cama, con el tocador al lado y, junto a el, el lavabo con repisa de marmol. Del espejo de afeitar -que yo habia visto la ultima vez sobre la repisa, junto con la navaja, el jabon y la brocha- no habia rastro.

Cuando volvi a mirarle, Roderick ya habia empezado a manipular papeles y tabaco sobre las rodillas para liarse un cigarro. Incluso al resplandor oscilante del fuego vi que tenia la cara acalorada e hinchada por la bebida. Empece a hablar, como era mi intencion, sobre la venta del terreno, inclinado hacia delante, con un tono seno y procurando hacerle entrar en razon. Pero el volvio la cabeza y no me escuchaba. Al final desisti. Me recoste en la butaca y dije:

– Tiene un aspecto horrible, Rod.

Esto le hizo reir.

– ?Ja! Espero que no sea una opinion profesional. Me temo que no podemos costearla.

– ?Por que se castiga asi? La finca se cae a pedazos, ?y mirese! Ha tomado ginebra, vermut, vino y… -Senale con un gesto su vaso, posado sobre un revoltijo de papeles en la mesa, a su lado-. ?Que hay ahi dentro? ?Mas ginebra?

El maldijo en voz baja.

– ?Dios! ?Y que? ?No puede un hombre entonarse de vez en cuando?

– No un hombre en su situacion -dije.

– ?A que situacion se refiere? ?A la de senor de la casa?

– Si, si quiere expresarlo asi.

Lamio la goma del papel de liar, con aire adusto.

– Esta pensando en mi madre.

– Su madre sufriria si le viera en este estado -dije.

– Hagame un favor, compadre, ?quiere? No se lo diga. -Se puso el cigarro entre los labios y lo encendio con un periodico que habia escapado del fuego-. De todos modos -dijo, recostandose-, es un poco tarde para que ella se ponga a hacer de matrona abnegada. Con veinticuatro anos de retraso, para ser exacto. Veintiseis, en el caso de Caroline.

– Su madre le quiere mucho. No sea estupido.

– Usted lo sabe todo al respecto, por supuesto.

– Se lo que me ha dicho ella.

– Si, ustedes dos son grandes amigos, ?no? ?Que le ha contado ella? ?La terrible decepcion que le he causado? Sabra que nunca me ha perdonado que derribaran mi avion y me quedase lisiado. Mi hermana y yo la hemos estado decepcionando toda nuestra vida. Creo que la decepcionamos simplemente naciendo.

No respondi y el guardo silencio un rato, contemplando el fuego. Y cuando volvio a hablar adopto un tono ligero, casi indiferente. Dijo:

– ?Sabe que me escape de la escuela cuando era nino?

Parpadee ante el cambio de tema.

– No -dije, a reganadientes-. No lo sabia.

– Oh, si. Lo mantuvieron en secreto, pero me escape dos veces. La primera solo tenia ocho o nueve anos; la segunda era mas mayor, quiza unos trece. Me marche sin mas, nadie me detuvo. Llegue hasta el bar de un hotel. Telefonee a Morris, el chofer de mi padre, y vino a buscarme. Siempre fue mi compinche. Me pago un bocadillo de jamon y un vaso de limonada, y nos sentamos a una mesa y hablamos largo y tendido… Yo lo tenia todo pensado. Sabia que el tenia un hermano que era dueno de un garaje, y yo tenia cincuenta libras ahorradas y pense que podriamos ir a medias en el taller; vivir con el hermano y hacerme mecanico. La verdad es que yo sabia mucho de motores.

Aspiro del cigarrillo.

– Morris estuvo fantastico. Dijo: «Bueno, senor Roderick…». Tenia el mas espantoso acento de Birmingham, exactamente asi: «Bueno, senor Roderick, creo que seria un buen mecanico, y para mi hermano seria un honor tenerle, pero ?no le parece que les partiria el corazon a sus padres, siendo como es el heredero de la finca?». Queria llevarme de vuelta al colegio, pero no le deje. Como no sabia que hacer conmigo, me trajo aqui y me entrego al cocinero, y el cocinero me llevo calladamente donde mi madre. Se imaginaban que ella me protegeria y suavizaria la cuestion con el viejo, como hacen las madres en las peliculas y en el teatro. Pero no: se limito a decirme que yo era una gran decepcion y me mando a ver a mi padre, para que yo mismo le explicara que estaba haciendo en casa. El viejo, por supuesto, se puso hecho un basilisco y me dio una azotaina; me zurro justo al lado de la ventana abierta, donde todos los criados me veian desde fuera. -Se rio-. ?Y yo que me habia escapado solo porque un chico me pegaba en el colegio! Era un chico brutal: Hugh Nash. Me llamaba «Ayres y Graces» [5]. Pero hasta el tenia la decencia de zurrarme en privado…

El cigarro se le estaba consumiendo entre los dedos, pero el no se movio y bajo la voz.

– Al final, Nash se alisto en la marina. Le mataron en Malaya. Y, ?sabe?, cuando me entere de su muerte senti alivio. Yo estaba ya en la aviacion y senti alivio…, igual que si todavia estuviese en el colegio y otro chico me hubiera dicho que los padres de Nash le habian sacado del colegio… El pobre Morris tambien murio, creo. No se si a su hermano le iria bien. -La voz se le torno aspera-. Ojala le hubiera comprado una parte del taller. Seria mas feliz que ahora, que invierto todo lo que tengo en esta punetera finca. ?Por que lo hago? Por el bien de la familia, va a decir usted, con esa maravillosa perspicacia suya. ?Cree de verdad que vale la pena salvar a esta familia? ?Mire a mi hermana! Esta casa le ha chupado la vida, como esta chupandome la mia. Es lo que esta haciendo. Quiere destruirnos a todos. Esta muy bien afrontarlo, pero ?hasta cuando cree que puedo seguir asi? Y cuando haya acabado conmigo…

– Basta, Rod -dije, porque de pronto habia elevado la voz y se estaba agitando: al percatarse de que el cigarro se le habia apagado, se inclino para prender otra bola de papel de periodico en el fuego, y la arrojo con tanta violencia que reboto en el guardafuego de marmol y siguio ardiendo en el borde de la alfombra.

La recogi y la tire a la rejilla; luego, al ver el estado de Rod, extendi la mano hacia el borde de la pantalla -porque era una de esas chimeneas que tenian un fino protector de malla colgado de parte a parte, para proteger los dormitorios de los ninos- y la cerre.

Se arrellano en el asiento, con los brazos cruzados a la defensiva. Dio un par de caladas furtivas, luego ladeo la cabeza y empezo a pasear la mirada por la habitacion, con unos ojos que parecian muy grandes en su cara delgada y palida. Yo sabia lo que estaba buscando, y me senti casi mareado de frustracion y pena. Hasta entonces no habia hecho mencion alguna de la antigua vision; su comportamiento habia sido turbador, desagradable, pero bastante racional. Ahora vi que nada habia cambiado. Su mente seguia nublada. La bebida, quiza, solo le servia para infundirle valor, y la truculencia era una forma desesperada de bravura.

Dijo, sin dejar de mirar alrededor:

– Esta noche habra movimiento. Lo presiento. Acabo de presentirlo. Soy como una veleta. Empiezo a girar cuando el viento cambia.

Lo dijo con un tono casi lugubre y no supe cuanto habia de teatro y en que medida era algo mortalmente serio. Pero -no pude evitarlo- mi mirada se puso a seguir la suya. El lavabo atrajo mi atencion; esta vez tambien eche hacia atras la cabeza para mirar al techo. A traves de la oscuridad, atisbe la extrana mancha o borron, y el corazon se me encogio al descubrir, mas o menos un metro mas alla, una marca similar. Mas lejos crei ver otra. Mire la pared detras de la cama de Rod y vi otra mas. O crei verla. No estaba seguro; las sombras gastaban malas pasadas. Pero mi mirada recorrio velozmente una superficie tras otra hasta que tuve la sensacion de que el cuarto estaba infestado de manchas misteriosas; y de repente la idea de dejar a Rod otra noche entre ellas -?otra hora!- fue excesiva. Aparte los ojos de la oscuridad y me incline hacia delante en mi butaca para decir, apremiante:

– Rod, venga conmigo a Lidcote, ?quiere?

– ?A Lidcote?

– Creo que alli estara mas seguro.

– No puedo irme ahora. Ya se lo he dicho, ?no? El viento esta cambiando…

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