De todos modos, pronto se disipo el ligero engorro de la llegada de Graham. Habian traido a unos invitados, un hombre de Stratford, de edad mediana, con su mujer y su hija casada; y la hija resulto ser una vieja amiga de Caroline. Se saludaron intercambiando unos besos, entre exclamaciones y risas.

– Nos conocemos, ?oh, desde hace anos! -me dijo Caroline-. Desde la epoca de la guerra.

La amiga, Brenda, era rubia y guapa, y me parecio que tambien bastante vulgar. Me alegre por Caroline de que hubiese aparecido, pero asimismo lo lamente un poco, porque al llegar Brenda y sus padres fue como si se trazara una linea divisoria entre la gente mayor y los mas jovenes. Brenda y Caroline se apartaron un poco del resto de nosotros y encendieron cigarrillos; y no tardaron en cogerse del brazo y encaminarse hacia los lavabos de senoras.

Cuando volvieron, ya me habia acaparado el grupo de Graham, que habia encontrado una mesa lejos del estruendo de la orquesta y conseguido un par de botellas de vino argelino. A las dos amigas les dieron una copa y les ofrecieron sillas, pero no quisieron sentarse y se quedaron observando el baile, Brenda bebiendo y cimbreando las caderas impacientemente al compas de la musica. La orquesta volvia a interpretar canciones y las dos querian bailar.

– ?No le importa? -se excuso Caroline cuando se iba-. Brenda conoce a gente de aqui y quiere presentarmela.

– Vaya a bailar -le dije.

– Vuelvo enseguida, se lo prometo.

– Es bueno ver a Caroline fuera del Hall y divirtiendose -me dijo Graham, cuando ella se hubo ido.

– Si -asenti.

– ?Os veis a menudo?

– Bueno, visito la casa siempre que puedo -dije.

– Claro -respondio, como si hubiera esperado que le dijera algo mas. Y anadio, con un tono mas confidencial-: El hermano no mejora, ?eh?

Le hable del ultimo informe que habia recibido del doctor Warren. Pasamos a intercambiar noticias de algunos de nuestros demas pacientes, y de ahi a una discusion, junto con el colega de Stratford, sobre la futura Seguridad Social. El medico de Stratford, como la mayoria de los facultativos, se oponia violentamente a ella; Graham era un partidario apasionado y yo seguia pesimistamente convencido de que significaria el final de mi carrera, por lo que el debate fue bastante acalorado y duro un buen rato. Cada cierto tiempo yo levantaba la cabeza y buscaba a Caroline en la pista de baile. A intervalos ella y Brenda venian a la mesa en busca de mas vino.

– ?Todo bien? -le gritaba yo, o le decia por encima del hombro de Graham-: ?No la estoy desatendiendo?

Ella negaba con la cabeza, sonriendo.

– ?No sea tonto!

– ?Crees realmente que Caroline esta bien? -pregunte a Anne, a medida que avanzaba la velada-. Tengo la sensacion de que la he abandonado un poco.

Ella miro a su marido y dijo algo que no se oyo por culpa de la musica, algo como «?Oh, estamos acostumbradas!», o incluso: «?Tendra que acostumbrarse a eso!»; algo, en todo caso, que me dio la impresion de que me habia oido mal. Pero, al ver el desconcierto en mi cara, anadio, riendose:

– Brenda se ocupa de ella, no te preocupes. Esta bien.

Mas tarde, a eso de las once y media, alguien empuno el microfono para anunciar una pieza de Paul Jones, y se produjo una desbandada general hacia la pista, a la que a mi y a Graham nos instaron a sumarnos. Automaticamente busque de nuevo a Caroline y vi que la absorbia el corro de mujeres situado en la otra punta de la sala; a partir de entonces no la perdi de vista, esperando coincidir con ella en las pausas entre bailes. Pero cada vez que se cambiaban las parejas trotabamos el uno hacia el otro, solo para que nos empujaran sin remedio en direcciones opuestas. El circulo de mujeres, engrosado con enfermeras, era mas numeroso que el de hombres: vi sonreir a Caroline y casi tambalearse cuando los pies se le enredaron en los de otras chicas, y en una ocasion en que paso disparada por mi lado me miro e hizo una mueca. «?Esto es terrible!», creo que grito. La siguiente vez que se acerco se estaba riendo. El pelo suelto se le habia caido hacia delante y se adheria en mechones oscuros al brillo del sudor en la cara y los labios. Al final termino a uno o dos puestos a mi izquierda, y en el educado pero resuelto torneo de empellones que siguio me abri paso para rescatarla; me la arrebato un hombre corpulento, de aspecto humedo y ardiente al que reconoci, al cabo de un segundo, como Jim Seeley. Creo que el era el companero que a Caroline le correspondia en el corro, pero ella me lanzo una mirada alarmada, comica, cuando el la estrecho firmemente y la condujo en un foxtrot lento, con la barbilla pegada a su oreja.

Baile la pieza con una de las enfermeras mas jovenes y abandone la pista cuando acabo la musica y se formaron circulos mas tumultuosos. Fui al bar en busca de otro vaso de ponche aguado y luego me aparte de la zona mas concurrida de publico y observe el baile. Vi que Caroline se habia desembarazado de Seeley y encontrado un companero menos dominante, un joven con gafas de carey. El propio Seeley, al igual que yo, habia desistido totalmente del baile y se habia ido al bar. Apurado su ponche, estaba sacando tabaco y un mechero, y como al hacerlo alzo los ojos y topo con mi mirada, se acerco a ofrecerme un cigarrillo.

– En noches como esta me pesa la edad, Faraday -dijo, una vez encendidos los pitillos-. ?No le parecen jovenes esas condenadas enfermeras? Le juro que una criatura con la que he bailado antes parecia solo un poquito mayor que mi hija de doce anos. Esta muy bien para un pervertido viejo verde como… -Y aqui dijo el nombre de uno de los cirujanos jefes, que habia sido el protagonista de un escandalo menor uno o dos anos antes-. Pero cuando estoy bailando con una chica y le pregunto que le parece el distrito y me contesta que le recuerda el lugar del que la evacuaron en 1940…, bueno, no resulta muy propicio para un idilio. En cuanto a todo este jaleo de los circulos, preferiria un vals anticuado. Supongo que se marcaran unas rumbas dentro de un minuto. Que Dios nos asista entonces.

Saco un panuelo, se limpio la cara y luego se lo paso por debajo del cuello y se enjugo toda la piel de alrededor. Tenia la garganta colorada y la pajarita suelta. Adverti que habia perdido la orquidea, en el ojal solo quedaba de ella el carnoso tallo verde, con la punta ligeramente lechosa. Caldeado por la bebida y el ejercicio, despedia calor como un brasero, hasta el punto de que era imposible estar a su lado sin querer rehuirle en aquella sala sobrecalentada. Pero, tras haberle aceptado un cigarrillo, me parecio inexcusable no hacerle compania mientras lo fumaba. El se enjugo y resoplo y refunfuno unos minutos mas; despues nuestras miradas se volvieron espontaneamente hacia la pista de baile y contemplamos en silencio como brincaban las parejas.

Al principio no vi a Caroline y crei que quiza hubiese abandonado la pista. Pero seguia bailando con el joven de gafas, y en cuanto mis ojos la hubieron localizado procuraron seguirla. La pieza de Paul Jones habia concluido y el baile siguiente era mas relajado, pero reinaba una atmosfera general de hilaridad decreciente y Caroline, como todos los demas, tenia la cata humeda, el pelo revuelto, los zapatos y las medias manchadas de tiza, el cuello y la piel de los brazos todavia colorados y relucientes. Pense que el color mas intenso la favorecia. A pesar de su vestido tan anodino y su porte tan sencillo, parecia muy joven, como si el movimiento y la lisa hubieran hecho aflorar su juventud al mismo tiempo que su sangre.

La observe hasta el final de la pieza y el comienzo de la siguiente; y solo cuando hablo Seeley me percate de que el tambien la habia estado mirando.

– Caroline Ayres tiene buen aspecto -dijo.

Me separe de el para aplastar la colilla en la mesa mas cercana. Al volver a su lado, dije:

– Si, es cierto.

– Baila bien, esa chica. Sabe que tiene caderas, y sabe usarlas. La mayoria de las inglesas bailan con los pies. -Su tono y su expresion se tornaron mas reflexivos-. Supongo que la habra visto montar a caballo. Esa chica tiene algo, no hay duda. Es una lastima que no sea guapa ademas. Aun asi -dio una ultima calada al cigarrillo-, eso a usted no deberia frenarle.

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