linea?
– Porque creo que a cada una nos suceden solamente las cosas que nuestra fortaleza es capaz de soportar. Y la tuya ha sido, es, muy grande. Es por eso.
19.
Los preparativos para la fiesta de Gabriel disimularon las penas de mi partida. Celeste no volvera todavia: «Unos dias mas, mama, por favor.» Pienso que es mejor la casa de Santiago sola, Andres y su hijo, su hijo y mi hijo, los tres. Acepto.
Javier, en su calidad de padrino, espera la fiesta para partir.
Esto de los ritos fue una discusion.
– El lavado del bautizo catolico es bello, usemoslo -dice Violeta.
– O es catolico o no -opino yo.
– No te pongas dificil, Jose, si al final lo que importa en la religion es la actitud y no la norma.
Hemos decidido hacer un gran almuerzo. Nos hemos esmerado en el menu. La pieza de resistencia es el melon con cangrejo y el infaltable plato mexicano, crepas de huitlacoche; entre los postres, la guanabana confitada. Tierna fue enviada al mercado a comprar ocotes -pequenas astillas-, la chimenea debe estar dispuesta por si viene la tormenta. El agua tambien, dentro de un antiguo jarro con pinturas locales. Agua y fuego para Gabriel. Tambien las velas de colores de la cultura maya.
Las prendieron en el momento en que Javier y yo, cada uno a un lado de Gabriel, lo rociamos con esta agua que no es bendita. A traves del nino, las manos de Javier y las mias deseandonos, comunicandonos lo que solo nosotros entendemos.
La vela negra: para ahuyentar al enemigo. La morada: para que los malos pensamientos se vayan lejos. La verde: para el exito en sus gestiones, sean cuales sean. La roja: para el amor. La blanca para los ninos. («?Para su ninez o para los ninos que tendra algun dia?», le pregunto bajito a Javier. «No se», me responde, «creo que no importa.») No alcance a saber que significado tenia la vela amarilla, probablemente sea la fortuna; igual le invento uno: la pasion.
Jacinta le regala la sirena de la abundancia, Bob le entrega la serpiente de la fertilidad, Violeta una replica del pajaro huichol que lo protegera.
Terminada la sencilla ceremonia, aparece Jacinta desde una de las puertas del corredor con una guitarra en la mano. Algo de panico me cerca. Bob la recibe y se dirige a mi.
– Solo te escuche, hace anos, en el Radio City Hall. Y Gabriel no estaba conmigo. ?Le regalarias a el una cancion?
Veo la expresion en los rostros de los que quiero, Borja, Celeste, Jacinta, Javier, y miro a Violeta. Ella me sonrie y dice, muy bajo: «Why is it that so many more words have been said about Abraham Lincoln than about any other American?»
Sonrio de vuelta, tocando este instrumento que me ha traicionado, o que he traicionado yo, no me queda claro. Desde Tierna e Irla a Barbara y Monica, todos estan expectantes en un silencio sepulcral. Hundo el estomago, respiro como lo hacia siempre, miro al pequeno y afortunado Gabriel, si, afortunado, y de inmediato se lo que debo cantarle. Mi voz se alza, es cierto que es bella mi voz. Entono Gracias a la vida.
Nunca tuve un publico mas atento. Ni mas agradecido.
Nunca los ojos de Javier me miraron con tal fijeza.
Cuando se fueron los invitados y nos sentamos en el corredor con ron y cafe, le pedi a Bob que viniera a mi lado. Acariciando la guitarra, le conte de las mil veces que Violeta y yo habiamos cantado juntas.
– Pidenos lo que quieras, nuestro repertorio es vasto y variado.
Bob no podia creerlo: subitamente la estrella rogada se le ofrecia.
– Violeta, partamos con La pericona se ha muerto. ?Te acuerdas de la segunda voz?
– Vamos, dale…
Solo nos interrumpieron algunos olvidos y algunas risas, se incluyeron los ninos y Javier con las letras que el conocia.
– Mama -dijo Borja luego de muchas canciones y alegria-, asi eras antes, los primeros anos de la casa del molino, cuando cantabamos todos juntos. ?Que te paso?
– Ha sido gracias a la humedad -le respondo-. Porque en Antigua los poros se abren, ?verdad, Violeta?
Me invade un cansancio rico, olvidado. ?Cuanto tiempo sin cantar!
– Quiero terminar esta fiesta con un regalo para Bob -me dirijo a el-. Nicanor Parra, un gran poeta nuestro, escribio un poema sobre su hermana Violeta. Luego fue musicalizado. Es muy largo, voy a elegir algunas estrofas. Aqui va, amigo, para ti.
Dulce vecina de la verde selva
Huesped eterno del abril florido
Grande enemiga de la zarzamora
Violeta Parra.
Has recorrido toda la comarca
Desenterrando cantaros de greda
Y liberando pajaros cautivos
Entre las ramas.
Pero los secretarios no te quieren
Y te cierran la puerta de su casa
Y te declaran una guerra a muerte
Viola doliente.
Porque tu no te compras ni te vendes
Porque tu no te vistes de payaso
Porque tu hablas la lengua de la tierra
Viola chilensis.
Y siguio mi voz, mi timbre por su cuenta, casi sin comando mio, robando las palabras del poeta, contando a la Viola admirable, a la Viola volcanica, a la hermana mia, entregando mi intensidad, y terminando: «Donde voy a encontrar otra Violeta aunque recorra campos y ciudades…»
Con el abrazo de Bob y la unica lagrima que vi en Violeta desde que vine a esta ciudad, llego el fin del canto, como el fin de todo. La despedida con Javier me aguardaba: la mas temida. La carne no es gratuita, la intimidad no puede serlo, y lo sabe el y lo se yo.
Apegamos nuestros cuerpos contra el porton, lejos de ojos ajenos. Nos besamos. El apego fue entero, completo, cada pieza de un cuerpo calzando en las piezas del otro. Como en un baile. Tome sus dos manos y las lleve a mis pechos, que me los sobara, me los despidiera, me los homenajeara, Javier, que me los gustara, que me los convirtiera en pechos capaces de convocar, de limpiar de todo rencor.
– Me voy con tu canto aqui dentro -me dijo tocandose el corazon-. Gracias por esta tarde, y por las demas - temeroso del tono que adquiriria este adios, lo aligera-. Siempre que me necesites, bella,
– Lo se -le murmure-. Nos tendremos siempre; no importa en que forma, nos tendremos.
Y cuando cerre el porton, a punto de largarme a llorar, repare en que habia usado una palabra prohibida: siempre. ?Escuchaste, Javier? ?Que me has hecho hacer? ?Javier? ?Partiste ya? ?Te fuiste? ?Javier?
Pensando en los otros nudos que me esperaran manana, al despedirme del resto, cruzo los muros tan rabiosamente blancos, miro cada objeto a mi paso, siento que los inanimados cobran vida y pasan a ser los senuelos de toda identidad, la que nunca faltara a este hogar. Salgo al jardin y camino por el pasto hacia Violeta,