Ella se aparto.
– ?No puedo pensar en casarme, con mi madre asi!
– ?No crees que la calmaria ver las cosas arregladas? ?Verte a ti asentada?
– No. No, no estaria bien.
Combati un segundo mi propia frustracion; despues modere mis palabras.
– Muy bien. Pero tu madre va a necesitar ahora cuidados especiales. Va a necesitar toda nuestra ayuda. No hay que asustarla ni alarmarla con cualquier fantasia. ?Me comprendes? ?Caroline?
Tras un ligero titubeo, ella cerro los ojos y asintio con la cabeza. Despues guardamos silencio. Ella se cruzo de brazos y se inclino hacia delante en la butaca, mirando otra vez al fuego como si meditara sobre las llamas.
Me quede con ella todo el tiempo que pude, pero al final tuve que marcharme al hospital. Le dije que descansara. Le prometi volver a primera hora de la manana siguiente, y entretanto debia llamarme si su madre mostraba indicios de malestar o agitacion. Despues volvi sin hacer ruido a la cocina para decirles lo mismo a Betty y a la senora Bazeley, anadiendo mi deseo de que estuvieran pendientes de Caroline, que a mi juicio «sufria un poco de tension».
Y antes de marcharme fui a ver a la senora Ayres. Estaba profundamente dormida, tenia extendidas sus pobres manos vendadas y el pelo largo revuelto sobre la almohada. Empezo a removerse y murmurar mientras yo estaba al borde de la cama, pero le puse la mano en la frente y le acaricie la cara palida e inquieta; y pronto se quedo tranquila.
Capitulo 11
No sabia a que atenerme cuando volvi a Hundreds Hall a la manana siguiente. La vida en la casa habia llegado a un punto en que me parecia que en mi ausencia podia suceder cualquier cosa. Pero cuando entre en el vestibulo, alrededor de las ocho, encontre a Caroline que bajaba a recibirme con aspecto cansado, aunque con signos reconfortantes de vida y de color en las mejillas. Me dijo que todas habian pasado la noche sin percances. Su madre habia dormido profundamente y desde que habia despertado estaba muy serena.
– ?Gracias a Dios! -exclame-. ?Y que aspecto tiene? ?No esta confusa?
– Parece que no.
– ?Ha hablado de lo que sucedio?
Ella vacilo, luego se dio media vuelta y empezo a subir la escalera.
– Habla tu mismo con ella.
La segui al piso de arriba.
Me complacio comprobar que la habitacion estaba luminosa, con las cortinas descorridas de par en par, y que la senora Ayres, aunque todavia en camison y bata, se habia levantado y estaba sentada junto al fuego, con el pelo recogido en una trenza suelta. Miro con aprension como se abria la puerta cuando entramos, pero la alarma se le borro del semblante cuando nos vio a Caroline y a mi. Al mirarme a los ojos parpadeo, como avergonzada. Dije:
– ?Bueno, senora Ayres! He venido temprano, por si me necesitaba. Pero veo que no. -Me acerque a ella y saque el taburete acolchado de debajo del tocador para sentarme a su lado y examinarla. Dije en voz baja-: ?Como se siente?
Vi desde cerca que tenia los ojos oscuros y todavia vidriosos del sedante que le habia administrado la vispera, y que su aspecto era bastante debil. Su voz, en cambio, era clara y serena. Bajo la cabeza y dijo:
– Me siento como una perfecta idiota.
– Vamos, no diga tonterias -respondi, sonriendo-. ?Que tal ha dormido?
– Tan profundamente que…, en realidad no me acuerdo. Supongo que gracias a su medicina.
– ?No ha tenido pesadillas?
– Creo que no.
– Bien. Ahora, lo primero es lo primero. -Tome con suavidad su mano-. ?Puedo mirar los vendajes?
Ella miro a otro lado, pero extendio docilmente los brazos. Se habia bajado los punos para ocultar las vendas, y cuando se los remangue vi que estaban manchados
En conjunto, los cortes se estaban cerrando bien. La vende de nuevo cuidadosamente. Caroline se acerco para llevarse la jofaina de agua renida y
Le cerre las solapas de la bata y guarde mi instrumental. Volvi a cogerle las manos suavemente y dije:
– Creo que esta muy bien. Me alivia que sea asi. Ayer dio un buen susto a esta casa.
Ella retiro los dedos.
– No hablemos de eso, por favor.
– Se llevo un susto muy serio, senora Ayres.
– ?Me porte como una estupida vieja, eso es todo! -Su voz, por primera vez, perdio parte de su calma. Cerro los ojos e intento sonreir-. Me temo que se me fue la cabeza. Esta casa genera fantasias; pensamientos idiotas. Vivimos demasiado aisladas. Mi marido solia decir que el Hall era la casa mas solitaria de Warwickshire. ?No decia eso tu padre, Caroline?
Caroline seguia recogiendo las vendas. Dijo «si» en voz baja, sin levantar la vista.
Aparte la mirada de su espalda y mire a su madre.
– Bueno, la casa, en su estado actual, es parcialmente responsable, desde luego. Pero ayer, cuando la vi a usted, dijo cosas muy alarmantes.
– ?Dije una sarta de tonterias! Me averguenza recordarlo. La verdad es que no me imagino lo que pensaran Betty y la senora Bazeley… Oh, por favor, no hablemos mas de eso, doctor.
Repuse, cuidando mis palabras:
– Parece un asunto demasiado serio para pasarlo por alto.
– No lo hemos hecho. Usted me dio una medicina. Caroline me ha estado atendiendo. Es… estoy muy bien ahora.
– ?Miedo? -Se rio-. Cielo santo, ?de que?
– Bueno, ayer parecia muy asustada. Hablo de Susan…
Se movio en su butaca.
– ?Ya le he dicho que dije un monton de tonterias! Tenia… tenia muchas cosas en la cabeza. He pasado demasiado tiempo sola. Ahora lo comprendo. En adelante estare mas con Caroline. Por las tardes y otros ratos. Por favor, no me atosigue. Por favor.
Me puso la mano vendada encima de la mia, con la cara demacrada y los ojos oscuros y grandes, todavia bastante vidriosos. Pero su voz se habia sosegado de nuevo y su tono parecia muy