Mi padre no salia de su fabrica de jabones que se ahogaba ante la competencia y la publicidad de las marcas norteamericanas. Anunciaban por radio los nuevos detergentes: Ace, Fab, Vel, y sentenciaban: El jabon paso a la historia. Aquella espuma que para todos (aun ignorantes de sus danos) significaba limpieza, comodidad, bienestar y, para las mujeres, liberacion de horas sin termino ante el lavadero, para nosotros representaba la cresta de la ola que se llevaba nuestros privilegios.
Monsenor Martinez, arzobispo de Mexico, decreto un dia de oracion y penitencia contra el avance del comunismo. No olvido aquella manana: en el recreo le mostraba a Jim uno de mis Pequenos Grandes Libros, novelas ilustradas que en el extremo superior de la pagina tenian cinito (las figuras parecian moverse si uno dejaba correr las hojas con el dedo pulgar), cuando Rosales, que nunca antes se habia metido conmigo, grito: Hey, miren: esos dos son putos. Vamos a darles pamba a los putos. Me le fui encima a golpes. Pasame a tu madre, pinche buey, y veras que tan puto, indio pendejo. El profesor nos separo. Yo con un labio roto, el con sangre de la nariz que le manchaba la camisa.
Gracias a la pelea mi padre me enseno a no despreciar. Me pregunto con quien me habia enfrentado. Llame 'indio' a Rosales. Mi padre dijo que en Mexico todos eramos indios, aun sin saberlo ni quererlo. Si los indios no fueran al mismo tiempo los pobres nadie usaria esa palabra a modo de insulto. Me referi a Rosales como 'pelado'. Mi padre senalo que nadie tiene la culpa de estar en la miseria, y antes de juzgar mal a alguien debia pensar si tuvo las mismas oportunidades que yo.
Millonario frente a Rosales, frente a Harry Atherton yo era un mendigo. El ano anterior, cuando aun estudiabamos en el Colegio Mexico, Harry Atherton me invito una sola vez a su casa en Las Lomas: billar subterraneo, piscina, biblioteca con miles de tomos encuadernados en piel, despensa, cava, gimnasio, vapor, cancha de tenis, seis banos. (?Por que tendran tantos banos las casas ricas mexicanas?) Su cuarto daba a un jardin en declive con arboles antiguos y una cascada artificial. A Harry no lo habian puesto en el Americano sino en el Mexico para que conociera un medio de lengua espanola y desde temprano se familiarizara con quienes iban a ser sus ayudantes, sus prestanombres, sus eternos aprendices, sus criados.
Cenamos. Sus padres no me dirigieron la palabra y hablaron todo el tiempo en ingles. Honey, how do you like the little Spic? He's a midget, isn't he? Oh Jack, please. Maybe the poor kid is catching on. Don't worry, dear, he wouldn't understand a thing. Al dia siguiente Harry me dijo: Voy a darte un consejo: aprende a usar los cubiertos. Anoche comiste filete con el tenedor del pescado. Y no hagas ruido al tomar la sopa, no hables con la boca llena, mastica despacio trozos pequenos.
Lo contrario me paso con Rosales cuando acababa de entrar en esta escuela, ya que ante la crisis de su fabrica mi padre no pudo seguir pagando las colegiaturas del Mexico. Fui a copiar unos apuntes de civismo a casa de Rosales. Era un excelente alumno, el de mejor letra y ortografia, y todos lo utilizabamos para estos favores. Vivia en una vecindad apuntalada con vigas. Los canos inservibles anegaban
A los veintisiete anos su madre parecia de cincuenta. Me recibio muy amable y, aunque no estaba invitado, me hizo compartir la cena. Quesadillas de sesos. Me dieron asco. Chorreaban una grasa extranisima semejante al aceite para coches. Rosales dormia sobre un petate en la sala. El nuevo hombre de su madre lo habia expulsado del unico cuarto.
V
El pleito convencio a Jim de que yo era su amigo. Un viernes hizo lo que nunca habia hecho: me invito a merendar en su casa. Que pena no poder llevarlo a la mia. Subimos al tercer piso y abrio la puerta. Traigo llave porque a mi mama no le gusta tener sirvienta. El departamento olia a perfume, estaba ordenado y muy limpio. Muebles flamantes de Sears Roebuck. Una foto de la senora por Semo, otra de Jim cuando cumplio un ano (al fondo el Golden Gate), varias del Senor con el presidente en ceremonias, en inauguraciones, en el Tren Olivo, en el avion El Mexicano, en fotos de conjunto. 'El Cachorro de la Revolucion' y su equipo: los primeros universitarios que gobernaban el pais. Tecnicos, no politicos. Personalidades morales intachables, insistia la propaganda.
Nunca pense que la madre de Jim fuera tan joven, tan elegante y sobre todo tan hermosa. No supe que decirle. No puedo describir lo que senti cuando ella me dio la mano. Me hubiera gustado quedarme alli mirandola. Pasen por favor al cuarto de Jim. Voy a terminar de prepararles la merienda. Jim me enseno su coleccion de plumas atomicas (los boligrafos apestaban, derramaban tinta viscosa; eran la novedad absoluta aquel ano en que por ultima vez usabamos tintero, manguillo, secante), los juguetes que el Senor le compro en Estados Unidos: canon que disparaba cohetes de salva, cazabombardero de propulsion a chorro, soldados con lanzallamas, tanques de cuerda, ametralladoras de plastico (apenas comenzaban los plasticos), tren electrico Lionel, radio portatil. No llevo nada de esto a la escuela porque nadie tiene juguetes asi en Mexico. No, claro, los ninos de la Segunda Guerra Mundial no tuvimos juguetes. Todo fue produccion militar. Hasta la Parker y la Esterbrook, lei en Selecciones, fabricaron en vez de plumas materiales de guerra. Pero no me importaban los juguetes. Oye ?como dijiste que se llama tu mama? Mariana. Le digo asi, no le digo mama. ?Y tu? No, pues no, a la mia le hablo de usted; ella tambien les habla de usted a mis abuelitos. No te burles Jim, no te rias.
Pasen a merendar, dijo Mariana. Y nos sentamos. Yo frente a ella, mirandola. No sabia que hacer: no probar bocado o devorarlo todo para halagarla. Si como, pensara que estoy hambriento; si no como, creera que no me gusta lo que hizo. Mastica despacio, no hables con la boca llena. ?De que podemos conversar? Por fortuna Mariana rompe el silencio. ?Que te parecen? Les dicen Flying Saucers: platos voladores, sandwiches asados en este aparato. Me encantan, senora, nunca habia comido nada tan delicioso. Pan Bimbo, jamon, queso Kraft, tocino, mantequilla, ketchup, mayonesa, mostaza. Eran todo lo contrario del pozole, la birria, las tostadas de pata, el chicharron en salsa verde que hacia mi madre. ?Quieres mas platos voladores? Con mucho gusto te los preparo. No, mil gracias, senora. Estan riquisimos pero de verdad no se moleste.
Ella no toco nada. Hablo, me hablo todo el tiempo. Jim callado, comiendo uno tras otro platos voladores. Mariana me pregunto: ?A que se dedica tu papa? Que pena contestarle: es dueno de una fabrica, hace jabones de tocador y de lavadero. Lo estan arruinando los detergentes. ?Ah si? Nunca lo habia pensado. Pausas, silencios. ?Cuantos hermanos tienes? Tres hermanas y un hermano. ?Son de aqui de la capital? Solo la mas chica y yo, los demas nacieron en Guadalajara. Teniamos una casa muy grande en la calle de San Francisco. Ya la tumbaron. ?Te gusta la escuela? La escuela no esta mal aunque -?verdad Jim?- nuestros companeros son muy latosos.
Bueno, senora, con su permiso, ya me voy. (?Como aclararle: me matan si regreso despues de las ocho?) Un millon de gracias, senora. Todo estuvo muy rico. Voy a decirle a mi mama que compre el asador y me haga platos voladores. No hay en Mexico, intervino por primera vez Jim. Si quieres te lo traigo ahora que vaya a los Estados Unidos.
Aqui tienes tu casa. Vuelve pronto. Muchas gracias de nuevo, senora. Gracias Jim. Nos vemos el lunes. Como me hubiera gustado permanecer alli para siempre o cuando menos llevarme la foto de Mariana que estaba en la sala. Camine por Tabasco, di vuelta en Cordoba para llegar a mi casa en Zacatecas. Los faroles plateados daban muy poca luz. Ciudad en penumbra, misteriosa colonia Roma de entonces. Atomo del inmenso mundo, dispuesto muchos anos antes de mi nacimiento como una escenografia para mi representacion. Una sinfonola tocaba el bolero. Hasta ese momento la musica habia sido nada mas el Himno Nacional, los canticos de mayo en la iglesia, Cri Cri, sus canciones infantiles -Los caballitos, Marcha de las letras, Negrito sandia, El raton vaquero, Juan Pestanas- y la melodia circular, envolvente, humeda de Ravel con que la xeq iniciaba sus transmisiones a las seis y media, cuando mi padre encendia el radio para despertarme con el estruendo de La Legion de los Madrugadores. Al escuchar el otro bolero que nada tenia que ver con el de Ravel, me llamo la atencion la letra. Por alto este el cielo en el