gesticulantes y morian por millares. Toru, el mejor del grupo, sobresaliente en todas las materias. Siempre estudiando con su libro en la mano. Sabia jiu-jit-su. Una vez se canso y por poco hace pedazos a Dominguez. Lo obligo a pedirle perdon de rodillas. Nadie volvio a meterse con Toru. Hoy dirige una industria japonesa con cuatro mil esclavos mexicanos.
Soy de la Irgun. Te mato: Soy de la Legion Arabe. Comenzaban las batallas en el desierto. Le deciamos asi porque era un patio de tierra colorada, polvo de tezontle o ladrillo, sin arboles ni plantas, solo una caja de cemento al fondo. Ocultaba un pasadizo hecho en tiempos de la persecucion religiosa para llegar a la casa de la esquina y huir por la otra calle. Considerabamos el subterraneo un vestigio de epocas prehistoricas. Sin embargo, en aquel momento la guerra cristera se hallaba menos lejana de lo que nuestra infancia esta de ahora. La guerra en que la familia de mi madre participo con algo mas que simpatia. Veinte anos despues continuaba venerando a los martires como el padre Pro y Anacleto Gonzalez Flores. En cambio nadie recordaba a los miles de campesinos muertos, los agraristas, los profesores rurales, los soldados de leva.
Yo no entendia nada: la guerra, cualquier guerra, me resultaba algo con lo que se hacen peliculas. En ella tarde o temprano ganan los buenos (?quienes son los buenos?). Por fortuna en Mexico no habia guerra desde que el general Cardenas vencio la sublevacion de Saturnino Cedillo. Mis padres no podian creerlo porque su ninez, adolescencia y juventud pasaron sobre un fondo continuo de batallas y fusilamientos. Pero aquel ano, al parecer, las cosas andaban muy bien: a cada rato suspendian las clases para llevarnos a la inauguracion de carreteras, avenidas, presas, parques deportivos, hospitales, ministerios, edificios inmensos.
Por regla general eran nada mas un monton de piedras. El presidente inauguraba enormes monumentos inconclusos a si mismo. Horas y horas bajo el sol sin movernos ni tomar agua -Rosales trae limones; son muy buenos para la sed; pasate uno- esperando la llegada de Miguel Aleman. Joven, sonriente, simpatico, brillante, saludando a bordo de un camion de redilas con su comitiva.
Aplausos, confeti, serpentinas, flores, muchachas, soldados (todavia con sus cascos franceses), pistoleros (aun nadie los llamaba guaruras), la eterna viejecita que rompe la valla militar y es fotografiada cuando entrega al Senorpresidente un ramo de rosas.
Habia tenido varios amigos pero ninguno les cayo bien a mis padres: Jorge por ser hijo de un general que combatio a los cristeros; Arturo por venir de una pareja divorciada y estar a cargo de una tia que cobraba por echar las cartas; Alberto porque su madre viuda trabajaba en una agencia de viajes, y una mujer decente no debia salir de su casa. Aquel ano yo era amigo de Jim. En las inauguraciones, que ya formaban parte natural de la vida, Jim decia: Hoy va a venir mi papa. Y luego: ?Lo ven? Es el de la corbata azulmarina. Alli esta junto al presidente Aleman. Pero nadie podia distinguirlo entre las cabecitas bien peinadas con linaza o Glostora. Eso si: a menudo se publicaban sus fotos. Jim cargaba los recortes en su mochila. ?Ya viste a mi papa en el Excelsior? Que raro: no se parecen en nada. Bueno, dicen que sali a mi mama. Voy a parecerme a el cuando crezca.
III
Era extrano que si su padre tenia un puesto tan importante en el gobierno y una influencia decisiva en los negocios, Jim estudiara en un colegio de mediopelo, propio para quienes viviamos en la misma colonia Roma venida a menos, no para el hijo del poderosisimo amigo intimo y companero de banca de Miguel Aleman; el ganador de millones y millones a cada iniciativa del presidente: contratos por todas partes, terrenos en Acapulco, permisos de importacion, constructoras, autorizaciones para establecer filiales de companias norteamericanas; asbestos, leyes para cubrir todas las azoteas con tinacos de asbesto cancerigeno; reventa de leche en polvo hurtada a los desayunos gratuitos en las escuelas populares, falsificacion de vacunas y medicinas, enormes contrabandos de oro y plata, inmensas extensiones compradas a centavos por metro, semanas antes de que se anunciaran la carretera o las obras de urbanizacion que elevarian diez mil veces el valor de aquel suelo; cien millones de pesos cambiados en dolares y depositados en Suiza el dia anterior a la devaluacion.
Aun mas indescifrable resultaba que Jim viviera con su madre no en una casa de Las Lomas, o cuando menos Polanco, sino en un departamento en un tercer piso cerca de la escuela. Que raro. No tanto, se decia en los recreos: la mama de Jim es la
No es cierto, les contestaba yo. No sean asi. ?Les gustaria que se hablara de sus madres en esa forma? Nadie se atrevio a decirle estas cosas a Jim pero el, como si adivinara la murmuracion, insistia: Veo poco a mi papa porque siempre esta fuera, trabajando al servicio de Mexico. Si como no, replicaba Alcaraz: 'trabajando al servicio de Mexico': Ali Baba y los cuarenta ladrones. Dicen en mi casa que estan robando hasta lo que no hay. Todos en el gobierno de Aleman son una bola de ladrones. Ya que te compre otro suetercito con lo que nos roba.
Jim se pelea y no quiere hablar con nadie. No me imagino que pasaria si se enterase de los rumores acerca de su madre. (Cuando el esta presente los ataques de nuestros companeros se limitan al Senor.) Jim se ha hecho mi amigo porque no soy su juez. En resumidas cuentas, el que culpa tiene. Nadie escoge como nace, en donde nace, cuando nace, de quienes nace. Y ya no vamos a entrar en la guerra de los recreos. Hoy los judios tomaron Jerusalen pero manana sera la venganza de los arabes.
Los viernes, a la salida de la escuela, iba con Jim al Roma, el Royal, el Balmori, cines que ya no existen. Peliculas de Lassie o Elizabeth Taylor adolescente. Y nuestro predilecto: programa triple visto mil veces: Frankenstein, Dracula, El Hombre Lobo. O programa doble: Aventuras en Birmania y Dios es mi copiloto. O bien, una que al padre Perez del Valle le encantaba proyectar los domingos en su Club Vanguardias: Adios, mister Chips. Me dio tanta tristeza como Bambi. Cuando a los tres o cuatro anos vi esta pelicula de Walt Disney, tuvieron que sacarme del cine llorando porque los cazadores mataban a la mama de Bambi. En la guerra asesinaban a millones de madres. Pero no lo sabia, no lloraba por ellas ni por sus hijos; aunque en el Cinelandia -junto a las caricaturas del Pato Donald, el Raton Mickey, Popeye el Marino, el Pajaro Loco y Bugs Bunny-pasaban los noticieros: bombas cayendo a plomo sobre las ciudades, canones, batallas, incendios, ruinas, cadaveres.
IV
Eramos tantos hermanos que no podia invitar a Jim a mi casa. Mi madre siempre arreglando lo que dejabamos tirado, cocinando, lavando ropa; ansiosa de comprar lavadora, aspiradora, licuadora, olla express, refrigerador electrico. (El nuestro era de los ultimos que funcionaban con un bloque de hielo cambiado todas las mananas.) En esa epoca mi madre no veia sino el estrecho horizonte que le mostraron en su casa. Detestaba a quienes no eran de Jalisco. Juzgaba extranjeros al resto de los mexicanos y aborrecia en especial a los capitalinos. Odiaba la colonia Roma porque empezaban a desertarla las buenas familias y en aquellos anos la habitaban arabes y judios y gente del sur: campechanos, chiapanecos, tabasquenos, yucatecos. Reganaba a Hector que ya tenia veinte anos y en vez de asistir a la Universidad Nacional en donde estaba inscrito, pasaba las semanas en el Swing Club y en billares, cantinas, burdeles. Su pasion era hablar de mujeres, politica, automoviles. Tanto quejarse de los militares, decia, y ya ven como anda el pais cuando imponen en la presidencia a un civil. Con mi general Henriquez Guzman, Mexico estaria tan bien como Argentina con el general Peron. Ya veran, ya veran como se van a poner aqui las cosas en 1952. Me canso que, con el pri o contra el pri, Henriquez Guzman va a ser presidente.