mundo, por hondo que sea el mar profundo.
Mire la avenida Alvaro Obregon y me dije: Voy a guardar intacto el recuerdo de este instante porque todo lo que existe ahora mismo nunca volvera a ser igual. Un dia lo vere como la mas remota prehistoria. Voy a conservarlo entero porque hoy me enamore de Mariana. ?Que va a pasar? No pasara nada. Es imposible que algo suceda. ?Que hare? ?Cambiarme de escuela para no ver a Jim y por tanto no ver a Mariana? ?Buscar a una nina de mi edad? Pero a mi edad nadie puede buscar a ninguna nina. Lo unico que puede es enamorarse en secreto, en silencio, como yo de Mariana. Enamorarse sabiendo que todo esta perdido y no hay ninguna esperanza.
VI
Cuanto tardaste. Mama, le dije que iba a merendar a casa de Jim. Si pero nadie te dio permiso para volver a estas horas: son ocho y media. Estaba preocupadisima: pense que te mataron o te secuestro el Hombre del Costal. Que porquerias habras comido. Ve tu a saber quienes seran los padres de
Si. Su papa es muy importante. Trabaja en el gobierno. ?En el gobierno? ?Y vive en ese mugroso edificio? ?Por que nunca me habias contado? ?Como dijiste que se llama? Imposible: Conozco a la esposa. Es intima amiga de tu tia Elena. No tienen hijos. Es una tragedia en medio de tanto poder y tanta riqueza. Te estan tomando el pelo, Carlitos. Quien sabe con que fines pero te estan tomando el pelo. Voy a pedirle a tu profesor que desenrede tanto misterio. No, por favor, se lo suplico: no le diga nada a Mondragon. ?Que pensaria la mama de Jim si se enterase? La senora fue muy buena conmigo. Ahora si, solo eso me faltaba. ?Que secreto te traes? Di la verdad: ?No fuiste a casa del tal Jim?
Finalmente convenci a mi madre. De todos modos le quedo la sospecha de que algo extrano habia ocurrido. Pase un fin de semana muy triste. Volvi a ser nino y regrese a la plaza Ajusco a jugar solo con mis carritos de madera. La plaza Ajusco adonde me llevaban recien nacido a tomar sol y en donde aprendi a caminar. Sus casas porfirianas, algunas ya demolidas para construir edificios horribles. Su fuente en forma de trebol, llena de insectos que se deslizaban sobre el agua. Y entre el parque y mi casa vivia dona Sara P. de Madero. Me parecia imposible ver de lejos a una persona de quien hablaban los libros de historia, protagonista de cosas ocurridas cuarenta anos atras. La viejecita fragil, dignisima, siempre de luto por su marido asesinado.
Jugaba en la plaza Ajusco y una parte de mi razonaba: ?Como puedes haberte enamorado de Mariana si solo la has visto una vez y por su edad podria ser tu madre? Es idiota y ridiculo porque no hay ninguna posibilidad de que te corresponda. Pero otra parte, la mas fuerte, no escuchaba razones: solo repetia su nombre como si el pronunciarlo fuera a acercarla. El lunes resulto peor. Jim dijo: Le caiste muy bien a Mariana. Le gusta que seamos amigos. Pense: Entonces me registra, se fijo en mi, se dio cuenta -un poco, cuando menos un poco- de en que forma me ha impresionado.
Durante semanas y semanas preguntaba por ella con cualquier pretexto para que Jim no se extranase. Trataba de camuflar mi interes y al mismo tiempo sacarle informacion sobre Mariana. Jim nunca me dijo nada que yo no supiera. Al parecer ignoraba su propia historia. No me imagino como podian saberla los demas. Una y otra vez le rogaba que me llevara a su casa para ver los juguetes, los libros ilustrados, los comics. Jim leia comics en ingles que Mariana le compraba en Sanborns. Por lo tanto despreciaba nuestras lecturas: Pepin, Paquin, Chamaco, Cartones; para algunos privilegiados el Billiken argentino o El Peneca chileno.
Como siempre nos dejaban mucha tarea solo podia ir los viernes a casa de Jim. A esa hora Mariana se hallaba en el salon de belleza, arreglandose para salir de noche con el Senor. Volvia a las ocho y media o nueve y jamas pude quedarme a esperarla. En el refrigerador estaba lista la merienda: ensalada de pollo, cole-slaw, carnes frias, pay de manzana. Una vez, al abrir Jim un closet, cayo una foto de Mariana a los seis meses, desnuda sobre una piel de tigre. Senti una gran ternura al pensar en lo que por obvio nunca se piensa: Mariana tambien fue nina, tambien tuvo mi edad, tambien seria una mujer como mi madre y despues una anciana como mi abuela. Pero en aquel entonces era la mas hermosa del mundo y yo pensaba en ella en todo momento. Mariana se habia convertido en mi obsesion. Por alto este el cielo en el mundo, por hondo que sea el mar profundo.
VII
Hasta que un dia -un dia nublado de los que me encantan y no le gustan a nadie- senti que era imposible resistir mas. Estabamos en clase de lengua nacional como le llamaba al espanol. Mondragon nos ensenaba el preterito pluscuamperfecto de subjuntivo: Hubiera o hubiese amado, hubieras o hubieses amado, hubiera o hubiese amado, hubieramos o hubiesemos amado, hubierais o hubieseis amado, hubieran o hubiesen amado. Eran las once. Pedi permiso para ir al bano. Sali en secreto de la escuela. Toque el timbre del departamento 4. Una dos tres veces. Al fin me abrio Mariana: fresca, hermosisima, sin maquillaje. Llevaba un kimono de seda. Tenia en la mano un rastrillo como el de mi padre pero en miniatura. Cuando llegue se estaba afeitando las axilas, las piernas. Por supuesto se asombro al verme. Carlos, ?que haces aqui? ?Le ha pasado algo a Jim? No, no senora: Jim esta muy bien, no pasa nada.
Nos sentamos en el sofa. Mariana cruzo las piernas. Por un segundo el kimono se entreabrio levemente. Las rodillas, los muslos, los senos, el vientre plano, el misterioso sexo escondido. No pasa nada, repeti. Es que… No se como decirle, senora. Me da tanta pena. Que va a pensar usted de mi. Carlos, de verdad no te entiendo. Me parece muy extrano verte asi y a esta hora. Deberias estar en clase, ?no es cierto? Si claro, pero es que ya no puedo, ya no pude. Me escape, me sali sin permiso. Si me cachan me expulsan. Nadie sabe que estoy con usted. Por favor, no le vaya a decir a nadie que vine. Y a Jim, se lo suplico, menos que a nadie. Prometalo.
Vamos a ver: ?Por que andas tan exaltado? ?Ha ocurrido algo malo en tu casa? ?Tuviste algun problema en la escuela? ?Quieres un chocomilk, una cocacola, un poco de agua mineral? Ten confianza en mi. Dime en que forma puedo ayudarte. No, no puede ayudarme, senora. ?Por que no, Carlitos? Porque lo que vengo a decirle -ya de una vez, senora, y perdoneme- es que estoy enamorado de usted.
Pense que iba a reirse, a gritarme: estas loco. O bien: fuera de aqui, voy a acusarte con tus padres y con tu profesor. Temi todo esto: lo natural. Sin embargo Mariana no se indigno ni se burlo. Se quedo mirandome tristisima. Me tomo la mano (nunca voy a olvidar que me tomo la mano) y me dijo:
Te entiendo, no sabes hasta que punto. Ahora tu tienes que comprenderme y darte cuenta de que eres un nino como mi hijo y yo para ti soy una anciana: acabo de cumplir veintiocho anos. De modo que ni ahora ni nunca podra haber nada entre nosotros. ?Verdad que me entiendes? No quiero que sufras. Te esperan tantas cosas malas, pobrecito. Carlos, toma esto como algo divertido. Algo que cuando crezcas puedas recordar con una sonrisa, no con resentimiento. Vuelve a la casa con Jim y sigue tratandome como lo que soy: la madre de tu mejor amigo. No dejes de venir con Jim, como si nada hubiera ocurrido, para que se te pase la
Senti ganas de llorar. Me contuve y dije: Tiene razon, senora. Me doy cuenta de todo. Le agradezco mucho que se porte asi. Disculpeme. De todos modos tenia que decirselo. Me iba a morir si no se lo decia. No tengo nada que perdonarte, Carlos. Me gusta que seas honesto y que enfrentes tus cosas. Por favor no le cuente a Jim. No le dire, pierde cuidado.
Solte mi mano de la suya. Me levante para salir. Entonces Mariana me retuvo: Antes de que te vayas ?puedo pedirte un favor?: Dejame darte un beso. Y me dio un beso, un beso rapido, no en los labios sino en las comisuras. Un beso como el que recibia Jim antes de irse a la escuela. Me estremeci. No la bese. No dije nada. Baje corriendo las escaleras. En vez de regresar a clases camine hasta Insurgentes. Despues llegue en una