Pero algo no encajaba. Dije:
– No lo se. Aun suponiendo que esta experiencia de la senora Ayres fuera puramente ilusoria, y dando por supuesto que, suceso por suceso, creo posible encontrar una explicacion perfectamente racional de todo lo demas que ha ocurrido en el Hall, lo que me preocupa es el caracter
Seeley dio otro sorbo de whisky.
– ?Que quiere decir?
– Bueno, digamoslo asi. Un nino acude a ti con un brazo roto; muy bien, se lo escayolas y le mandas a su casa. El nino vuelve dos semanas mas tarde, esta vez con unas costillas rotas. Se las apanas y le mandas otra vez a casa. Una semana mas tarde vuelve con otra fractura… La rotura individual de huesos ya no constituye el problema principal, ?verdad?
– Pero no estamos hablando de huesos -dijo Seeley-. Hablamos de histeria. Y la histeria es algo mucho mas extrano y, por desgracia, contagioso, a diferencia de los huesos rotos. Hace unos anos fui medico de un colegio femenino y hubo un curso en que se puso de moda desmayarse. Fue una cosa nunca vista: chicas que se desvanecian en cadena, como bolos. Al final se desmayaban hasta las profesoras.
Menee la cabeza.
– Esto es todavia mas raro que la histeria. Es como si…, bueno, como si algo fuese absorbiendo lentamente la vida de toda la familia.
– Hay algo que la absorbe -dijo el, con otra sonora carcajada-. Se llama el gobierno laborista. El problema de los Ayres es que no pueden o no quieren adaptarse, ?no cree? No me malinterprete: les tengo mucha simpatia. Pero ?que queda de una familia como ellos en la Inglaterra de hoy? Como clase, estan acabados. En cuanto a sus nervios, quiza no hayan hecho mas que seguir su curso.
Hablaba ahora como Peter Baker-Hyde, y su brusquedad me parecio un poco repelente. Al fin y al cabo, pense, a diferencia de mi, el nunca se habia hecho amigo de la familia. Dije:
– Eso podria ser cierto en el caso de Rod. Cualquier que conociese bien al chico podria haber predicho que se encaminaba a algun tipo de colapso. Pero la senora Ayres, ?una suicida? No lo creo.
– Oh, pero yo en absoluto estoy sugiriendo que al romper con las manos aquella ventana quisiera realmente poner fin a su vida. Yo diria que, como muchas presuntas suicidas, simplemente estaba creando un pequeno drama romantico, con ella de protagonista. Esta acostumbrada a que le presten atencion, no lo olvide, y me figuro que ultimamente no esta recibiendo mucha… Tenga cuidado de que no intente la misma jugarreta en cuanto pase el alboroto actual. ?La tiene vigilada?
– Desde luego. Parece que se esta recuperando perfectamente. Eso tambien me desconcierta. -Di un trago de whisky-. ?Me desconcierta esta maldita historia! En Hundreds han ocurrido cosas que no puedo explicar. Es como si toda la casa estuviese sumida en una especie de
– Bueno -dijo Seeley, aplastando la colilla-, quiza haya olfateado algo.
Le mire fijamente.
– ?Habla en serio?
– ?Por que no? Las ideas de Myers son la ampliacion natural de la psicologia, ?no?
– ?No como yo entiendo la psicologia! -dije.
– ?Esta seguro? Me imagino que usted suscribe el principio general: una personalidad consciente, con un yo subliminal…, una especie de yo onirico adherido.
– En lineas generales, si.
– Bueno, pues suponga que en determinadas circunstancias ese yo onirico
– Si, que yo sepa -dije-. Y sirve para un buen cuento al lado de la chimenea. Pero, por el amor de Dios, ?no hay una pizca de ciencia en eso!
– No, todavia no -dijo el, sonriendo-. Y, desde luego, no me gustaria airear la teoria delante del tribunal medico del condado. Pero quiza dentro de cincuenta anos la medicina haya descubierto un modo de calibrar el fenomeno y lo explique plenamente. Mientras tanto, la gente seguira hablando erroneamente de demonios, de fantasmas y de fieras de patas largas, simplemente sin entender nada… -Dio un sorbo de whisky y prosiguio con un tono distinto-. Mi padre vio una vez un fantasma, ?sabe? Se le aparecio mi abuela una noche en la puerta de la consulta. Llevaba muerta diez anos. Dijo: «?Rapido, Jamie! ?Vete a casa!». El no se paro a pensarlo; se puso el abrigo y se fue derecho a la casa familiar. Al llegar alli descubrio que su hermano predilecto, Henry, se habia herido en una mano y que la herida se estaba infectando rapidamente. Le corto un dedo y probablemente aquello le salvo la vida. Y bien, ?como explica usted un hecho como ese?
– No puedo. Pero le dire algo -dije-. Mi padre solia colgar un corazon de toro en la chimenea, sujeto con unos clavos. Lo tenia alli para ahuyentar a los malos espiritus. Se como explicaria esto.
Seeley se rio.
– No es una buena comparacion.
– ?Por que no? ?Porque su padre era un senor y el mio un tendero?
– ?No sea tan susceptible, hombre! Ahora escucheme. No creo ni por un momento que mi padre viera realmente un fantasma aquella noche, como tampoco creo que la pobre senora Ayres haya recibido llamadas de su hija muerta. Es ciertamente dificil de tragar la idea de que nuestros parientes difuntos anden flotando en el eter y curioseando en nuestros asuntos con sus ojos penetrantes. Pero suponga que el estres de la herida de mi tio, junto con el lazo que le unia con mi padre…, suponga que todo esto liberara de algun modo una especie de… fuerza psiquica. La fuerza se limito a adoptar la mejor forma de llamar la atencion de mi padre. Un modo muy ingenioso, por cierto.
– Sin embargo, no hay nada beneficioso en las cosas que han sucedido en Hundreds -dije-. Al contrario.
– ?Es tan sorprendente, cuando la situacion de la familia es tan aciaga? A fin de cuentas, la mente subliminal tiene muchas aristas oscuras y desgraciadas. Imaginese que algo se desprende de una de esas aristas. Llamemosle… un germen. Y supongamos que se dan las condiciones propicias para que ese germen se desarrolle, para que crezca como un feto en el utero. ?En que se convertira ese ocupante? En una especie de
Aparte la mirada.
– Si. Ella fue la que las empujo a pensar en espectros.
– ?Ah, si? ?Y que edad tiene? ?Catorce, quince anos? Alli encerrada, me figuro que no tiene muchas ocasiones de coquetear con chicos.
– ?Oh, todavia es una nina! -dije.
– Bueno, el impulso sexual es el mas oscuro de todos, y tiene que aflorar en algun sitio. Es como una corriente electrica; tiene tendencia, como sabe, a encontrar sus propios conductores. Pero si se destapa…, pues, bueno, es una energia bastante peligrosa.
Me sorprendio la palabra. Dije, lentamente:
– Caroline hablo de «energias».
– Caroline es una chica inteligente. Siempre he creido que se ha llevado la peor parte en esa familia. La retuvieron en casa con una institutriz mediocre mientras que al chico le enviaban a un