odiosamente estridente.

?Por que no me puse de pie, por que no corri tras ella, por que no hice nada, en el fondo, para detenerla? Porque yo tambien me habia quedado petrificada ante mis propias palabras. Trata de comprenderme, aquello que tantos anos habia custodiado, y con tanta firmeza, de repente habia salido fuera. En menos de un segundo, como un pajarillo que de pronto encuentra la puerta de la jaula abierta, habia volado y habia llegado a oidos de la unica persona que yo no queria que oyese tal cosa.

Esa misma tarde, a las seis, mientras todavia aturdida estaba regando las hortensias, una patrulla de guardias de trafico vino a comunicarme el accidente.

Ahora es de noche, ya tarde, he tenido que hacer una pausa. Di de comer a Buck y a la mirla, comi yo tambien, he mirado un rato la television. Mi coraza hecha jirones no me permite soportar largo tiempo las emociones fuertes. Para poder proseguir necesito distraerme, recobrar el aliento.

Como sabes, tu madre no murio inmediatamente, paso diez dias suspendida entre la vida y la muerte. Durante esos dias estuve siempre a su lado; confiaba en que abriese los ojos, por lo menos un instante, que se me diera una ultima posibilidad de pedirle perdon. Estabamos solas en una salita repleta de aparatos, una pequena pantalla decia que su corazon todavia seguia latiendo, otra que su cerebro estaba casi inactivo. El medico encargado de su cuidado me habia dicho que, a veces, los pacientes que se encontraban en ese estado hallaban algun alivio oyendo algun sonido que habian amado. Entonces consegui su cancion preferida de cuando era nina. Mediante un pequeno magnetofon portatil se la hacia escuchar durante horas. De hecho, algo debio llegarle, porque, ya desde los primeros compases, la expresion de su rostro habia cambiado, la cara se le habia relajado y los labios habian empezado a realizar el movimiento que hacen los lactantes despues de haber comido. Parecia una sonrisa de satisfaccion. Quien sabe, tal vez en la pequena parte aun activa de su cerebro estaba guardada la memoria de una epoca serena y alli era donde se habia refugiado en ese momento. Aquel pequeno cambio me lleno de jubilo. En esos casos uno se aferra a cualquier nimiedad; no me cansaba de acariciarle la cabeza, de repetirle: «Tesoro, tienes que lograrlo, tenemos toda una vida por delante para vivirla juntas, volveremos a empezar nuevamente, de otra manera.» Mientras le hablaba, se me presentaba una imagen delante: tenia cuatro o cinco anos, yo la veia merodear por el jardin llevando en brazos su muneca preferida, le hablaba constantemente. Yo estaba en la cocina, no oia su voz. De vez en cuando, desde algun lugar del prado llegaba a mi su risa, una risa fuerte, alegre. «Si alguna vez ha sido feliz -decia entonces para mis adentros-, podra volver a serlo. Para que renazca hay que arrancar desde alli, desde aquella nina.»

Naturalmente, lo primero que los medicos me habian comunicado despues del percance era que, en caso de sobrevivir, sus funciones no volverian a ser las de antes, podia quedar paralizada o solo parcialmente consciente. Y, ?sabes una cosa? En mi egoismo materno lo unico que me preocupaba era que siguiese viviendo. De que manera, no tenia la menor importancia. Es mas: llevarla en coche, lavarla, meterle la comida en la boca, ocuparme de ella como unica finalidad de mi vida, habria sido la mejor manera de expiar enteramente mi culpa. Si mi amor hubiera sido autentico, si hubiera sido verdaderamente grande, habria rezado por su muerte. Pero por fin alguien la amo mas que yo: al caer la tarde del noveno dia, de su rostro desaparecio aquella hermosa sonrisa y murio. Me di cuenta en seguida, estaba alli junto a ella; sin embargo, no se lo dije a la enfermera de guardia porque queria quedarme un poco mas con ella. Le acaricie el rostro, le estreche las manos entre las mias como cuando era nina, repitiendole constantemente: «Tesoro, tesoro.» Despues, sin soltar su mano, me arrodille junto a la cama y empece a rezar. Rezando empece a llorar.

Cuando la enfermera me toco un hombro, todavia estaba llorando. «Vamos, venga conmigo -me dijo-, le voy a dar un sedante.» No quise el sedante, no quise tomar nada que atenuase mi dolor. Alli me quede hasta que se la llevaron a la camara mortuoria. Despues cogi un taxi y fui a la casa de la amiga que te hospedaba para recogerte. Esa misma noche estabas ya en mi casa. «?Donde esta mama?», preguntaste durante la cena. «Mama se ha ido de viaje -te conteste entonces-, ha emprendido un largo viaje hasta el cielo.» Con tu cabezota rubia seguiste comiendo en silencio. Apenas terminaste, con voz seria me preguntaste: «Abuela, ?podemos saludarla?» «Claro que si, mi amor», te conteste, y, cogiendote en brazos, te lleve al jardin. Nos quedamos largo tiempo en el prado mientras tu con tu manita saludabas a las estrellas.

1 de diciembre

Estos dias me embarga un gran malhumor. No lo ha desencadenado ninguna cosa en particular: el cuerpo es asi, tiene sus equilibrios internos y una minucia es suficiente para alterarlos. Ayer por la manana, cuando la senora Razman vino a traerme la compra y vio mi cara sombria, dijo que en su opinion la culpa la tiene la luna. Efectivamente, la noche anterior habiamos tenido luna llena. Y si la luna puede levantar los mares y lograr que crezca mas deprisa la achicoria del huerto, ?por que no habria de tener tambien el poder de influir sobre nuestros humores? Agua, gases, minerales, ?de que otra cosa estamos hechos? De todas maneras, antes de marcharse me obsequio con un conspicuo paquete de periodicos y por lo tanto he pasado una jornada completa idiotizandome entre sus paginas. ?Siempre tropiezo con la misma piedra! Apenas los veo me digo, esta bien, los hojeare un poco, no mas de media hora y despues me dedicare a algo mas serio y mas importante. Pero nunca consigo despegarme hasta haber leido la ultima palabra. Me entristezco por la vida desdichada de la princesa de Monaco, me indigno por los amores proletarios de su hermana, palpito ante cualquier noticia rompecorazones que me cuenten con abundancia de detalles. ?Y no digamos las cartas! No dejo de asombrarme ante las cosas que la gente se atreve a escribir. No soy una vieja beata, por lo menos no creo serlo, pero no te niego que ciertas libertades me dejan mas bien perpleja.

Hoy la temperatura ha vuelto a bajar. Renuncie a mi paseo por el jardin, tenia miedo de que el aire me resultara demasiado riguroso, junto con el frio que llevo en mi interior habria podido quebrarme como una vieja rama helada. Quien sabe si todavia me estaras leyendo, o si, conociendome mejor, te ha asaltado tal repulsion que no has podido proseguir la lectura. La urgencia que me posee en este momento no me permite postergaciones, no puedo detenerme justamente ahora, escabullirme. Aunque he conservado durante tantos anos aquel secreto, ahora ya no me es posible hacerlo. Ya te dije al principio que ante tu desconcierto por el hecho de no tener un centro yo experimentaba un desconcierto similar, tal vez incluso mayor. Se que tu alusion al centro -o, mejor dicho, a su carencia- esta estrechamente relacionada con el hecho de que jamas has sabido quien era tu padre. Tan tristemente natural me habia resultado decirte adonde habia ido tu madre, como, ante tus preguntas acerca de tu padre, nunca me senti en condiciones de darte respuesta. ?Como hubiera podido hacerlo? No tenia la menor idea de quien era. Un verano Ilaria se habia tomado unas largas vacaciones en Turquia, sola, y habia vuelto de esas vacaciones en estado interesante. Tenia ya mas de treinta anos y, si todavia no tienen hijos, a esa edad a las mujeres las asalta un extrano frenesi, quieren tener uno a toda costa, de que manera y con quien no tiene la menor importancia.

En aquel entonces, ademas, casi todas eran feministas; junto con unas amigas tu madre habia fundado un circulo. Habia muchas cosas justas en lo que decian, cosas que yo compartia, pero entre esas cosas justas tambien habia muchos argumentos forzados, ideas insanas y desviadas. Una de estas era que las mujeres eran completamente duenas de la administracion de su propio cuerpo, y que, por lo tanto, tener o no tener un hijo dependia solamente de ellas. El hombre no era sino una necesidad biologica, y habia que utilizarlo como simple necesidad. Tu madre no fue la unica que se comporto de esa manera, otras dos o tres amigas suyas tuvieron hijos de la misma forma. ?Sabes? No es cosa del todo incomprensible. La capacidad de poder dar vida otorga una sensacion de omnipotencia. La muerte, la tiniebla y la precariedad se alejan, introduces en el mundo otra parte de ti misma; ante este milagro todo el resto desaparece.

Como argumento para sostener su tesis, tu madre y sus amigas aludian al mundo animal: «Las hembras - decian-, se encuentran con los machos solo en el momento de acoplarse, despues cada uno prosigue su camino y los cachorros se quedan con la madre.» Que esto sea o no verdad es cosa que no estoy en condiciones de comprobar. Pero se que nosotros somos seres humanos, cada uno de nosotros nace con una cara diferente a todas las demas y esa cara la llevamos a cuestas durante la existencia entera. Un antilope, nace con morro de antilope, un leon con morro de leon, todos ellos son iguales, identicos a los demas animales de su especie. En la naturaleza el aspecto es siempre el mismo, en tanto que el hombre y nadie mas tiene un rostro. Un rostro, ?entiendes? En el rostro esta todo. Esta tu historia, estan tu padre, tu madre, tus abuelos y bisabuelos, tal vez incluso algun tio lejano del que ya nadie se acuerda. Detras del rostro esta la personalidad, las cosas buenas y las

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