tenia que haber ocurrido. Efectivamente, en seguida me dijo: «Lo siento, pero realmente ahora debes marcharte.» Salimos juntas, en el umbral cedio y me dio un abrazo rapidisimo y culpable. «Nadie puede ayudarme», musito mientras me abrazaba. La acompane hasta su bicicleta, atada a un poste poco distante. Estaba ya montada sobre el sillin cuando, metiendo dos dedos debajo de mi collar, dijo: «Las perlas, ?eh? Son tu salvoconducto. ?Desde que naciste nunca te has atrevido a dar un paso sin ellas!»

Despues de tantos anos, este es el episodio de la vida con tu madre que mas frecuentemente evoco. A menudo pienso en el. ?Como puede ser, me digo, que entre todas las cosas que hemos vivido juntas aparezca siempre, ante todo, este recuerdo?

Hoy, precisamente, mientras por enesima vez me lo preguntaba, dentro de mi resono un proverbio:

«Alla va la lengua donde duele la muela.» Que tiene que ver, te preguntaras. Tiene que ver, tiene muchisimo que ver. Aquel episodio vuelve a presentarse a menudo en mis pensamientos porque es el unico en que tuve la posibilidad de hacer que las cambiaran. Tu madre habia roto a llorar, me habia abrazado: en ese momento se habia abierto una grieta en su coraza, una hendidura minima por la que yo hubiera podido entrar. Una vez dentro habria podido actuar como esos clavos que se abren apenas entran en la pared: poco a poco se ensanchan, ganando algo mas de espacio. Me habria convertido en un punto firme en su vida. Para hacerlo deberia haber tenido mano firme. Cuando ella dijo «realmente ahora debes marcharte», deberia haberme quedado. Deberia haber cogido un cuarto en algun hotel proximo y volver a llamar a su puerta cada dia; insistir hasta transformar esa hendidura en un paso abierto. Faltaba muy poco, lo sentia.

No lo hice, en cambio: por cobardia, pereza y falso sentido del pudor obedeci su orden. Yo habia detestado la invasividad de mi madre, queria ser una madre diferente, respetar la libertad de su existencia. Detras de la mascara de la libertad se esconde frecuentemente la dejadez, el deseo de no implicarse. Hay una frontera sutilisima; atravesarla o no atravesarla es asunto de un instante, de una decision que se asume o se deja de asumir; de su importancia te das cuenta solo cuando el instante ya ha pasado. Solo entonces te arrepientes, solo entonces comprendes que en aquel momento no tenia que haber libertad, sino intromision: estabas presente, tenias conciencia, de esa conciencia tenia que nacer la obligacion de actuar. El amor no conviene a los perezosos, para existir en plenitud exige gestos fuertes y precisos. ?Comprendes? Yo habia disfrazado mi cobardia y mi indolencia con los nobles ropajes de la libertad.

La idea del destino es un pensamiento que aparece con la edad. Cuando se tienen los anos que tienes tu, generalmente no se piensa en ello, todo lo que ocurre se ve como fruto de la propia voluntad. Te sientes como un obrero que, poniendo una piedra tras otra, construye ante si el camino que habra de recorrer. Solo mucho mas adelante te das cuenta de que el camino ya esta hecho, alguien lo ha trazado para ti, y todo lo que puedes hacer es avanzar. Es un descubrimiento que habitualmente se produce hacia los cuarenta anos: entonces empiezas a intuir que las cosas no dependen solamente de ti. Es un momento peligroso durante el cual no es raro resbalar hacia un fatalismo claustrofobico. Para ver el destino en toda su realidad has de dejar que transcurran algunos anos mas. Hacia los sesenta, cuando el camino a tus espaldas es mas largo que el que tienes delante, ves una cosa que antes nunca habias visto: el camino que has recorrido no era recto, sino que estaba lleno de bifurcaciones, a cada paso habia una flecha que senalaba una direccion diferente; a cierta altura se abria un sendero, en otro sitio una senda herbosa que se perdia en los bosques. Cogiste alguno de esos desvios sin darte cuenta, otros ni siquiera los viste; no sabes adonde te habrian llevado los que dejaste de lado, si a un sitio mejor o peor; no lo sabes, pero igualmente sientes anoranza. Podias haber hecho algo y no lo has hecho, has vuelto hacia atras en vez de avanzar. Como el juego de la oca, ?te acuerdas? La vida se desarrolla mas o menos de la misma manera.

A lo largo de los cruces de tu camino te encuentras con otras vidas: conocerlas o no conocerlas, vivirlas a fondo o dejarlas correr es asunto que solo depende de la eleccion que efectuas en un instante. Aunque no lo sepas, en pasar de largo o desviarte a menudo esta en juego tu existencia, y la de quien esta a tu lado.

22 de noviembre

Esta noche ha cambiado el tiempo; llego el viento del este y en pocas horas barrio todas las nubes. Antes de sentarme a escribir he dado un paseo por el jardin. La bora [1] todavia soplaba con fuerza, se metia bajo las ropas. Buck estaba euforico, queria jugar, trotaba a mi lado con una pina en la boca. Reuniendo mis pocas fuerzas consegui arrojarsela solamente una vez: fue un vuelo brevisimo, pero el se quedo contento lo mismo. Tras haber controlado las condiciones de salud de tu rosa, fui a saludar al nogal y al cerezo, mis arboles predilectos.

?Recuerdas como me tomabas el pelo cuando me veias inmovil acariciando sus troncos? «?Que estas haciendo? -me decias-. No se trata del lomo de un caballo.» Despues, cuando te hacia notar que tocar un arbol no es distinto a tocar cualquier otro ser viviente, y que hasta es mejor, te encogias de hombros y te marchabas irritada. ?Que por que es mejor? Porque si le rasco la cabeza a por ejemplo, si, claro, siento algo calido, vibrante, pero en ese algo siempre hay debajo una sutil agitacion. Es la hora de la comida, que esta demasiado cerca o demasiado lejos, es la nostalgia ti, o incluso solo el recuerdo de un mal sueno. ?Entiendes? En el perro, como en el hombre, hay demasiados pensamientos, demasiadas exigencias. El logro de la quietud y de la felicidad nunca depende solamente de el.

En el arbol, en cambio, el asunto es diferente. Desde que brota hasta que muere, siempre esta inmovil en el mismo sitio. Con las raices se acerca al corazon de la tierra mas que cualquier otra cosa, por su copa es lo que mas cerca esta del cielo. Por su interior la savia corre de abajo arriba, de arriba abajo. Se extiende y se retrae segun la luz del dia. Espera la luz del sol, espera la lluvia, espera una estacion y despues la otra, espera la muerte. Ninguna de las cosas que le permiten vivir depende de su voluntad. Existe y basta. ?Entiendes ahora por que es hermoso acariciarlos? Por la solidez, por su aliento tan prolongado, tan sosegado, tan profundo. En algun sitio de la Biblia se dice que Dios tiene amplias narices. Incluso si es un poco irreverente, cada vez que trato de imaginar la apariencia del Ser Divino, viene a mi mente la forma de una encina. Habia una en la casa de mi ninez. Era tan gran que para abrazarla hacian falta dos personas. Desde que tenia cuatro o cinco anos me gustaba ir a contemplarla. Alli me quedaba, sentia la humedad de la hierba bajo mi trasero, el viento fresco entre los pelos y sobre la cara. Respiraba, y sabia que existia un orden superior de las cosas, y que en ese orden yo estaba incluida junto con todo lo que veia. Aunque no conocia la musica, algo cantaba en mi interior. No sabria decirte de que clase de melodia se trataba, no habia un estribillo preciso ni un desarrollo. Era, mas bien, como si un fuelle resoplara con un ritmo regular y poderoso en la zona proxima a mi corazon, expandiendose por el interior de todo el cuerpo y por la mente, y emitiendo una gran luz, una luz de doble naturaleza: la suya, de luz, y la musical. Me sentia feliz por existir y, ademas de esta felicidad, para mi no habia otra cosa.

Te podra parecer extrano o excesivo que un nino pueda intuir cosas de este tipo. Lamentablemente, estamos acostumbrados a considerar la infancia como un periodo de ceguera, de carencia, no como una etapa en la que hay mas riqueza. Sin embargo, seria suficiente mirar con atencion los ojos de un recien nacido para darse cuenta de que verdaderamente es asi. ?Lo has hecho alguna vez? Pruebalo cuando te llegue la ocasion. Despeja de prejuicios tu mente y observalo. ?Como es su mirada? ?Vacia, inconsciente? ?O acaso antigua, lejanisima, sabia? Los ninos llevan en si naturalmente un aliento mas grande, somos los adultos los que lo hemos perdido y no

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