enorme y parecia un claustro medieval. Se trataba de un edificio muy antiguo; Bruna sabia que originalmente habia sido un hospital y que luego fue un importante museo de arte durante mas de un siglo. Las Guerras Roboticas lo destrozaron y en la reconstruccion se volvio a recuperar su uso sanitario. La rep se acerco a las ventanas a echar un vistazo al oscuro exterior y advirtio que los cristales estaban recorridos por una cuadricula de lineas electromagneticas. Rejas. Seguia estando en una celda, aunque mas grande.

– Hola, Husky.

Bruna se volvio. En la puerta estaba Paul Lizard. Hizo una mueca rara que podria ser cualquier cosa, desde una sonrisa a un gesto de desprecio, y entro en la habitacion y se acerco a ella. Traia dos cafes en las manos.

– ?Quieres?

– No.

– Bueno.

El hombre se bebio calmosamente uno de los cafes y a continuacion se bebio el otro. Luego se quedo mirandola con gesto preocupado.

– Me ha costado mucho conseguir que te trajeran aqui. Por fin he logrado convencer a la delegada del Gobierno Terrestre. Le he dicho que, tal como estan las cosas, no podiamos garantizar tu integridad si la gente sabia donde estabas. Y es verdad.

Bruna callo.

– Me autorizo el traslado porque dije que te encerraria aqui: esta obsesionada con que no te escapes. Este hospital tiene un ala de psiquiatria de alta seguridad. Estan buscando una habitacion en la que meterte. Se supone que solo media docena de personas sabemos donde estas. Ya veremos. Estoy convencido de que la policia esta infiltrada.

– Ya… -resoplo la rep con desaliento.

– ?Que tal te sientes?

– Muy cansada.

– Pues intenta dormir un poco. Tenemos dias muy duros por delante.

La rep aprecio esa primera persona del plural: «tenemos»… Hizo que se sintiera un poco menos sola. Miro a Lizard: el tambien tenia un aspecto livido y exhausto.

– Gracias por todo, Paul.

– No me las des. Es frustrante no haber conseguido resolver este caso. Estamos intentando identificar al tipo que te ataco ayer… ?Como supo que estabas en el circo? Incluso llegue a pensar que te podian haber implantado un chip intramuscular de localizacion, pero en el rastreo que te hicieron anoche antes de entrar en el calabozo no habia nada…

Lizard callo unos instantes y luego miro de refilon a la rep.

– Fue una pena que mataras a ese hombre. Habria sido muy util poder interrogarlo.

La detective se puso rigida.

– Iba a disparar a Maio.

– No te estoy acusando, Bruna.

– No me estoy defendiendo, Lizard.

Algo amargo y punzante se habia instalado de repente entre ellos. El inspector gruno y se froto la cara con la mano.

– Bien. Voy a ver si hay algo nuevo. Volvere mas tarde.

Fue hasta la puerta, golpeo con los nudillos y le abrieron. Iba ya a salir cuando Bruna le grito desde el otro lado de la habitacion:

– ?Eh! Vosotros me habeis hecho como soy.

– ?Que?

– Soy una tecno de combate. Vosotros me habeis hecho tan rapida y tan letal.

El hombre la miro con el ceno fruncido.

– Yo no he sido quien te ha hecho asi… Ademas, a mi me gustas como eres.

Siguiendo el consejo de Lizard, Bruna se habia instalado en un par de sillas junto a la ventana y llevaba una hora intentando dar una cabezada. Pero cada vez que el sueno le soltaba los musculos y comenzaba a nublarse su conciencia, experimentaba una brusca y aterradora sensacion de caida que la volvia a espabilar de golpe. Las pulseras y el collar de retencion resultaban pesados e incomodos, y las rejas electromagneticas zumbaban tenuemente en el silencio como mosquitos tenaces. Miro hacia el patio-claustro. Amanecia. El aire tenia un denso color azulon que se iba aclarando por momentos, como si destinera. Se levanto y, tras caminar torpemente con sus piernas trabadas hasta el interruptor de luz, apago los tubos ecoelectricos. Inmediatamente el nuevo dia entro por las ventanas con empuje arrollador. Cuatro anos, tres meses y diez dias. Y esta nueva jornada tambien prometia ser calamitosa.

Regreso anadeando al mismo lugar junto a la ventana. Podria haber elegido entre una veintena de asientos, pero humanos y tecnos eran criaturas de costumbres: enseguida intentaban hacer un nido de una maldita silla de hospital. Eran las 07:10. ?Le darian algo de comer si lo pidiera? Cuatro anos, tres meses y diez dias.

La puerta se abrio timidamente y aparecio la cabeza de Habib. El dirigente rep entro, cerro la hoja a sus espaldas y sonrio azorado.

– ?Habib! -exclamo Bruna con alivio.

Nunca penso que ver a otro androide iba a alegrarle tanto.

– ?Te ha avisado el abogado de oficio? No sabia si lo haria, era un imbecil…

El hombre llego junto a ella y le dio unas desmanadas y amistosas palmaditas en el hombro.

– Ya lo siento -dijo con simpatia.

A continuacion, todavia sonriendo, saco con rapida habilidad una pistola de plasma y pego el canon a la sien de la detective. Bruna le miro atonita.

– Lo siento, Husky. No me caes mal. Pero si supieras todo lo que hay en juego… Fue una proposicion imposible de rechazar.

La mano del hombre temblo ligeramente, un movimiento infimo e involuntario que, la detective lo sabia bien, antecedia en una decima de segundo al disparo, y supo que era el fin. Los heroes mueren jovenes, penso absurdamente en su ultimo instante. Pero de pronto se hundio el mundo. Un tremendo estallido, una lluvia de cristales rotos, Habib desplomandose: todo esto sucedio al mismo tiempo. Bruna se puso en pie y un monton de fragmentos de vidrio se desprendieron de ella y cayeron tintineando sobre el suelo. Se inclino sobre el cuerpo yacente. Estaba muerto. Tenia un agujero negro y redondo en mitad de la frente, y un boquete en la parte posterior del craneo. Se fijo en el arma: esa pistola despareja y mal hecha que llevaba Habib era la que le habia vendido el lugarteniente de Hericio.

– ?Por el gran Morlay!

Sangre y sesos manchaban las brillantes esquirlas de cristal que habia por todas partes. La rep miro hacia el ventanal: alguien habia disparado desde fuera y el vidrio se habia roto, aunque la cuadricula electromagnetica seguia en funcionamiento y bisbiseando.

La puerta batio contra la pared al abrirse violentamente y Lizard entro como un ariete con el arma en la mano.

– ?Es Habib! ?Esta muerto! -barboto la androide.

El inspector le echo una ojeada al cadaver.

– ?Quien ha disparado?

– No lo se. Desde fuera…

Lizard se acerco a los ventanales. El patio estaba empezando a llenarse de gente atraida por el ruido.

– Paul… Habib venia a matarme.

El inspector se volvio y la miro.

– Esa pistola… ?Ves el plasma que lleva en la mano? Esa pistola era mia. Me la quitaron anteayer cuando me secuestraron.

– Por todos los sintientes, Bruna, ?cuantas mas armas tienes escondidas por ahi para que te las roben? En fin… Supongo que tambien manipularon el cerebro de Habib para que hiciera esto.

Bruna nego lentamente con la cabeza. Estaba segura de que el tecno se encontraba en plenas

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