Yiannis suspiro.

– Si… supongo que todo depende de lo que hagas.

Unos minutos mas tarde, cuando Bruna salio del bar, todavia se encontraba un poco irritada: siempre habia creido que su amigo estaba tan cerrado como ella a las veleidades sentimentales. Una vez mas, volvio a sentirse extrana. Diferente a todos. Rara tambien incluso entre los reps. Un autentico monstruo, como decian los supremacistas. Pero un momento, ?un momento! Ahora era ella quien estaba cayendo en la autocompasion. Por el gran Morlay. Era un maldito vicio blando y contagioso.

Alta y cimbreante, con sus curvas neumaticas convencionalmente cenidas por el traje y la melena rubia flotando sobre los hombros, la detective no paso inadvertida cuando entro en el Saturno, que resulto ser un bar de estilo retro, con veladores de marmol y apliques seudomodernistas. Un ambiente adecuadamente arcaico para tipos retrogrados. Eran las ocho de la tarde y el local estaba medio lleno: todos humanos, mas hombres que mujeres, la mayoria jovenes. Bruna dio una lenta vuelta por el bar, como si estuviera dudando sobre el sitio en el que instalarse, mientras estudiaba disimuladamente al personal y se dejaba ver. Cuando estuvo segura de que absolutamente todos los presentes se habian dado cuenta de su llegada, se sento en una mesa proxima a la puerta y pidio de nuevo un vodka con limon natural y dos piedras de hielo: le gustaba desarrollar la personalidad ficticia de sus camuflajes y ser fiel a los menores detalles hasta casi llegar a creerselos. Ahora, por ejemplo, empezaba a sentir que no habia otro trago mejor que el vodka con limon. Dio un sorbo a la copa que le trajo el robot y atisbo alrededor a traves de la veladura de sus pestanas. Un par de mujeres y media docena de hombres estaban contemplandola con ojos golosos, intentando atrapar su mirada e iniciar algun tipo de intercambio. Tras un breve analisis, decidio que ninguno parecia muy util, aunque dos de los jovenes formaban parte de un grupo bastante prometedor que estaba sentado en torno a un par de veladores. En ese momento, uno de los dos chicos se levanto y vino hacia ella, contoneante y retador como un tonto gallito. Se detuvo de pie junto a la mesa.

– Eres nueva por aqui -afirmo.

– Si.

El tipo agarro una silla y se sento confianzudo.

– Te dire lo que vamos a hacer: nos vamos a tomar otra copa, una ronda a la que invito yo, y mientras tanto me cuentas quien eres -dijo.

– Te dire lo que tu vas a hacer -contesto Bruna-. Vas a volver a tu mesa, y vas a decirle a ese hombre moreno del chaleco verde que me gustaria hablar con el.

El hombre del chaleco tenia unos cuantos anos mas y parecia ser el de mayor autoridad dentro del grupo. Era esa sensacion de estricta jerarquizacion lo que le habia hecho intuir a Bruna que podian ser supremacistas militantes.

– ?Y por que demonios crees que voy a obedecerte? -dijo el chico, sulfurado.

– Porque, si no lo haces, es posible que el hombre del chaleco verde se cabree contigo.

El joven resoplo, furioso, pero se levanto como un cordero y fue directo a su mesa a dar el recado. He aqui un chico que sabe obedecer, penso la rep.

El tipo de verde escucho el mensaje y se tomo su tiempo. Mejor, se dijo Bruna: cuanto mas tiempo, mas alto debe de estar en la escala de mando. Vio que el hombre pedia algo al robot, y ella encargo tambien otro vodka. Cinco minutos mas tarde, tras haberle dado un par de sorbos a su nueva cerveza, el individuo del chaleco se levanto y se acerco a ella.

– Tu diras…

Era bajito y malencarado, todo lleno de musculos, probablemente implantes de silicona. Bruna sonrio. Ella era rubia, ella era curvilinea, ella era una retrograda. ?Como sonrien las rubias ultrafemeninas y ultraconvencionales? Desde luego, no con llamas en los ojos, como Bruna, sino con una ofrenda, una humeda blandura, evidenciando que la boca es otra oquedad. Una sumision prometedora. Bruna-Annie sonrio coquetamente y dijo:

– Veras, me han dicho que en este bar se reune la gente del PSH, y evidentemente tu eres la persona mas importante que hay ahora mismo en el local. Por eso creo que puedes ayudarme. Quiero conseguir una cita con Hericio.

El hombre arrugo comicamente la cara, atrapado entre dos emociones opuestas: el halago personal y el recelo ante la demanda. Dubitativo, se dejo caer en la misma silla que habia usado el chico antes.

– Imaginemos por un momento que soy del PSH. ?Por que quieres ver a Hericio?

– Porque es el unico que parece saber que hacer en estos momentos de peligro y de insensatez. Porque estamos condenados al desastre en manos de un gobierno de inutiles chuparreps. Porque, como todas las personas de bien, veo el abismo al que nos estamos dirigiendo si no le ponemos remedio. Porque quiero colaborar en la defensa de la Humanidad, que es lo que esta en juego, nada mas y nada menos… -clamo enfaticamente.

Y luego, en un rapto de suprema inspiracion, anadio:

– Porque no quiero dejarle a mi futuro hijo el legado de un mundo corrupto, pervertido y abyecto…

Y sonrio con su expresion mas maternal y desvalida.

La soflama de Bruna-Annie parecio hacer cierta mella en el hombre, que se rasco dubitativo el menton, es decir, los implantes del menton, que le proporcionaban una mandibula de aspecto mas viril y poderoso. Los biceps de silicona subian y bajaban como pelotas de tenis bajo el blando pellejo de sus brazos. Pero de todos modos no estaba convencido todavia.

– Ya. Y tu de repente apareces ahora de la nada, diciendo todas esas bellas palabras, y quieres que te creamos. ?De donde sales? ?Quien demonios eres? No te he visto nunca por aqui ni por ninguna de nuestras actividades.

– Naci en la region britanica, pero vivo en Nueva Barcelona. Toma, te paso mi numero civil. Hace tres dias acudi a una manifestacion supremacista y me detuvieron acusada de agredir a un rep. Al final me dejaron ir por falta de pruebas. Pero soy profesora de universidad y no puedo permitirme ese tipo de cosas o me echaran de la docencia… ya sabes que son muy rigidos con eso. Por eso he venido a Madrid a ofrecer mi ayuda. Mejor actuar aqui y vivir en Nueva Barcelona. Que lo que haga tu mano derecha no lo sepa la izquierda.

El hombre asintio.

– Pero para colaborar en la causa no necesitas ver a Hericio. Yo soy Serra, uno de sus lugartenientes. ?No te basta conmigo?

Bruna intento poner cara de gatita, rebajar su habitual expresion de tigre a simple minino. Los rellenos de mofletes ayudaban porque redondeaban su boca en un gesto pavisoso.

– Me encanta no haberme equivocado… Sabia que eras alguien importante, eso se nota. Sin embargo, de todos modos necesito hablar con Hericio. Porque estoy pensando en hacer una donacion al partido. Se que estais en un periodo de PeEfe. Pues bien, yo quiero dar algun dinero para la causa. Pero deseo estar segura de que Hericio es de verdad como parece ser. De que nos mueven las mismas ideas.

Serra cabeceo. Mencionar el dinero parecio resolver bastantes de sus dudas.

– Esta bien. Vere lo que puedo hacer. ?Donde te puedo localizar?

– Estare en el Majestic. Pero solo tres dias.

– Tendras noticias -dijo.

Y se alejo, las pelotas de tenis retemblando como una gelatina a cada paso.

Al poco de salir a la calle, Bruna advirtio que la estaban siguiendo. Ya habia supuesto que le pondrian una sombra y procuro facilitarle la tarea porque era una sombra muy mala, uno de los chicos jovenes que estaban con el hombre del chaleco. Tan torpe, la pobre criatura, que casi le dieron ganas de decirle que llamara a Lizard, para que le diera unas cuantas clases sobre como perseguir a alguien sin ser visto.

Entro en el hotel Majestic y pidio una habitacion a nombre de Annie Heart. El Majestic era un establecimiento de mediados del siglo XXI que habia sido recientemente revocado y convertido en un cuatro estrellas de gama baja. Bruna habia estado alojada en el cuando llego a Madrid y, como siempre hacia, habia tomado nota de sus posibilidades. Subio a su cuarto, que estaba en el ultimo piso, y verifico que todo seguia siendo como recordaba: si estabas registrado en el hotel y tenias una llave, podias descender hasta la calle por las escaleras de emergencia, que se encontraban en el exterior del edificio, en la parte de atras, dando a un parque-pulmon en el que casi nunca habia nadie. Dejo la bolsa en la habitacion y bajo al bar, que estaba medio lleno. Eran las once de la noche y tenia hambre. Pidio un sandwich gigante de autentico pollo y un vodka con limon natural y dos piedras

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