despidiendo un repugnante olor a alcohol. Estaba tumbado de espaldas y eso le recordo a ella algo que habia aprendido en la instruccion de guerra, e intento levantarle de costado, por si estuviese mareado. Pero el se resistio a todos sus esfuerzos, y por ultimo, cansada y frustrada, Caroline desistio de su empeno.

Antes de irse se aseguro de que estaba bien tapado, y se dirigio al fuego, descorrio la malla de proteccion y anadio lena. Hecho esto, cerro de nuevo la malla; mas tarde estaba segura de que lo habia hecho; y tenia la misma certeza respecto a que no habia cigarrillos encendidos en ninguno de los ceniceros, ni tampoco lamparas o velas. Regreso a la salita y estuvo alli otra media hora con su madre. Se acostaron mucho antes de la medianoche; Caroline leyo otros diez o quince minutos antes de apagar la luz y se quedo dormida casi al instante.

Le desperto unas horas despues -alrededor de las tres y media, como se vio mas tarde- el sonido tenue pero nitido de un cristal roto. El sonido procedia justo de debajo de las ventanas de su cuarto, es decir, de alguna de las ventanas de la habitacion de su hermano. Se sento en la cama, asustada. Supuso que Rod se habia despertado y andaba dando tumbos, y en lo unico en que penso fue en impedirle que subiera al piso de arriba y molestara a su madre. Se levanto, fatigada, y se puso la bata; se estaba dando animos para bajar y ocuparse de Rod cuando se le ocurrio que el sonido podria no haberlo producido su hermano, sino algun ladron que intentaba entrar por la fuerza en la casa. Quiza se acordo de las palabras de Rod sobre piratas y sables. En cualquier caso, se acerco sigilosamente a la ventana, descorrio la cortina y se asomo. Vio el jardin banado en una luz amarilla que brincaba, y olio el humo… y comprendio que la casa estaba en llamas.

Un incendio es siempre algo de temer en una mansion como Hundreds Hall. Antano habia habido un par de pequenos incendios en la cocina, sofocados sin gran dificultad. Durante la guerra, debido al temor continuo de la senora Ayres a los bombardeos, dejaban en cada piso cubos de arena y agua, mangueras y bombas de mano que en la practica nunca se utilizaron. Ahora aquellas bombas habian sido arrumbadas; no habia extintores mecanicos; solo habia, colgada en uno de los corredores del sotano, una hilera de viejos baldes de cuero, enmohecidos por el tiempo y seguramente agujereados, que se conservaban mas que nada por su valor de objetos pintorescos. Es un prodigio que Caroline, sabiendo todo esto, y al ver la luz amarilla danzando, no sucumbiera al panico. Mas tarde me confeso que, solo por un momento, un momento de locura, lo que sintio fue una especie de emocion. Penso en que todos los problemas quedarian resueltos si el Hall se veia reducido a cenizas. Tuvo una vision retrospectiva de todos los trabajos que habia hecho en la casa en los ultimos anos, de todos los suelos y paneles de madera que habia pulido, de todos los vasos y vajillas que habia abrillantado, y en vez de aborrecer al fuego porque amenazaba con arrebatarle estas cosas, deseo que se las llevara, en una especie de capitulacion orgiastica.

Entonces se acordo de su hermano. Cogio la alfombra frente a la chimenea y las mantas de su cama y corrio a la escalera, llamando a gritos a su madre mientras la bajaba. Abajo, en el vestibulo, el olor a humo era mas intenso; en el corredor, el aire estaba ya espeso y empezaba a escocerle en los ojos. Atraveso el trastero para entrar en los banos de caballeros y empapar la alfombra y las mantas en el lavabo. Encontro la campanilla y llamo una y otra vez, de un modo parecido, supongo, a como yo habia visto llamar a Roderick pocas horas antes. Cuando hubo reunido las mantas empapadas y salio a trompicones con ellas, una Betty aterrada ya habia aparecido en el arco encortinado, en camison y descalza.

– ?Trae agua! -le grito Caroline-. ?Hay un incendio! ?No hueles? ?Trae la ropa de tu cama, trae cualquier cosa! ?Rapido!

Y, alzando contra el pecho las mantas mojadas, corrio jadeando y sudando a la habitacion de Roderick.

Dijo que empezo a toser y que contuvo la respiracion incluso antes de abrir la puerta. Cuando entro, el humo era tan denso y tan punzante que le recordo una camara de gas experimental donde la habian introducido durante la epoca que paso en la marina. Entonces, por supuesto, tenia un respirador consigo; el ejercicio consistia en ponerselo. Ahora no pudo hacer otra cosa que enterrar la nariz y la boca en el fardo mojado que llevaba en los brazos y abrirse camino lentamente. El calor era asfixiante. Veia llamas en todos los lados de la habitacion: el fuego parecia estar en todas partes, y durante un momento de desesperacion creyo que sus esfuerzos eran inutiles y que tendria que volver atras. Pero cuando dio media vuelta perdio la orientacion y sucumbio totalmente al panico. Vio llamas cerca, a su lado, y les arrojo locamente las mantas. Empezo a batir con la alfombra otro rincon incendiado y pronto se percato de que Betty y su madre habian llegado y sacudian sus propias mantas. El humo se inflo y se redujo fugazmente, y atisbo a Roderick en la cama donde le habia dejado, aturdido y tosiendo, como si acabara de despertar. Dos de las cortinas de brocado de las ventanas se estaban quemando, otras dos habian ardido casi por completo y se deshacian. Logro colarse entre ellas y abrir las puertas de cristal.

Me estremeci cuando me conto esto, porque si la fuerza del fuego en la habitacion hubiera sido mayor, la subita rafaga de aire frio habria sido sin duda funesta. Pero las llamas, para entonces, ya debian de haber sido controladas, y la noche, por suerte, seguia siendo humeda. Caroline ayudo a Roderick a salir trastabillando hasta los escalones de piedra y volvio en busca de su madre. Dijo que el humo se estaba disipando, pero cuando volvio a entrar en ella, la habitacion era como una imagen en pequeno del infierno: un calor inimaginable, iluminado por mil puntos diabolicos y plagado de ascuas que giraban y lenguas de fuego que parecian dispararse malevolamente hacia su cara y sus manos. La senora Ayres tosia y boqueaba en busca de aire, con el pelo revuelto y el camison sucio. Betty habia empezado a llevar cacerolas de agua, y la ceniza y el humo y los pedazos de alfombra de manta y de papel ardiendo se convertian en charcos de un espeso lodo negro a los pies de las tres mujeres.

Probablemente trabajaron en la habitacion mucho mas tiempo del necesario, porque al principio acometian contra un foco de fuego, y al darse la vuelta descubrian, unos minutos mas tarde, que las llamas habian resurgido; en consecuencia no corrieron riesgos y pasaron metodica y denodadamente de una superficie a otra, derramando agua y utilizando atizadores y tenazas de chimenea para combatir y apagar ascuas y chispas. Las tres estaban mareadas y resollantes por culpa del humo, y sus ojos lacrimosos dejaban marcas palidas en las mejillas manchadas de hollin, y no tardaron en empezar a tiritar, en parte como reaccion al conjunto del desastre, y en parte simplemente de frio, que parecio crecer en la habitacion caliente con una rapidez terrible en cuanto quedo extinguida la ultima llama.

Segun parece, Roderick se mantuvo junto a la ventana abierta, aferrado al marco. Aun estaba muy borracho, pero ademas -y no era de extranar, supongo, teniendo en cuenta lo que habia vivido durante la guerra- se diria que la vision del fuego y el humo sofocante le paralizaban. Observo enloquecido pero impotente como su madre y su hermana salvaban la habitacion; dejo que le ayudaran a ponerse a salvo, pero cuando le bajaron a la cocina y le sentaron a una mesa, envuelto en una manta, ya habia empezado a comprender lo cerca que todos habian estado de una tragedia, y se agarro a la mano de su hermana.

– ?Has visto lo que ha ocurrido, Caro? -le dijo-. ?Ves lo que quiere? ?Dios mio, es mas listo de lo que yo creia! ?Si no te hubieras despertado…! ?Si no hubieras venido…!

– ?Que esta diciendo? -pregunto la senora Ayres, sin comprender, y angustiada por el estado de Roderick-. Caroline, ?de que esta hablando?

– De nada -respondio Caroline, sabiendo perfectamente a que se referia Rod, pero queriendo proteger a su madre-. Todavia esta bebido. Roddie, por favor.

Pero entonces, dijo Caroline, el empezo a comportarse «como un loco»; se llevo los pulpejos de las manos a los ojos, se tiro del pelo y despues se miro horrorizado los dedos, porque tenia el pelo untado de aceite, que con el humo se habia convertido en una especie de alquitran arenoso. Se limpio las manos compulsivamente en la pechera ennegrecida. Empezo a toser, le costaba respirar y el esfuerzo por hacerlo le sumio en el panico. Agarro de nuevo a Caroline.

– ?Lo siento! -repitio, una y otra vez. Su aliento entrecortado olia a alcohol, tenia los ojos rojos, la cara cubierta de hollin y la camisa empapada de agua de lluvia. Aferro a su madre, con manos temblorosas-. ?Lo siento, madre!

Despues de la dura experiencia en la habitacion incendiada, su conducta era inaceptable.

– ?Callate! -exclamo la madre, con la voz cascada-. ?Oh, por el amor de Dios, callate!

– Y, como el seguia balbuciendo y llorando, Caroline se le acerco, balanceo hacia atras la mano y le abofeteo.

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