chimpances, y que en sus manifestaciones verbales hay una intencionalidad expresiva. El bubi es omnivoro y muy voraz. Se alimenta fundamentalmente de insectos, vegetales y cereales ricos en fibra, pero si tiene hambre puede comer casi de todo, en especial trapos y cartones. Ese roer constante le ha ganado en la Tierra el apodo coloquial de tragon. Diversas asociaciones animalistas han presentado recursos legales, tanto regionales como planetarios, pidiendo que los bubes tengan la misma consideracion taxonomica que nuestros grandes simios, y que, por lo tanto, sean reconocidos como sintientes.

Luego venian varios articulos mas con detalles anatomicos y etologicos, pero Bruna se los salto. Volvio a mirar al animal. Seguia temblando.

– Tranquilo… no te voy a hacer dano… -dijo la detective con suavidad.

El bicho tenia sangre en el brazo: tal vez una lesion producida por los cristales del espejo roto. Era una sangre roja y brillante, como la de los humanos y los reps. Bruna alargo la mano muy despacio y el bubi se aplasto aun mas contra el armario y solto un pequeno gemido.

– Sssssss… Calla… tranquilo… Solo quiero ver tu herida…

El pelo del animal era grueso y fuerte, pero mucho menos aspero de lo que la rep esperaba. Aparto un poco los rizos pegoteados de sangre y miro la herida con cuidado. No parecia gran cosa. Un pequeno corte superficial y ya no sangraba. Debajo de la pelambre rojiza, la piel era gris.

– Bueno… No pasa nada. ?Ves? Tranquilo…

Le acaricio un poco el cogote y la espalda. Comprendia que los tragones tuvieran ese exito, era un bicho gracioso que provocaba ternura. El animal fue dejando de temblar bajo su mano, aunque seguia mirandola con fijeza y con la expresion alerta. Bruna se puso en pie.

– ?Y ahora que hago contigo?

– Bartolo. Cata. Bartolo bonito, Bartolo bonito -dijo el bubi.

Dicho lo cual, saco de detras de su cuerpo la esquina rota de la alfombra y, agarrandola delicadamente con sus dos manitas de dedos grisaceos, se puso a roerla.

Cata, penso Bruna. ?O sea que Cain tenia un bubi de mascota? Y Bartolo debia de ser el nombre del animal. Tendria que avisar a alguna sociedad protectora de animales.

– ?Bartolo? ?Tu eres Bartolo?

– Bartolo bonito -repitio el tragon sin dejar de masticar.

A juzgar por el destrozo circundante, Bartolo habia estado solo y sin comida en estos nueve ultimos dias. Probablemente se habia escapado al patio, asustado, durante el registro policial, y por eso no lo descubrieron… Aunque cuando ella llego con el conserje tampoco le vio. ?Habria huido antes? Imaginemos que Cain fue asaltada y que le metieron a la fuerza la mema asesina, se dijo Bruna. Imaginemos que el bubi fue testigo del ataque y salio corriendo por la ventana. ?Seria capaz de reconocer de algun modo al agresor? ?No decian que era un animal tan inteligente? Le observo con ojo critico mientras roia aplicadamente la alfombra y no quedo muy impresionada con lo que veia.

Decidio desentenderse por el momento de la mascota y se puso a registrar la casa con rapida eficiencia. El dormitorio, el cuarto de bano y, por ultimo, la sala. No encontro nada que mereciera la pena. El bubi la habia seguido timidamente a todas las habitaciones, pero se instalaba en un rincon y no daba la lata. Cuando termino de revisar la zona de la cocina, que estaba bastante desprovista de todo, Bruna se volvio hacia el animal.

– ?Pero que…!

En dos zancadas se acerco al bubi y le arranco de las manos su chaqueta de lana. Es decir, los restos medio comidos de su estupenda chaqueta de lana autentica. La habia dejado en la sala cuando entro y no se habia dado cuenta de que el tragon se la estaba comiendo. Lo miro indignada.

– Bartolo hambre -dijo el bubi con expresion contrita.

Voy a llamar ahora mismo a una protectora para que se lo lleven, penso enrabietada. Pero luego decidio que seria mejor verificar primero la procedencia de la mascota. Se agacho y cogio al animal. El bubi se abrazo a su cuello con confianza. Tenia un olor aspero y caliente, no desagradable. Olor a musgo y cuero. La rep salio de casa de Cain, cerro la puerta y quito la pinza de espejo para que volviera a funcionar el cordon policial. Luego fue en busca de alguno de los dos conserjes que residian en el enorme edificio de apartamentos. Consiguio encontrar a uno, el mismo que la habia acompanado a casa de Cata el dia de autos. Obviamente le habia levantado de la siesta y estaba de bastante mal humor.

– Es domingo, Husky. Vosotros los inquilinos os creeis que porque vivimos aqui somos vuestros esclavos - gruno en medio de una nube de halitosis.

– Lo siento. Solo una pregunta: ?sabes si este animal era de Cata Cain?

El hombre lo miro con ojos adormilados y rencorosos.

– No se si era este, pero Cain tenia uno igual, si.

– ?Y por que no lo dijiste cuando fuimos a su casa?

– ?Tenia alguna importancia? Ademas, mejor que hubiera desaparecido. Yo por mi prohibiria todas las malditas mascotas. Ni perros ni gatos ni pajaros ni nada. No hacen mas que ensuciar. ?Y luego quien limpia? El esclavo, claro.

– Esta bien, esta bien. Gracias y perdona la molestia -dijo la rep, dandole un billete de diez gaias.

De modo que Bartolo era, en efecto, el animal de compania de Cata, se dijo Bruna. La detective estaba en mitad del descansillo con el tragon en los brazos, sin saber bien que hacer. Entonces escucho su respiracion, diminuta y regular. Un pequeno ronquido. El bubi se habia quedado dormido sobre su hombro. Que demonios, se dijo la rep: me lo llevare por el momento a casa y luego ya veremos.

Bruna se desperto con un pie helado y el otro hirviendo, y cuando se incorporo adormilada en la cama para ver que pasaba, descubrio con extraneza que una de sus extremidades estaba al aire y la otra cubierta por una especie de cojin peludo y rojo. Le costo unos instantes reconocer que ese cojin era en realidad un animal y recordar al bubi que habia rescatado de casa de Cain la tarde anterior. El tragon estaba enroscado sobre su pie derecho y masticaba placidamente la manta termica, a la que ya habia practicado un agujero considerable por el que asomaba el pie izquierdo. Con el agravante, constato ahora la rep con repugnancia, de que lo tenia empapado por las babas de la criatura, de ahi lo frio que se le habia quedado. La androide rugio y lanzo al bubi al suelo de un puntapie. La criatura solto un ganido.

– Bartolo bonito… Bartolo bonito… -balbucio.

– Te voy a dar yo a ti Bartolo bonito… Ahora mismo voy a llamar a una protectora -rezongo la androide

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