facultades.

– ?Que aspecto tenia yo bajo los efectos del cristal de sal? ?Como me comportaba?

– Como si hubieras enloquecido.

Igual que Cata Cain, la vecina rep que se vacio un ojo. Esa apariencia tensa, febril y delirante.

– Habib actuaba con toda normalidad. Me dijo que lo sentia, pero que le habian hecho una oferta irresistible. Estoy segura de que estaba implicado en la trama. Pero ?por que? ?Y quien lo ha matado?

Lizard pulso su movil.

– Estoy pidiendo refuerzos. No me atrevo a dejarte sola.

En ese momento asomaron por la puerta la mujer policia y su companero.

– ?Donde os habiais metido? Teniais la obligacion de vigilar esta sala en todo momento -trono el inspector.

Los policias abrieron y cerraron las bocas con aire confuso.

– Yo… Me maree y… Nos fuimos a… -balbucio la mujer.

Lizard les apunto con su reluciente plasma de reglamento.

– Entregadme ahora mismo las armas. Estais arrestados.

La pareja obedecio con consternada docilidad y manos temblorosas, y despues Lizard les obligo a que se esposaran mutuamente a los viejos tubos de la calefaccion del pasillo. El inspector volvio a entrar en la sala y cerro la puerta a sus espaldas, desalentado.

– Tu que crees, Bruna, ?son unos ineptos o unos corruptos? No hay manera de poder fiarse de nadie en este maldito caso…

El hombre se acerco a Habib intentando no pisar los sesos desparramados por todas partes y escudrino el cadaver.

– ?Y dices que es tu pistola?

– Si. Me la puso en la sien. Creo que queria que pareciera un suicidio. Seguramente lleva un guante de dermosilicona para no dejar huellas.

Lizard asintio.

– Es probable. ?Y como pudo saber donde estabas?

– Yo… yo le dije al abogado de oficio que le avisara.

El inspector resoplo con malhumor.

– Ya. Bueno, he llamado a unos companeros de confianza para que vengan a protegerte… Llegaran enseguida. Claro que tambien vendra el juez, y la policia cientifica, y los encargados de llevarse a la pareja de imbeciles que he dejado esposados, y seguro que tambien aparecera algun mando de la policia o algun politico a protestar. Eso seguro. De manera que este lugar se va a poner de lo mas concurrido. Voy a ver si encuentro otro sitio donde meterte.

Bruna le miro con la expresion transfigurada.

– Paul…

– ?Que ocurre?

– Estoy pensando que… ?Por que ese empeno en matarme? Ya han conseguido lo que querian de mi… Bueno, no solte el gas, pero han hecho que parezca culpable del asesinato de Hericio. ?De que les sirve quitarme ahora de en medio?

– Para que no puedas demostrar tu inocencia.

– Si, pero… ?por que esa urgencia en acabar conmigo? Ahora mismo puedo dar mucho juego en los medios y serles muy util. Saldre en todas partes como la rep asesina. Pero parece que estan desesperados por liquidarme. Ayer mandaron a ese tipo y hoy ha venido el mismo Habib, que no creo que fuera una pieza menor en la conjura… Cuanto se estan arriesgando para matarme. ?Por que?

Lizard apelotono la carnosa frente.

– ?Por que crees tu?

– Mi hijo… El recuerdo de mi hijo. ?Era tan real! Y todo ese carino y ese dolor…

Bruna se estremecio.

– Aun escuecen por ahi dentro… Escucha: ?y si han usado de modelo memorias reales? Algunos memoristas lo hacen… Se que el mio lo hizo. Seguramente eso les era mas facil que inventar algo lo suficientemente intenso y creible. ?Y si ese nino existio de verdad? ?Y si temen que todavia pueda recordar algo? Es decir, ?y si temen que pueda recordarlos?

– ?Y podrias? -pregunto Lizard con interes-. El cristal de sal ya se ha deshecho…

– Pero quedan restos… pizcas de sentido. Aunque se van borrando rapidamente. Como se borra el recuerdo de un sueno a medida que el dia avanza.

– Pues entonces ponte a ello ahora mismo… Intentalo… ?Que necesitas?

– Un poco de silencio… Concentrarme… Tal vez ayudaria la oscuridad…

Por fortuna los ventanales tenian estores venecianos y Lizard los bajo. La habitacion quedo sumida en una penumbra fria. Se instalaron en la mesa de despacho, lo mas lejos posible del cadaver. Sentada de espaldas a Habib, Bruna apoyo los codos en la mesa, enterro la cara entre sus manos e intento recordar.

Era como bajar a un sotano entre tinieblas.

Una mano regordeta. Es lo primero que vio. Una mano acolchada de bebe con pequenos hoyos en los nudillos.

Una subita pena le apreto la garganta. Ah, esa conmovedora, inigualablemente hermosa mano de su hijo. Ese nino por el que ella estaba dispuesta a morir y a matar.

Los recuerdos iban llegando rotos, fragmentados, como briznas de un naufragio que las olas depositan sobre la orilla. Un golpe de mar y aparecio la imagen del nino corriendo detras de una pelota, sudoroso y feliz; un burbujeo de espuma y ahora veia a Gummy en el hoyo de su camita, despertandose con los labios todavia hinchados por el sueno.

Ese nino por el que ella estaba dispuesta a morir y matar.

Un dolor daba vueltas por el fondo de su cerebro como un escualo.

Gummy cantando. Gummy lloriqueando sin ganas de llorar. Casas y escaleras, alamedas moteadas por la luz del sol, el ruido del viento. El nino sonreia desde los brazos de alguien. Ese nino sonriente estaba muy quieto. Y tambien permanecia quieta la persona que le tenia en el regazo. Se trataba de una foto. Y quien sostenia al nino era una mujer. Matar y morir. Bruna conocia a esa mujer. Estaba mas joven y se vestia de otro modo, pero sin lugar a dudas la conocia. La rep abrio los ojos.

– Es RoyRoy.

Tras la muerte de Habib las revelaciones se habian ido sucediendo a un ritmo endiablado. Era como en esos tramos finales de la resolucion de un puzle, penso Bruna, cuando las pocas piezas restantes empezaban a encajar unas con otras vertiginosamente, como si se atrajeran, hasta cerrar el hueco que quedaba, la ultima tierra incognita del rompecabezas, mostrando por fin el diseno completo.

En el despacho de Habib se habia encontrado un segundo ordenador que, aunque blindado por un sofisticado sistema de seguridad, fue facilmente reventado por los expertos, y que proporciono una mina de datos esenciales, desde los materiales con que habia sido confeccionada la holografia amenazadora recibida por Chi hasta una lista cifrada de contactos que estaba siendo analizada meticulosamente. El programa de reconocimiento anatomico demostro que el ojo reflejado en el cuchillo de carnicero era el del propio Habib. Ese ojo tan evidente como el de la nebulosa Helix, una presencia obvia en la que, sin embargo, Bruna jamas penso. Sin duda fue Habib quien proporciono a Chi los datos de los primeros replicantes muertos, y quien dejo la bola amenazante en su despacho; fue Habib quien sugirio que se infiltraran en el PSH, y quien mando la lenteja a Nabokov para que enloqueciera. Esa lenteja de datos era lo que debia de estar buscando tan furiosamente cuando registraron la casa de Chi. Siempre estuvo ahi, el maldito Habib, pero la detective no lo vio.

Uno de los primeros nombres que pudieron ser descifrados de la lista de contactos resulto ser el de un bravucon especista de medio pelo que ya habia tenido algunos problemas con la justicia por agresion y escandalo publico. El hombre fue detenido en su casa como un conejo en su madriguera y una hora mas tarde estaba confesando todo lo que sabia, que era bastante poco, aparte de que la Republica Democratica del Cosmos parecia estar relacionada de algun modo con el asunto. Cosa que, por otro lado, la policia ya suponia, porque si los expertos habian podido reventar tan facilmente el ordenador de Habib era porque ese sofisticado sistema de

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