fue? Hace un ano, tal vez un poco mas de un ano atras. A la hora de la siesta habias entrado en mi dormitorio sin llamar a la puerta; yo estaba descansando tendida en la cama con las manos cruzadas sobre el pecho y tu, al verme, habias estallado en llanto sin contenerte lo mas minimo. Tus sollozos me habian despertado. «?Que hay? -te pregunte, al tiempo que me sentaba-. ?Que ha pasado?» «Pasa que pronto te vas a morir», me contestaste, llorando con mas intensidad aun. «Ay, Dios, esperemos que no sea tan pronto -repuse riendo, para despues anadir-: ?Sabes que? Te voy a ensenar a hacer algo que yo sepa hacer y tu no; asi cuando yo ya no este lo haras y te acordaras de mi.» Me levante y me echaste los brazos al cuello. «Pues entonces -te dije para dominar la emocion que me asaltaba a mi tambien-, ?que quieres que te ensene a hacer?» Enjugandote las lagrimas, meditaste un rato y despues dijiste: «Una tarta.» Por lo tanto, fuimos a la cocina y emprendimos una larga batalla. En primer lugar, te negabas a ponerte el delantal, porque decias: «?Si me lo pongo, despues tendre que ponerme tambien rulos y calzar pantuflas, que horror!» Despues, cuando habia que montar las claras a punto de nieve, te quejabas de que te dolia la muneca, te enfadabas porque la mantequilla no se amalgamaba con las yemas, porque el horno nunca estaba suficientemente caliente. Al lamer la espatula con que habia diluido el chocolate, se me mancho de marron la nariz. Al verme te echaste a reir. «A tu edad -decias-, ?no te da verguenza? ?Tienes la nariz marron, como la de un perro!»

Para confeccionar este sencillo postre tardamos una tarde entera y dejamos la cocina en un estado que daba lastima. Repentinamente habia brotado entre nosotras una gran liviandad, una alegria fundada en la complicidad. Solo cuando la tarta entro dentro del horno por fin, cuando la viste oscurecerse poco a poco a traves del cristal, de pronto recordaste por que la habiamos hecho y volviste a llorar. Yo trataba de consolarte, delante del horno. «No llores -te decia-, es cierto que me marchare antes que tu, pero cuando ya no este todavia estare, vivire en tu memoria con bellos recuerdos: veras los arboles, la huerta, el jardin, y acudiran a tu mente todos los momentos felices que hemos pasado juntas. Lo mismo te ocurrira al sentarte en mi butaca; al preparar la tarta que hoy te he ensenado a hacer, me veras ante ti con la nariz color marron.»

22 de diciembre

Hoy, despues de desayunar, fui al cuarto de estar y empece a preparar el nacimiento en el sitio de siempre, cerca de la chimenea. Como primera medida dispuse el papel verde, despues las planchas de musgo seco, las palmas, el cobertizo con San Jose y la Virgen dentro, el buey y el asno, y alrededor la multitud esparcida de los pastores, las mujeres con ocas, los musicos, los cerdos, los pescadores, los gallos y gallinas, las ovejas y carneros. Sobre el paisaje, con una cinta de papel adhesivo tendi el papel azul del cielo; la estrella cometa me la meti en el bolsillo derecho de la bata, en el izquierdo los tres Reyes Magos; despues me dirigi al otro extremo de la habitacion y colgue la estrella sobre el aparador; debajo, un poco aparte, dispuse la hilera de los Reyes con sus camellos.

?Te acuerdas? Cuando eras pequena, con el furor de la coherencia que caracteriza a los ninos, no soportabas que la estrella y los tres Reyes estuviesen desde el primer momento cerca del belen. Tenian que estar alejados y acercarse lentamente, la estrella un poco antes y los tres Reyes inmediatamente detras. De la misma manera, no soportabas que el Nino Jesus estuviese en el pesebre antes de tiempo, y, por lo tanto, lo haciamos planear desde el cielo hasta el establo a la medianoche en punto del dia veinticuatro. Mientras acomodaba las ovejas sobre su alfombrilla verde, volvio a mi mente otra cosa que te gustaba hacer con el nacimiento, un juego que te habias inventado y que nunca te cansabas de repetir. Me parece que, al principio, te habias inspirado en la Pascua. Efectivamente, al llegar la Pascua teniamos la costumbre de esconderte en el jardin los huevos pintados. En Navidad, en vez de huevos, tu escondias ovejitas: cuando yo no me daba cuenta cogias alguna del rebano y la ocultabas en los sitios mas inverosimiles, despues te me acercabas, dondequiera que estuviese, y empezabas a balar con acento de desesperacion. Entonces empezaba la busqueda, yo dejaba lo que estuviera haciendo y contigo pisandome los talones entre risas y balidos daba vueltas por la casa diciendo: «?Donde estas, ovejita extraviada? Deja que te encuentre y te ponga a salvo.»

Y ahora, ovejita, ?donde estas? Estas alla lejos mientras escribo, entre los coyotes y los cactus; cuando estes leyendo esto, probablemente estaras aqui y mis cosas ya estaran en el desvan. Mis palabras, ?te habran puesto a salvo? No tengo esta presuncion, acaso tan solo te hayan irritado, habran confirmado la idea ya pesima que de mi tenias antes de marcharte. Tal vez solo puedas comprenderme cuando seas mayor, podras comprenderme solamente si has llevado a cabo ese misterioso recorrido que conduce desde la intransigencia a la piedad.

Piedad, fijate bien, no pena. Si sientes pena, yo bajare como esos duendecillos malignos y te hare un monton de desaires. Lo mismo hare si en vez de ser humilde eres modesta, si te emborrachas de chacharas en vez de quedarte callada. Estallaran las bombillas, los platos se caeran de los estantes, las bragas iran a parar a la arana central, no te dejare tranquila desde el amanecer hasta bien entrada la noche, ni un solo instante.

No es cierto: no hare nada. Si estas en alguna parte, si tengo la posibilidad de verte, solo me sentire triste tal como me siento cada vez que veo una vida desperdiciada, una vida en la que no ha logrado realizarse el camino del amor. Cuidate. Cada vez que, al crecer, tengas ganas de convertir las cosas equivocadas en cosas justas, recuerda que la primera revolucion que hay que realizar es dentro de uno mismo, la primera y la mas importante. Luchar por una idea sin tener una idea de uno mismo es una de las cosas mas peligrosas que se pueden hacer.

Cada vez que te sientas extraviada, confusa, piensa en los arboles, recuerda su manera de crecer. Recuerda que un arbol de gran copa y pocas raices es derribado por la primera rafaga de viento, en tanto que un arbol con muchas raices y poca copa a duras penas deja circular su savia. Raices y copa han de tener la misma medida, has de estar en las cosas y sobre ellas: solo asi podras ofrecer sombra y reparo, solo asi al llegar la estacion apropiada podras cubrirte de flores y de frutos.

Y luego, cuando ante ti se abran muchos caminos y no sepas cual recorrer, no te metas en uno cualquiera al azar: sientate y aguarda. Respira con la confiada profundidad con que respiraste el dia en que viniste al mundo, sin permitir que nada te distraiga: aguarda y aguarda mas aun. Quedate quieta, en silencio, y escucha a tu corazon. Y cuando te hable, levantate y ve donde el te lleve.

Susanna Tamaro

***
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[1] Bora, voz derivada de boreas, es un viento del noreste, impetuoso y gelido, caracteristico de la region. (N. del t.)

[2] Fruta, En italiano es mucho mas corriente que en espanol la acepcion de «espiritu» como equivalente a «alcohol». (N. del t.)

[3] Proxima, de Trieste a Bosnia hay unos doscientos cincuenta kilometros en linea recta. (N. del t.)

[4] Foibe, es el plural de foiba o dolina. La foiba es una

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