– Entonces, ?me has traido para interrogarme?

– No te estoy interrogando. Oficialmente, digo. Solo te estoy preguntando.

– Pues yo te contesto que no tengo ni idea.

– Es curioso. Deberias haber sido una victima, pero no lo fuiste. ?Cuestion de suerte? ?O de conocimiento previo?

– ?Que insinuas?

– Tal vez conocias el contenido de la mema. Tal vez incluso colaboraste en la fabricacion del implante.

– ?Para que iba a poner yo la escena inducida de mi asesinato?

Lizard sonrio encantador.

– Para tener una magnifica coartada.

Bruna se sintio aliviada. Ah, le preferia asi, actuando al descubierto contra ella, claramente hostil. Devolvio la sonrisa.

– Me temo que, al final, no vamos a terminar siendo tan amigos… -dijo.

Y dio media vuelta y se marcho. Estaba cruzando el umbral de la puerta cuando escucho a sus espaldas la respuesta del policia:

– Es una pena…

El maldito Lizard parecia ser de esos hombres que siempre se empenaban en soltar la ultima palabra.

En realidad Bruna si tenia una cita, aunque casi se le habia olvidado. Desde hacia tres meses, todos los sabados, a las 18:00 en punto, iba a un psicoguia. El problema habia empezado medio ano atras. Una tarde Bruna estaba en su casa viendo una pelicula y, de repente, la realidad se marcho. O mas bien fue ella quien salio de escena. La pantalla, la habitacion, el mundo entero parecio alejarse al otro lado de un largo tubo negro, como si Bruna estuviera mirando las cosas desde el extremo de un tunel. Al mismo tiempo, rompio a sudar y a tiritar, le castanetearon los dientes, las piernas le temblaron. Se sintio subitamente aplastada por un terror panico como nunca jamas antes habia experimentado. Y lo peor era que no sabia que la aterrorizaba tanto. Era un miedo ciego, indescifrable. Loco. Un subito apagon de la cordura. La crisis duro apenas un par de minutos, pero la dejo agotada. Y rehen permanente del miedo al miedo. Del temor a que el ataque se repitiera. Que desde luego se repitio unas cuantas veces, siempre en los momentos mas inesperados: corriendo por el parque, comiendo en un restaurante, viajando en tram o en metro.

De entrada acudio a una psicomaquina, como otras veces habia hecho durante sus anos de milicia. Los combatientes solian usar las cajas bobas tras algun combate especialmente duro o en epocas de extremada tension belica. Entrabas en el pequeno cubiculo de la psicomaquina; te sentabas en el sillon, te ponias el casco con los electrodos, colocabas las yemas de los dedos en los sensores y contabas a la caja lo que te pasaba; y se suponia que la psicomaquina te aconsejaba verbalmente, estimulaba suavemente tu cerebro con ondas magneticas y, si eso no era suficiente, te expendia alguna pildora adecuada. Los androides iban en busca de eso, de las pildoras. Ansioliticos, relajantes, estimulantes, estabilizantes, euforizantes, antidepresivos. Sabian como hablar con la caja para conseguir lo que deseaban y las sesiones costaban tan solo quince ges, drogas aparte.

Pero en esta ocasion la detective no sabia que necesitaba, que buscaba.

– Has tenido un ataque de angustia -habia dictaminado la caja con vibrante tono de baritono (Bruna habia seleccionado voz de hombre en la opcion de sonido).

– Pero ?por que?

– Los ataques de angustia son una consecuencia del miedo a la muerte -dijo la psicomaquina.

Como si eso aclarara algo. La androide llevaba toda su corta vida abrumada por la conciencia de la muerte, y desde luego habia estado en peligro mortal bastantes veces sin que eso le provocara ninguna crisis, antes al contrario, el riesgo bombeaba en su organismo una especie de lucidisima y fria calma. Era uno de los aportes de la ingenieria genetica, una de las mejoras hormonales con las que venian dotados los reps de combate. Pero, de golpe, una tarde, viendo una estupida pelicula en su casa, se habia desmoronado. ?Por que?

Dado que la caja boba no habia calmado su inquietud, se planteo la posibilidad de visitar a un psicoguia. Desde que la psicologa peruana Rosalind Villodre habia desarrollado en los anos ochenta su teoria posfreudiana del Maestro, sus seguidores se habian puesto muy de moda. Cerca de casa de Bruna habia un Mercado de Salud, una de esas galerias comerciales especializadas en terapias mas o menos alternativas, y en la planta baja estaba la consulta de un psicoguia llamado Virginio Nissen. Una tarde la detective entro alli con la vaga intencion de informarse y salio con el compromiso de volver todos los sabados; de una manera un tanto inexplicable, el hombre se las habia arreglado para imponerle esa obligacion. La rep llevaba dos meses sin sufrir crisis de angustia, pero dudaba mucho que fuera gracias a Nissen. En todo caso quiza se debiera a las ochenta gaias que le costaba la media hora de tratamiento: no tenia mas remedio que sanar para poder ahorrarselas.

Y ahora Bruna se encontraba tumbada en una cama de privacion sensorial, sobre un colchon de tenues aerobolas y con unas gafas virtuales que le hacian sentir en mitad del cosmos. Flotaba placidamente en la negrura estelar, ingravida e incorporea. A ese lugar remoto de confort llego la voz ligeramente melosa de Virginio Nissen.

– Dime tres palabras que te duelan.

Habia que responder deprisa, sin pensar.

– Herida. Familia. Dano.

– Descartemos la primera: demasiado contaminada semanticamente. Piensa en familia y dime otras tres palabras que te duelan.

– Nada. Nadie. Sola.

– ?Que significa nada?

– Que es mentira.

– ?Que es mentira?

– Ya lo hemos hablado muchas veces.

– Una vez mas, Husky.

– Todo es mentira… Los afectos… La memoria de esos afectos. El amor de mis padres. Mis propios padres. Mi infancia. Todo se lo trago la nada. No existe, ni existio.

– Existe el amor que sientes por tu madre, por tu padre.

– Mentira.

– No, ese amor es real. Tu desesperacion es real porque tu afecto es real.

– Mi desesperacion es real porque mi afecto es un espejismo.

– Mis padres murieron hace treinta anos, Husky.

– Te acompano en el sentimiento, Nissen.

– Quiero decir que mis padres tampoco existen. Solo guardo el recuerdo de ellos. Igual que tu.

– No es lo mismo.

– ?Por que?

– Porque mi recuerdo es una mentira.

– El mio tambien. Todas las memorias son mentirosas. Todos nos inventamos el pasado. ?Tu crees que mis padres fueron de verdad como yo los recuerdo hoy?

– Me da igual porque no es lo mismo.

– Esta bien, dejemoslo ahi. ?Y la segunda palabra, nadie? ?Que significa?

– Soledad.

– ?Por que?

– Mira… No puedes entenderlo. ?Un humano no puede entenderlo! Quiza deberia buscar un psicoguia tecno. ?Hay tecnohumanos haciendo esto? Hasta las ratas… hasta el mamifero mas miserable tiene su nido, su manada, su rebano, su camada. Los reps carecemos de esa union esencial… Nunca hemos sido verdaderamente unicos, verdaderamente necesarios para nadie… Me refiero a esa manera en que los ninos son necesarios para sus padres, o los padres son necesarios para sus ninos. Ademas no podemos tener hijos… y solo vivimos diez anos, lo que hace que formar pareja estable sea muy dificil, o una agonia.

La garganta se le cerro subitamente y la detective callo por miedo a que la voz se le rompiera en lagrimas.

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