– ?Que es esto?

– Digamelo usted.

Me acerque mas.

– ?Rod ha estado encendiendo velas y se le ha caido una?

– Es lo que yo pense, al principio. Hay una mesa, ?ve?, no demasiado lejos. El generador se nos ha averiado un par de veces ultimamente; crei que por algun motivo extrano Rod habia puesto la mesa aqui, con una vela encima, y luego supuse que se habria quedado dormido y que la vela se habria consumido. Me disgusto bastante, como puede imaginar. Le dije que por favor no fuera tan idiota de volver a hacerlo.

– ?Y que dijo el?

– Dijo que no habia encendido velas. Si se va la electricidad, utiliza esa lampara de ahi. -Senalo una vieja lampara de queroseno posada sobre un buro en el otro extremo de la habitacion-. La senora Bazeley dice lo mismo. Tiene un cajon lleno de velas abajo para cuando falla el generador y, segun ella, Rod no ha cogido ninguna. El dice que no sabe de donde ha salido esta marca de aqui. No la habia visto hasta que yo se la ensene. Pero tampoco le agrado verla. Le parecio…, bueno, fantasmal.

Me acerque de nuevo a la puerta para pasar los dedos por la mancha. No dejo ninguna traza de hollin en ellos, ni ningun tipo de olor, y su superficie era muy lisa. De hecho, cuanto mas la examinaba, mas se me antojaba que sobre la marca habia una levisima especie de pelusa o patina…, como si de algun modo se desarrollara justo debajo de la superficie de madera.

– ?No podria llevar un tiempo aqui sin que usted la haya visto?

– No creo. Imagino que me habria llamado la atencion cada vez que cerraba o abria la puerta. ?Y no se acuerda del primer dia que trato a Rod? Yo estaba por aqui cerca y me queje de los paneles. Estoy segura de que la marca no estaba entonces… Betty no sabe nada de ella. Ni tampoco la senora Bazeley.

La mencion despreocupada no de la senora Bazeley sino de Betty me hizo reflexionar. Dije:

– ?Trajo aqui a Betty y le enseno la marca?

– La traje a escondidas, como ahora a usted. Se quedo tan asombrada como yo.

– ?Se asombro de verdad, cree usted? ?No cree que de alguna forma es ella la responsable y que despues se asusto tanto que no se atrevio a confesarlo? Quiza paso por delante de esta puerta con una lampara de aceite en la mano. O quiza se le derramo algo. Algun producto de limpieza.

– ?De limpieza? -dijo Caroline-. ?Lo mas fuerte que hay en los armarios de la cocina es alcohol de quemar y jabon liquido! Lo se muy bien, los he usado muy a menudo. No. Betty tiene sus defectos, pero no creo que sea mentirosa. Y a proposito de todos modos: vine aqui ayer cuando Rod no estaba y eche otro vistazo. No encontre nada raro… hasta que vi eso.

Inclino la cabeza hacia atras, miro hacia arriba y yo la imite. Al instante la marca me salto a la vista. Esta vez era en el techo: aquel techo de yeso en forma de celosia, manchado de amarillo por la nicotina. Era una manchita oscura y sin forma, exactamente igual que la de la puerta; y era tambien como si alguien hubiese aplicado una llama o una plancha en aquel punto el tiempo suficiente para chamuscar el yeso sin que se abollara.

Caroline me observaba la cara.

– Me gustaria saber -dijo- como una criada puede ser descuidada hasta el punto de dejar la marca de una quemadura en el techo, a tres metros y medio del suelo.

La mire un momento y luego cruce la habitacion y me situe justo debajo de la mancha. Dije, examinandola con los ojos entornados:

– ?Es realmente igual que la otra?

– Si. Incluso traje una escalera y lo comprobe. En todo caso, es peor. No hay nada debajo que pueda explicarla…, solo, como ve, el lavabo de Rod. Aunque alguien le hubiera aplicado la lampara, la distancia que hay… Bueno.

– ?Y esta claro que la ha hecho algo que quema o chamusca? ?No sera, no se, alguna reaccion quimica?

– ?Una reaccion quimica capaz de provocar que unos paneles de roble antiguos y el yeso del techo empiecen a arder solos? Y ademas, mire esto.

Con una ligera sensacion de mareo, la segui hasta la chimenea y me enseno la pesada otomana victoriana instalada junto a ella, en el lado opuesto del cesto de la lena. Efectivamente, sobre la piel habia una manchita oscura, claramente identica a la del techo y la puerta.

– Esto es excesivo, Caroline -dije-. Esta marca podria llevar anos en la otomana. Probablemente alguna vez le alcanzo una chispa del fuego. Tambien el techo podria estar manchado desde hace mucho tiempo. No creo haberme fijado.

– Quiza tenga razon -dijo ella-. Espero que la tenga. Pero ?no le parece extrano, esto y lo de la puerta? ?Es decir, la puerta con la que choco Rod, la noche en que se puso un ojo morado, y esta otomana con la que tropezo?

– ?Tropezo con esto? -dije-. Yo me habia imaginado una banqueta fragil. ?Pero si debe de pesar una tonelada! ?Como pudo interponerse en su camino?

– Eso es lo que me gustaria saber. ?Y por que tiene esa marca tan extrana? Como si estuviera, no se, senalada. Es bastante espeluznante.

– ?Y ha hablado de esto con Rod?

– Le ensene las senales de la puerta y del techo, pero no esta. Reacciono de un modo raro ante las otras dos.

– ?Raro?

– Se mostro… esquivo. No se. Culpable. Dijo esta palabra a reganadientes, y yo la mire y empece a entrever el rumbo inquieto de sus ideas.

Dije, suavemente:

– Usted cree que es el el que las hace, ?verdad?

Ella respondio, entristecida:

– ?No lo se! Pero ?quiza en suenos…? ?O en uno de esos ataques que usted ha dicho? Al fin y al cabo, si hace otras cosas, si abre puertas y desplaza muebles y se hace dano; ?si es capaz de venir a mi cuarto a las tres de la manana para pedirme a mi que deje de mover muebles!, ?no podria tambien hacer algo asi? -Miro a la puerta y bajo la voz-. Y si hace esto, doctor, ?que mas podria hacer?

Lo pense un momento.

– ?Se lo ha contado a su madre?

– No. No he querido preocuparla. Y, ademas, ?que voy a contarle? Solo que hay unas marcas curiosas. No se por que me trastornan tanto… No, no es cierto. Lo se muy bien. -Se sintio incomoda-. Es porque ya hemos tenido problemas con Rod. ?Lo sabia usted?

– Su madre me dijo algo -dije-. Lo siento. Tuvo que ser duro.

Ella asintio.

– Fue una epoca muy dificil. Las heridas de Rod estaban peor que nunca, las cicatrices eran horrorosas y tenia la pierna tan destrozada que daba la impresion de que iba a quedarse mas o menos lisiado el resto de su vida. Pero lo mas exasperante era que no hacia nada por mejorar. Se quedaba ahi sentado, rumiando y fumando…; tambien bebia, creo. ?Sabia usted que su copiloto murio cuando derribaron el avion? Creo que Rod se culpaba de eso. No era culpa de nadie, por supuesto… Solo de los alemanes, quiero decir. Pero dicen que los pilotos lo pasan muy mal cuando pierden a su tripulacion. El chico era mas joven que Roddie; solo tenia diecinueve anos. Rod decia que el muerto debia haber sido el: que al chico le quedaba mas vida por delante. A mi madre y a mi nos sorprendio oirlo, como puede imaginarse.

– Me lo imagino -dije-. ?Ha dicho algo parecido ultimamente?

– A mi no. Ni a mi madre, que yo sepa. Pero se que ella tiene miedo de que vuelva a enfermar. ?Sera que imaginamos demasiado solo porque estamos asustadas? No lo se. Pero aqui hay

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