escrita con una letra muy especial… Muy entintada, muy apretada, las letras casi montadas unas sobre las otras. Como si formaran un rompecabezas y encajaran entre si a la perfeccion.

– ?Que palabra era?

Bruna dudo un instante.

– No puedo decirtelo. Lo siento. Pero pense que a lo mejor podrias saber de que tipo de letra hablo…

Natvel se pellizco pensativamente el grueso labio inferior.

– ?Era hermoso el dibujo de los signos?

– Era… asfixiante.

El tipo asintio y se dirigio hacia el mueble de madera con una cadencia de caderas de matrona. Abrio un cajon hondo y saco una brazada de papeles.

– Sientate -ordeno a Bruna, senalando el banco.

Se sentaron en ambos extremos del mueble y la esencialista deposito los papeles sobre el asiento, en el espacio que habia entre ellas. Eran un monton de dibujos hechos a mano, con lapiz o sanguina. Antiguos disenos de tatuajes, sin lugar a dudas. Natvel paso las laminas con rapidez como buscando algo, y al fin saco una y se la enseno a la rep. Una especie de aguila, un hermoso bicho de alas geometricas y abiertas, sujetaba entre sus garras una palabra como si esta fuera una serpiente a la que el ave estuviera matando. La palabra estaba medio tapada por las patas, pero aun se leia con claridad el final: athan. Y era la misma letra usada para escribir «venganza» sobre el cuerpo de las victimas.

– Esta es. Exacto.

Natvel engurruno su gran rostro solar con gesto preocupado.

– Es la escritura de poder labarica. Signos sucios y malos. Esto es de un muchacho que se llamaba Jonathan. Era un esclavo del Reino de Labari. Como a los demas esclavos, le habian tatuado su nombre con la escritura de poder para someterlo y humillarlo. Pero el tenia algo dentro. Una fuerza especial. Gracias a eso consiguio huir del mundo flotante y llegar a la Tierra. Yo pude ver su fuerza interior y era como un aguila. Se la tatue devorando su nombre de esclavo y Jonathan sano.

?Una grafia labarica! Esto si que resultaba sorprendente. Bruna habia estado una vez en Labari siguiendo la pista de un antiguo caso; tuvo que disfrazarse de humana para poder entrar y guardaba un pesimo recuerdo de ese feroz mundo de fanaticos.

– Vaya, muchas gracias, Natvel, has sido de gran ayuda. Dime cuanto te debo.

– Nada. Es bueno en si mismo luchar contra las sombras -dijo la pequena criatura con solemnidad.

Verdaderamente era imposible deducir su genero sexual. Y no se trataba de que Natvel fuera un ser androgino e indefinido, sino que mas bien parecia ofrecer sucesivas imagenes cambiantes. De pronto resultaba evidente que era una mujer, y al instante siguiente no cabia la menor duda de que era un hombre. Bruna se pregunto si en realidad seria un mutante. Si ese deslizamiento de su identidad sexual habria sido causado por el desorden atomico de la teleportacion.

– Te lo agradezco mucho, pero eres…

La rep dudo, porque no sabia si decir «un experto» o «una experta», y rehizo sus palabras sobre la marcha.

– … eres una voz autorizada en la materia, y el trabajo de los expertos debe ser pagado. Ademas, si me cobras podre volver a pedir tu ayuda si la necesito…

Natvel levanto en el aire su regordete dedo indice y dijo:

– Calla.

Y Bruna se callo.

Entonces el tatuador se subio encima del banco y puso ambas manos en las sienes de la rep, que dio un respingo pero no se retiro. Eran unas manos suaves e hirvientes, acolchadas, manos de madre universal. Natvel inclino la cabeza entre sus brazos extendidos y permanecio asi, concentrada y con los ojos cerrados, durante un buen rato. Rigida e incomoda, Bruna se pregunto si no deberia estar notando algo especial: cierta energia brotando de las manos, un temblor interior, un atisbo de trance, en fin, alguna de esas sensaciones esotericas de las que siempre hablaban los aficionados a este tipo de rituales. Pero simplemente se sentia ridicula. Al cabo, Natvel solto a la androide y se enderezo.

– Se quien eres, se como eres. Te he visto.

– ?Ah, si? -mascullo la rep.

– He visto tu dibujo esencial.

Bruna se puso en pie.

– Pues prefiero no saber cual es. Muchas gracias de nuevo por tu ayuda, Natvel. Dime que te debo.

– Ya te he dicho que nada. Estamos en paz. Pero vuelve cuando quieras conocerte mejor.

La detective asintio con la cabeza y salio de la tienda con cierta precipitacion. Una vez en el exterior suspiro aliviada: habian sido demasiados sanadores, demasiados terapeutas para una sola tarde. Demasiada gente que parecia saber lo que ella necesitaba o lo que ella era. En ese momento decidio dejar al psicoguia. Dejar al psicoguia, dejar la bebida, dejar la vida desordenada, dejar la furia, dejar la angustia, dejar de ser rep. Solto una carcajada corta y amarga que sono como un estornudo. Por lo menos Natvel habia sido util. Escritura labarica.

Unos gritos sacaron a Bruna de su ensimismamiento. A poca distancia, en la entrada del Mercado de Salud, se estaba produciendo un pequeno alboroto. La detective se acerco para ver que ocurria: dos jovenes humanos grandes, fuertes y desagradables, uno blanco y otro negro, con los craneos rapados a rayas tipicos de los matones supremacistas, estaban dando empujones y manotazos a una persona-anuncio. Se la lanzaban el uno al otro y la insultaban, jugando con ella y con su humillacion.

– ?Callate de una vez, loro! ?Nos tienes hartos con tu publicidad!

– No puedo apagarlo -gimoteaba la victima.

– No puedo apagarlo, no puedo apagarlo… ?No sabes decir otra cosa, vieja sucia? La vieja asquerosa, la mendiga esta… ?pues metete en un agujero para que no te oiga!

La persona-anuncio era la mujer de Texaco-Repsol que paraba a veces en el bar de Oli, pero aun antes de reconocerla Bruna ya estaba galvanizada por un torrente de hormonas, ya estaba tensa y vibrante desde la cabeza hasta los pies, ya estaba preparada para el enfrentamiento e investida de esa maravillosa y clara calma de diseno, de esa ardiente frialdad que la poseia en situaciones de tension. En dos firmes zancadas se interpuso entre los gamberros, de modo que recibio en sus brazos el cuerpo desmadejado de la mujer cuando uno de los matones se la arrojaba al otro.

– Se acabo el juego -dijo suavemente.

Y, con delicadeza, alzo a la temblorosa victima, la aparto un par de metros y la sento en el suelo, junto a la pared. «Energia limpia para todos, poder renovable para un futuro feliz…», gorjeaba la pantalla del pecho de la mujer. Bruna se volvio para encarar a los agresores, que no habian atinado a reaccionar ante la rapidez de movimientos de la detective.

– ?Vaya! Esto se esta poniendo cada vez mas divertido… ?Un rep! ?De que probeta te has perdido, monstruo de laboratorio? -siseo el negro con los rasgos retorcidos por la furia.

Los dos tipos se balanceaban nerviosamente sobre los pies, con los brazos rigidos separados del cuerpo. Era la tipica danza animal, el bailoteo primordial de ataque y defensa. Bruna, en cambio, permanecia quieta y aparentemente relajada.

– ?Para que te metes, monstruo! ?Eh? ?Quien te ha dicho que un monstruo genetico tiene permiso para hablarnos! -siguio escupiendo el hombre de color, que parecia ser el que tenia el mando.

– Jardo, espera… Me parece que es un rep de combate -susurro el otro.

– ?Por mi como si es una puta hormonada! -desafio el lider.

Y, sacando una noqueadora electrica del bolsillo, se abalanzo sobre Bruna dispuesto a freirla. Fue rapido, pero no lo suficiente. Y ademas, penso tranquilamente la androide mientras se echaba a un lado y desarmaba al maton golpeandole el brazo con el canto de la mano, habia perdido unas milesimas de segundo importantisimas por entretenerse en sacar la noqueadora justo cuando hubiera tenido que estar totalmente concentrado en el ataque. Habia sido una decision muy torpe, dictamino mientras giraba sobre si misma y, lanzando la pierna hacia atras, clavaba su talon en los genitales del tipo. Que se derrumbo boqueando sin aire. El otro, como Bruna habia previsto, ya habia salido huyendo.

La detective se acerco a la mujer de Texaco-Repsol, que todavia seguia acurrucada contra la pared y

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