– ?No digas esas cosas!
Ella desplazo mis dedos hasta el pulso en su muneca. Dijo:
– Lo digo en serio. Vamos, dimelo. Tu eres el medico, ?no? ?Cuanto me falta?
Me libere de sus manos.
– ?Pues no mucho, quiza, si tu madre se queda aqui y sucede una desgracia! Y es eso precisamente lo que me preocupa. ?Mira como estas ahora! ?Como vais a haceros cargo tu y Betty? Es la unica solucion.
– La unica solucion. Otra clinica.
– Si.
– No podemos pagarla.
– Yo te ayudare. Encontrare la forma. Cuando estemos casados…
– Todavia no lo estamos. ?Dios! -Junto las manos-. ?No tienes miedo?
– ?Miedo de que?
– De que te contamine la familia Ayres.
– Caroline.
– Es una de esas cosas que dira la gente, ?no? Se que ya circulan habladurias sobre Roddie.
– ?Hemos llegado a un punto en que no importa lo que diga la gente!
– Ah, por supuesto, eso no le importa a alguien como tu.
Lo dijo con un tono casi feroz. Dije, asombrado:
– ?Que quieres decir?
Se volvio, confusa.
– Solo me refiero a lo que estas planeando, a lo que quieres hacer con mi madre; ella lo aborreceria. Es decir, si volviera a ser la misma. ?No lo entiendes? Cuando eramos ninos y estabamos enfermos, apenas nos dejaba soltar un murmullo. Decia que las familias como la nuestra tenian una responsabilidad, tenian que dar ejemplo. Decia que si no podiamos darlo, si no eramos mejores y mas valientes que la gente corriente, ?entonces para que serviamos? La verguenza de que te llevaras a mi hermano ya fue suficiente. Si tambien intentas llevartela a ella…, creo que no te lo consentira.
Dije, tristemente:
– Lamento decir que no tendra alternativa. Traere otra vez a Graham. Si se comporta con el como se ha comportado conmigo esta tarde, no habra mas remedio.
– Preferiria morirse.
– ?Pero quedarse aqui puede matarla! Y ademas…, por brutal que sea decirlo, lo que mas me preocupa es que tambien podria acabar contigo. No te hare pasar por eso. Dude en el caso de Roderick y siempre lo he lamentado. No cometere el mismo error. Si pudiera, me la llevaria ahora mismo.
Hablaba mirando por la ventana. El terreno blanco habia mantenido el dia luminoso, pero el cielo era ahora de un cinc gris que se iba oscureciendo. Aun asi, pense seriamente en llevarmela, sin dilacion. Dije, para dejarlo zanjado:
– Podria hacerse, supongo. Podria sedarla. Tu y yo nos ocupariamos. La nieve nos retrasaria, pero en principio solo necesitamos llegar hasta Hatton…
– ?El manicomio del condado? -dijo ella, horrorizada.
– Solo para esta noche. Solo mientras lo organizo todo. Hay un par de clinicas privadas que creo que la admitirian, pero quieren que se les avise como minimo con un dia de antelacion. Ahora necesita estar en observacion. Eso complicara las cosas.
Ella me miraba con horror, comprendiendo por fin la gravedad del caso.
– Hablas como si fuera peligrosa.
– Creo que es un peligro para si misma.
– Si me hubieras dejado que me la llevara cuando yo quise, hace semanas, nada de esto habria sucedido. ?Ahora quieres despacharla a un manicomio como a una demente callejera!
– Lo siento, Caroline. Pero se lo que me ha dicho. Se lo que he visto. No pretenderas que la deje sin tratamiento, ?verdad? ?No pensaras realmente que voy a abandonarla a sus desvarios, solo para mantener intacto una especie de… orgullo de clase?
Se habia llevado de nuevo las manos a la cara, tenia los dedos a caballo entre la boca y la nariz y se apretaba con las yemas el tabillo de los ojos. Por un momento me miro sin decir nada. Vi que aspiraba una bocanada de aire, y al expulsarlo parecio que habia tomado una decision. Dejo caer las manos.
– No -dijo-. No lo pienso. Pero no te permitire que la lleves a Hatton, a la vista de todo el mundo. Ella no me lo perdonaria nunca. Puedes llevartela manana, en privado. Para entonces me… me habre hecho a la idea.
No la habia visto tan segura y resuelta desde los dias anteriores a la muerte de Gyp. Algo avergonzado, dije:
– Muy bien. Pero en ese caso, me quedare con ella esta noche.
– No tienes por que.
– Me tranquilizara. Me esperan en los pabellones a las ocho, pero por una vez anulare la cita. Dire que ha surgido una urgencia. Por Dios, es una emergencia. -Consulte mi reloj- Puedo atender mi consulta de la tarde y despues pasar la noche aqui.
Ella meneo la cabeza.
– Preferiria que no vinieses.
– Tu madre necesita vigilancia, Caroline. Durante toda la noche.
– Puedo vigilarla yo. ?No estara mas segura conmigo?
Abri la boca para responder, pero su pregunta habia activado en mi una especie de alarma y me asuste al percatarme de que estaba pensando en mi conversacion con Seeley. Senti un soplo de la suspicacia morbosa que habia concebido entonces. La idea era increible, grotesca… Pero en Hundreds habian sucedido otras cosas grotescas e increibles, ?y si Caroline era en cierta forma responsable de ellas? ?Y si, inconscientemente, habia dado a luz a alguna violenta y misteriosa criatura que efectivamente hostigaba a la casa? ?Tenia yo que dejar alli, sin proteccion, a la senora Ayres, aunque solo fuera una noche mas?
Caroline me miraba, a la espera, confundida por mi vacilacion. Vi el recelo que empezaba a aflorar en sus ojos claros y castanos. Ahuyente la locura.
– Muy bien -dije-. Que se quede aqui contigo. Lo unico que te pido es que no la dejes sola. Y debes telefonearme de inmediato si sucede algo. Cualquier cosa.
Dijo que lo haria. La abrace un segundo y despues cruzamos el rellano hacia la habitacion de su madre. La senora Ayres y Betty estaban sentadas exactamente como las habia dejado, en la oscuridad creciente. Probe un interruptor y recorde que el generador no funcionaba, encendi con una llama del fuego un par de lamparas de aceite y corri las cortinas. La habitacion cobro alegria en el acto. Caroline se acerco a su madre.
– El doctor Faraday me dice que no estas muy bien, madre -dijo, con cierta torpeza. Alargo la mano y le retiro hacia atras un rizo del pelo ya grisaceo-. ?Estas mal?
La senora Ayres levanto su cara cansada.
– Supongo que si, si el doctor lo dice -dijo.
– Bueno, he venido a hacerte compania. ?Que quieres que hagamos? ?Quieres que te lea?
Me miro y yo asenti con un gesto. La deje cuando ocupo el lugar de Betty en la segunda butaca. A Betty me la lleve abajo. Le pregunte, al igual que le habia preguntado a Caroline, si habia notado algunos cambios recientes en la conducta de la senora Ayres, y si le habia visto pequenas heridas, rasgunos o cortes.
Ella nego con la cabeza, con aire asustado.
– ?La senora Ayres esta mal otra vez? ?Eso… empieza otra vez?
– Nada «empieza otra vez» -dije-. Se lo que estas pensando y no quiero que digas esas cosas en esta casa. Y no debes acoqui… -Emplee casi inconscientemente la palabra de Warwickshire-.