toda la casa, hasta los desvanes. No importa que tenga los zapatos embarrados, de momento hemos desistido de limpiar este piso. Pero tenga cuidado con la chaqueta en las paredes. El hollin se pega como el polvo.
La puerta de la habitacion de Rod estaba entornada, y al acercarnos vi lo suficiente para prepararme ante la desolacion que reinaba mas alla. La senora Bazeley -que estaba dentro con Betty, lavando las paredes- advirtio mi mirada y asintio, sombriamente.
– Tiene la misma expresion que yo, doctor, cuando llegue ayer por la manana - dijo-. Y esto no es nada comparado con entonces. La mugre nos llegaba hasta los tobillos, ?verdad, Betty?
La habitacion estaba despojada de casi todo su mobiliario, amontonado sin orden ni concierto en la terraza, al otro lado de la puertaventana abierta. Tambien habian enrollado la alfombra para sacarla del cuarto, y habian cubierto con hojas de periodico las tablas de madera del suelo, que estaban todavia tan mojadas y cenicientas que el papel se convertia en una espesa pulpa gris, como un pure de hollin. Las paredes que estaban restregando Betty y la senora Bazeley chorreaban mas agua con ceniza. Los paneles de madera estaban chamuscados y calcinados, y el techo -el notorio techo en forma de celosia- estaba totalmente negro, esfumadas para siempre las marcas misteriosas.
– Esto es increible -le dije a Caroline-. ?No sabia nada! Si lo hubiera sabido…
No termine la frase, porque carecia de importancia que yo lo hubiera sabido o no; no habria podido hacer nada. Pero me estremecio pensar que algo grave le hubiera ocurrido a la familia en mi ausencia. Dije:
– Podria haber destruido toda la casa. ?Es una idea insufrible! ?Y Rod estaba
Me miro de un modo que me parecio raro y luego miro a la senora Bazeley.
– Si, esta bien. Solo jadeante, como todos nosotros. Pero lo hemos perdido casi todo. Su butaca, aquella que ve alli, se llevo la peor parte del incendio, ademas del escritorio y la mesa.
Mire a traves de la ventana abierta y vi el escritorio, con las patas y los cajones intactos, pero con el tablero tan ennegrecido y descascarillado como si alguien hubiera encendido una hoguera encima. De repente comprendi por que habia tanta ceniza en la habitacion.
– ?Sus papeles! -dije.
Caroline asintio, fatigada.
– Seguramente lo mas seco que habia en la casa.
– ?Se han salvado algunos?
– Unos pocos. No se los que se han perdido. La verdad es que no se lo que habia ahi. Habria planos de la casa y la finca, ?no? Creo que tambien todo tipo de mapas, copias de las escrituras de las granjas y casas, y cartas, facturas y notas de mi padre…
La voz se le puso pastosa. Empezo a toser de nuevo.
– Que perdida tan terrible -dije, mirando alrededor, al ver nuevos estragos cada vez que miraba: un cuadro en la pared con el lienzo calcinado, lamparas con la esfera ennegrecida, y aranas-. Esta habitacion preciosa. ?Que haran con ella? ?Se puede salvar? Supongo que los paneles pueden reemplazarse. El techo se puede encalar.
Ella se encogio de hombros, abatida.
– Madre piensa que en cuanto la habitacion este limpia, mas vale que la cerremos como las otras. No tenemos dinero para restaurarla.
– ?Y el dinero del seguro?
Ella volvio a mirar a Betty y a la senora Bazeley. Ellas seguian restregando las paredes y, a cubierto del ruido aspero que hacian los cepillos, Caroline dijo en voz baja:
– Rod no pago los recibos del seguro. Acabamos de descubrirlo.
– ?No los ha pagado!
– Desde hace meses, al parecer. Para ahorrar dinero. -Cerro los ojos, movio lentamente la cabeza y luego se acerco a la puertaventana-. Venga fuera un minuto, por favor.
Bajamos los escalones de piedra e inspeccione los muebles danados, la mesa y el escritorio destrozados, el sillon sin su tapizado de cuero, con sus resortes y el relleno de crines expuestos como los huesos y los intestinos enfermos de una fantastica maqueta anatomica. Era una imagen muy desoladora y el dia, aunque no llovia, era frio; vi tiritar a Caroline. Como queria examinarlas a Betty y a ella, asi como a su madre y su hermano, le dije que entraramos en la casa y que me llevara a la salita o a algun lugar calido. Sin embargo, tras una ligera vacilacion, miro a traves de la puerta abierta y me alejo un poco de ella. Volvio a toser y, al tragar saliva, la garganta irritada le produjo una mueca de dolor. Dijo en voz muy baja:
– Usted hablo con mi madre ayer. ?Le dijo algo de como podria haber empezado el fuego?
Clavo sus ojos en los mios.
– Solo me dijo que habia prendido en la habitacion de Rod cuando ya todos se habian acostado, y que usted lo descubrio y lo apago. Supuse que Rod, como estaba tan borracho, habria hecho una tonteria con un cigarrillo.
– Nosotras pensamos lo mismo al principio -dijo ella.
Me sorprendio aquel «al principio». Dije, cauteloso:
– ?Que recuerda el propio Rod?
– Nada de nada.
– Me imagino que se durmio, ?y luego? ?No se despertaria mas tarde e iria a la chimenea y encenderia una astilla?
Ella trago de nuevo, molesta, y hablo con cierto esfuerzo.
– No lo se. No se que pensar, realmente. -Me indico con un gesto que entraramos en la casa-. ?Ha visto la chimenea?
La mire y vi la rejilla cubierta con la proteccion de malla gris. Caroline dijo:
– Estaba exactamente asi cuando deje a Rod, unas horas antes de que empezase el incendio. Cuando volvi, la parrilla estaba oscura, como si no la hubieran tocado. Pero los demas fuegos, bueno, me los sigo imaginando. Vera, no solo habia uno. Habia, no se, quiza cinco o seis.
– ?Tantos? -dije, asombrado-. ?Es un milagro que nadie sufriera heridas mas graves!
– No me refiero a eso… En la marina nos dieron un cursillo sobre incendios. Nos ensenaron como se extiende el fuego. Repta, ?sabe? No da saltos. El de aqui se parecia mas a las fogatas aisladas que podrian haber provocado… incendiarios o algo asi. Mire la butaca de Rod: es como si las llamas hubieran brotado desde su centro; las patas estan intactas. El escritorio y la mesa estan igual. Y estas cortinas. -Cogio el par de cortinas de brocado que al quemarse se habian soltado de sus aros y habian caido sobre el respaldo de la butaca quemada-. El fuego empieza aqui, mire, a mitad de la altura. ?Como es posible? Las paredes a ambos lados solo estan chamuscadas. Es como si… -Lanzo una mirada al interior de la habitacion, mas temerosa que nunca de que la oyeran-. Bueno, que Rod tuviera un descuido con un cigarro o una vela es una cosa. Pero es como si los incendios hubieran sido provocados. Intencionadamente, me refiero.
– ?Usted cree que Rod…? -dije, horrorizado.
Ella se apresuro a responder:
– No lo se. La verdad, no lo se. Pero he estado pensando en lo que le conto a usted aquel dia en la consulta. Y esas marcas que descubrimos en las paredes de su cuarto… eran quemaduras, ?no? Ademas, hay otra cosa.
Y entonces me conto el pequeno y extrano incidente en la cocina, cuando la bola de papel de periodico habia ardido a espaldas de Rod. Como ya he explicado, en aquel momento todos lo atribuyeron a un rescoldo. Pero despues Caroline habia ido a echar otra ojeada al lugar del suceso y habia encontrado una caja de cerillas en una estanteria cercana. No lo creyo muy probable, pero le parecio posible que Roderick, sin que nadie le viera, hubiera cogido una cerilla y prendido el papel el mismo.
Aquello se me antojo excesivo. Dije:
– No quiero dudar de usted, Caroline. Pero todos han vivido una dura experiencia. No me sorprende que vieran mas llamas.