El viejo corazon redoblaba con esfuerzo en su pecho y el tobillo que acababa de torcerse le dolia. Si, verdaderamente era un imbecil.

En caso de necesitarlo, Nopal podia desaparecer en menos de una hora. Disponia de media docena de pisos secretos diseminados por el mundo y de un punado de identidades falsas. Es decir, Pablo Nopal no siempre se llamaba Pablo Nopal. De hecho, la mitad de la existencia del memorista permanecia sumergida en las oscuras aguas de lo no visible, como los icebergs artificiales del Pabellon del Oso. Ano tras ano, con perseverancia y un notable ingenio para lo clandestino, el escritor se habia ido construyendo una vida paralela. Empresas fantasmas, testaferros que desconocian para quien estaban trabajando, chapas civiles tan perfectamente falsificadas que eran imposibles de detectar (de hecho, eran cedulas autenticas confeccionadas por funcionarios corruptos).

Y una red clandestina de informantes, porque no hay poder sin conocimiento. Tal vez fuera cierto que el dinero no daba la felicidad, pensaba el memorista, pero compraba seguridad, que era algo mejor y menos volatil que la dicha. ?A que mas podia aspirar un hombre sensato sino a estar razonablemente protegido del dolor? Aunque para ello hubiera que recurrir a metodos socialmente reprobados, a comportamientos prohibidos.

Nopal no habia escogido ser asi. No habia elegido voluntariamente el camino de la ilegalidad, de la misma manera que el marginado social no escoge la marginalidad, sino que se encuentra desterrado al otro lado de la linea de lo normal. El destino habia sido injusto con el memorista, el destino se habia ensanado con el, y el habia tenido que aprender a defenderse y a responder a la violencia con violencia. El verdadero superviviente es aquel que no duda en hacer lo que sea necesario para sobrevivir, y Nopal no dudaba. A menudo se admiraba de si mismo, se contemplaba con una curiosidad no exenta de sorpresa, porque no conseguia entender como era posible que, gustandole tan poco la vida, fuera capaz de aferrarse a ella con tanta tenacidad, con tanta fiereza. Tal vez lo hiciera por orgullo, por la firme decision de no dejarse humillar nunca mas. O quiza se tratara de un automatismo de las celulas, del empeno de la carne en seguir siendo, de esas febriles ansias de vivir que hacian que algunos enfermos terminales, pese al dolor y el deterioro, pelearan hasta su ultimo aliento por alargar tan penosa existencia. Si, la metafora del enfermo no era mala, penso el memorista: de alguna manera, Nopal siempre habia sentido que habia algo patologico en el, algo doliente. La vida era una maldita enfermedad que te acababa matando.

Bruna entro en el cuarto del hotel casi a ciegas: las alteraciones visuales eran una demoledora consecuencia de la migrana. Se abalanzo sobre su mochila y saco una subcutanea de paramorfina. Todavia le quedaban tres dosis de las ocho que le habian dado en el hospital. La aplico en el brazo con manos temblorosas y se dejo caer agotada sobre la cama para esperar su efecto. Enseguida sintio como la droga empezaba a recorrer su cuerpo con pasitos de fieltro, apagando los latidos de dolor, subiendo con su frescor de nieve hasta la amigdala, barriendo el torbellino de corpusculos brillantes que la impedian ver. Ah. Que indescriptible alivio.

Abrio los ojos con un pequeno sobresalto. Vaya, se habia quedado dormida. Miro el reloj: habia perdido una hora, pero se sentia extraordinariamente bien. Descansada y como nueva. Estaba en la habitacion que habia alquilado como Bruna, aunque todavia llevaba puesto su disfraz de humana. Cuando llego se sentia tan mal que solo podia pensar en echar mano a la paramorfina y no respeto sus propias normas de trabajo. Esperaba que nadie la hubiera visto entrar en el cuarto, y que nadie se fijara en las grabaciones de seguridad. Habia sido un error, pero de todas maneras iba a dejar el hotel enseguida. Se levanto de un brinco y comenzo a despojarse a toda prisa de Annie Heart. Cuando Husky volvio a aparecer en el espejo con la linea tatuada surcando su cuerpo (partiendola, atandola, como decia el esencialista) se sintio extranamente feliz. Fue como recuperar a una vieja amiga.

Hizo su equipaje y paso a la habitacion de Annie para recoger tambien alli sus pertenencias. Ya estaba a punto de acabar cuando llamaron a la puerta.

– Mierda…

Miro en la pantalla y vio la imagen de un robot. Sonrio, subitamente animada: acababa de recordar la pistola de plasma. Puede que el cretino de Serra no hubiera anulado el trato. Cuando abrio la puerta comprobo que se trataba de un mensajero viejo y abollado. No debia de tener reconocimiento visual, lo cual le convenia. Al detectar la presencia de Bruna, el artefacto empezo a escribir frases en su cinta luminosa.

Paquete para Annie Heart

Solo entrega personal verificada

Identificacion por favor

La detective saco la chapa civil falsa que le habia proporcionado Mirari y la acerco al ojo del robot. El trasto solto un pitido de confirmacion.

Identificacion aceptada

Entrega requiere pago previo

500 papelgaias

Bruna salio al pasillo, se acerco a la caja automatica que habia en todos los pisos junto a los ascensores, pago las dos habitaciones, la de Annie y la suya, y a continuacion saco cinco lienzos contra su credito. Volvio junto al robot y metio el dinero por la ranura. La tapa de la caja blindada se abrio y aparecio un bonito kit completo de masaje electronico tailandes.

– Pero ?que demonios…?

El robot se alejaba ya pasillo adelante dando chirridos. Bruna estuvo a punto de hacerlo regresar y exigir la devolucion de sus gaias, pero luego lo penso mejor. Entro en el cuarto, despejo la superficie de la pequena mesa y abrio el paquete. Dentro habia un extrano objeto ovoide de silicona con ruedas y ventosas, presumiblemente el kit de masaje tailandes capaz de recorrer tu cuerpo de manera automatica sobando y chupando y untando de aceites esenciales. El objeto se abria por la mitad para poder meter los diversos unguentos; cuando Bruna lo abrio, encontro alli dentro la pistola de plasma. Un escondite ingenioso: la forma del arma se adaptaba a la del aparato de masaje. La pistola tenia un aspecto casero y horrible: parecia confeccionada con piezas recicladas y desparejas. Por eso era tan barata. Coloco el arma en carga minima y en microimpacto, apunto a un lateral de la cama y disparo. Hubo una levisima y silenciosa vibracion de luz; luego Bruna se agacho y comprobo que en la parte baja del colchon se veia un infimo agujero, algo asi como el hueco dejado por una polilla. Parecia que ese feo trasto funcionaba. Mejor eso que nada. Las cosas estaban poniendose demasiado peligrosas para no ir armada.

Cuando salio del Majestic ya era noche cerrada, pero se percibia cierto entibiamiento del aire: la crisis polar debia de estar empezando a remitir. Aunque llevaba el peso de los equipajes, ni siquiera intento coger un taxi: seguro que a esas horas y con el miedo reinante nadie pararia a una rep como ella. Las cintas rodantes volvian a funcionar y Bruna apreto el paso para combatir el frio y para huir del bombardeo de las pantallas publicas, que seguian pasando imagenes violentas de los tecnohumanos, declaraciones supremacistas, entrevistas con Chem Cones y Hericio, noticias sobre otros disturbios semejantes sucedidos en diversos rincones de los EUT. Ardian las pantallas de odio especista. Bruna se pregunto si los inicios de la Guerra Rep fueron asi. ?Se habrian sentido los androides igual de perseguidos, igual de apestados en el fatidico ano 2060? ?Y aquellos judios del siglo XX? ?Aquellos que terminaron siendo exterminados en hornos crematorios? ?Habrian advertido el comienzo de su fin de la misma manera que ella advertia ahora la escalada politica y legal contra los tecnohumanos? Cuatro anos, tres meses y trece dias. Tal como estaban las cosas, ?que tragedias podrian suceder en esos cuatro anos que le quedaban? Ni siquiera sabia si alcanzaria a vivir hasta su TTT. El futuro era una aplastante piedra negra, un fragor de avalancha.

Archivo Central de los Estados Unidos de la Tierra

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