nadie espere misericordia de esos amorosos tiranos. No hay juez mas severo ni verdugo mas decidido que un hijo que ha declarado a sus padres culpables. Cesar nunca perdono sus infidelidades, ni las lagrimas a escondidas de Laura con su estoica determinacion por mantener la estabilidad aunque para ello tuviera que vivir fingiendo.
Tadeo paso tres meses en el aire, paladeando un triunfo anticipado. Su trabajo en la agencia se convirtio en un pasatiempo hasta que llegara el si del editor, y entonces entraria a un mundo de seres privilegiados, una elite admirada desde el llano por los otros. Pura arrogancia. El mismo se elevo tan alto hasta la cima de un olimpo reservado para genios que la caida fue descomunal, estrepitosa, y lo revento sin misericordia contra la grisura de los hechos.
Fue por su cosecha tres meses despues, en otro dia pedido libre y robado a la licencia. Empezo a primera hora y volvio a la casa al atardecer, derrotado, un perrito con la cola entre las patas. Traia en su maletin de cuero falso un par de sobres sin abrir, una copia de los cuentos a la que habian agregado una lista de supermercado al dorso de la primera pagina, seis o siete sobres rasgados con el material mas o menos intacto, es decir, con pocos signos de lectura. Y como una bola de plomo atada a los tobillos, traia un
Poco despues escucho a un escritor venezolano entrevistado en la radio y que cantaba loas a una pequena editorial de su pais que publicaba libros por encargo. Al principio le parecio absurdo bajar de su pedestal, pero no tuvo mas que aguzar el criterio, el bueno, para darse cuenta de que estaba parado en una nube de falsas ilusiones, expectativas apenas alentadas por el tibio estimulo de un premio que ya nadie recordaba y que el habia engordado en su imaginacion para convencerse de que significaba el primer paso hacia la gloria. Apenas el periodista dio las gracias, Tadeo ya estaba llamando a la radio para hablar con el venezolano.
– A algunos les da verguenza -le dijo con amabilidad-, pero yo creo que cuando un escritor quiere ser leido tiene que hacer todo lo que este a su alcance. Que nunca le digan -bajo el tono y se volvio solemne- nunca, ?me oye?, que nunca puedan decirle que no lo intento hasta el final.
Tadeo agradecio con evidente desilusion. La editorial de la que hablaba quedaba en Caracas y era impensable publicar tan lejos para luego hacer una importacion que jamas descontaria con una tirada de quinientos ejemplares, que era el numero que el venezolano consideraba adecuado.
– Tomelo como una inversion -le dijo antes de despedirse, casi aconsejando.
Entendia bien lo que eso significaba, pero es facil invertir cuando uno tiene la panza llena y paga todas las cuentas a fin de mes. Tadeo apenas cubria los gastos, y el sueldo de Laura era la mitad mas uno de las entradas en la casa; no podia desviar ni una moneda. La idea, sin embargo, no lo abandono y poco a poco fue transformandose en una obsesion oculta, la mas perseverante de las obsesiones. Un domingo se encontro buscando cualquier cosa en los avisos clasificados del diario. Hurgaba sin saber tras de que iban sus ojos, pero no eran sus ojos sino su corazon el que leia con una fruicion de adicto hasta que dio con el anuncio de una editorial, una manzana tentandolo desde el blanco y negro de la pagina desplegada.
Lo que vino despues fue el unico acto de una obra inconclusa, un drama, para ser exactos. El editor le pidio un adelanto por un presupuesto que incluia correccion en tres etapas, diagramacion y campana en los medios. Tadeo no podia pensar en otra cosa que en su foto en algun diario. Los
El editor lo llamo una mala manana para decirle que la publicacion iba a demorar por problemas con el dueno