enferma.

– No quiero, de verdad.

– Vamos. O Betty se ofendera. Y yo tambien… Asi me gusta.

Lo dije porque habia cogido la cuchara y, a reganadientes, habia empezado a remover la sopa. Fui a buscar un taburete y me sente a su lado, apoye la barbilla en mi puno y la observe solemnemente, y ella empezo a comer muy lentamente, una cucharadita tras otra. Lo hacia sin el menor gusto, visiblemente forzandose a tragar los pedazos de carne y de verduras, pero cuando termino tenia mejor aspecto y color en las mejillas. Dijo que le dolia menos la cabeza; solo se sentia terriblemente cansada. Retire la bandeja y le cogi la mano, pero ella la libero de la mia y se la llevo a la boca mientras bostezaba una y otra vez, con los ojos acuosos.

Despues se enjugo la cara y se inclino hacia delante para acercarse al fuego.

– Dios -dijo, contemplando las llamas-. Hoy ha sido como un sueno horrible. Pero no era un sueno, ?verdad? Mi madre ha muerto. Esta muerta y enterrada, y ahora estara muerta y enterrada para siempre. No puedo creerlo. Tengo la sensacion de que esta arriba…, ahi arriba, descansando. Y antes, cuando yo estaba dormitando, casi podia imaginarme que Roddie estaba ahi, en su cuarto, y que Gyp estaba aqui, al lado de mi sillon… -Levanto los ojos hacia mi, desconcertada-. ?Como ha ocurrido todo esto?

Movi la cabeza.

– No lo se. Ojala lo supiera.

– Hoy he oido a una mujer decir que esta casa debe de estar maldita.

– ?Quien ha dicho eso? ?Quien era la mujer?

– No la conocia. Una recien llegada, creo. Ha sido en la iglesia. La he oido decirselo a otra persona. Me miraba como si yo tambien estuviera maldita. Como si fuera la hija de Dracula… - Volvio a bostezar-. Oh, ?por que estoy tan cansada? Lo unico que quiero es dormir.

– Bueno, seguramente es lo mejor que puedes hacer. Solo que me gustaria que no tuvieras que dormir aqui totalmente sola.

Ella se froto los ojos.

– Hablas como la tia Cissie. Betty me cuidara.

– Betty tambien esta derrengada. Dejame acostarte. -Luego, al ver algo en su expresion, anadi-: ?Asi no! ?Por que clase de bruto me tomas? Olvidas que soy medico. Acuesto a mujeres continuamente.

– Pero yo no soy tu paciente, ?no? Tienes que irte a casa.

– No me gusta dejarte.

– Soy la hija de Dracula, ?te acuerdas? No me pasara nada.

Se levanto. Casi se balanceo al hacerlo y la sujete de los hombros para sostenerla y luego le aparte el pelo castano de la frente y le abarque la cara con las manos ahuecadas. Ella cerro los ojos. Como a menudo cuando estaba cansada, sus parpados parecian desnudos, humedos, hinchados. Se los bese suavemente. Los brazos le colgaban como los dislocados de una muneca. Abrio los ojos y dijo, con mas firmeza que antes:

– Tienes que irte a casa… Pero gracias. Por todo lo que has hecho. Has sido tan bueno con nosotras hoy. -Se contuvo-. Tan bueno conmigo, quiero decir…

Busque mi abrigo y mi sombrero, tome a Caroline de la mano y bajamos al vestibulo. Alli hacia frio y la vi tiritar. Yo no queria que se expusiera al frio, pero cuando despues de besarnos nos separamos y su mano se solto de la mia, mire hacia la escalera por encima de su hombro, pensando en las habitaciones oscuras y vacias de arriba; y me espanto verla retirarse sola de aquel modo, despues del dia que habia vivido.

Aumente la presion de mis dedos en los suyos y la atraje hacia mi.

– Caroline -dije.

Se acerco mansamente, protestando.

– Por favor. Estoy tan cansada…

La aproxime mas y le hable en voz baja al oido.

– Dime una cosa. ?Cuando podemos casarnos?

Su cara se aplasto contra la mia.

– Tengo que acostarme.

– ?Cuando, Caroline?

– Pronto.

– Quiero estar aqui contigo.

– Lo se. Ya lo se.

– He sido paciente, ?no?

– Si. Pero no inmediatamente. No tan pronto despues de la muerte de…

– No, no… Pero ?quiza dentro de un mes?

Ella movio la cabeza.

– Hablaremos manana.

– Creo que un mes sera mas que suficiente. Quiero decir, para tramitar la licencia y esas cosas. Pero necesitare organizarlo, ?entiendes? Si al menos fijaramos una fecha…

– Todavia hay que hablar de muchas cosas.

– No seran importantes, desde luego… ?Un mes, pongamos? ?O, a lo sumo, seis semanas? ?Seis semanas a partir de hoy?

Ella vacilo, luchando contra el cansancio.

– Si -dijo despues, zafandose-. Si, si quieres. ?Pero dejame acostarme! Estoy tan cansada…

Resulta extrano decirlo, dadas las cosas terribles que habian sucedido, pero recuerdo el periodo que siguio al entierro como uno de los mas radiantes de mi vida. Sali de la casa rebosante de proyectos; al dia siguiente mismo fui a Leamington para tramitar la solicitud de licencia de matrimonio y unos dias despues se fijo la fecha: el jueves, 27 de mayo. Como anticipando el acontecimiento, las dos semanas siguientes mejoro el tiempo y los dias se alargaban visiblemente; los arboles pelados y el paisaje sin flores parecieron de repente henchidos de color y de vida. El Hall habia permanecido cerrado desde la manana de la muerte de la senora Ayres, y en contraste con el hormigueo de la estacion y los claros cielos azules, la oscuridad y el silencio empezaban a resultar opresivos. Pedi a Caroline permiso para abrir la casa y el ultimo dia de abril recorri todas las habitaciones de la planta baja y abri los postigos con cuidado. Algunos llevaban meses cerrados: chirriaban en sus goznes, el polvo formaba nubes, y la pintura chasqueaba al descascarillarse. Para mi, sin embargo, eran los sonidos de una criatura que emerge gracilmente de un largo sueno, y los suelos de madera crujian casi lujuriosamente al encuentro con el dia caluroso, como gatos que se extienden al sol.

Queria ver a Caroline retornando asi a la vida. Queria encenderla y despertarla dulcemente, pues ahora que habia pasado la primera fase de congoja el animo se le habia deprimido un poco; sin mas cartas que escribir ni disposiciones funerarias que la absorbiesen, se volvio apatica y desorientada. Yo habia tenido que reanudar mis consultas y rondas y tenia que dejarla sola durante largos periodos de tiempo; como la senora Bazeley se habia despedido, habia muchas tareas pendientes, pero Betty me dijo que se pasaba todo el dia sentada con la mirada perdida delante de las ventanas, suspirando, bostezando, fumando y mordiendose las unas. Parecia incapaz de organizar la boda u ocuparse de los cambios inminentes; no se interesaba por la finca, el jardin, ni la granja. Incluso habia perdido el gusto por la lectura: decia que los libros la aburrian y frustraban; las palabras parecian rebotar en su cerebro como si fuera de cristal…

Al recordar las palabras de Seeley en el entierro -«Llevesela… Un comienzo desde cero»-, empece a pensar en nuestra luna de miel. Imagine lo bien que le sentaria salir del condado, cambiarlo por un paisaje completamente distinto, ver montanas o playas y acantilados. Durante un tiempo pense en Escocia; luego pense que quiza los Lagos. Despues, por pura casualidad, un paciente particular mio me hablo de Cornualles y me describio un hotel donde recientemente se habia alojado en una de las calas: dijo que era un lugar maravilloso, tranquilo, romantico, pintoresco… Fue como el destino. Sin decirle nada a Caroline, averigue la

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