de Peter: la isla del Almirantazgo, con sus palacios y teatros; la isla de la Liebre, con la fortaleza de Pedro y Pablo; Vasilevski, con el barrio aleman y la bolsa; la isla de Petersburgo, con sus casas de madera y mas tarde sus mansiones art nouveau; el lado de Viborg, con sus barracones militares y luego sus fabricas. En 1611 eramos solamente una fortaleza sueca, Nyenshants, que significa «reducto del Neva», pero fue Pedro el Grande, en 1703, quien decidio construir en aquel lugar su capital. «Aqui se fundara una nueva ciudad / Aqui nosotros, a instancias de la Naturaleza / Abriremos una ventana hacia occidente.» Pushkin, en «El Caballero de Bronce», a quien, a diferencia de Lermontov, si que lei. En realidad es una ciudad que no es oriental ni occidental, sino ambas cosas. Es europea, como Paris, en sus avenidas, plazas, parques y sus edificios de granito y marmol, pero es unica por sus largos y bajos palacios reflejados en el agua, los rios y los canales, que dan al aire su luminosidad. Cuando sueno con Peter, sueno con luz. Si, la ciudad tiene un diseno occidental, pero son plenamente orientales sus colores -rojo ladrillo, amarillo mostaza, verde lima y azul aciano-, y tambien era oriental la costumbre de tener animales en nuestros patios, como si fueramos campesinos, junto a las grandes pilas de lena cortada… Yo misma, para disponer de leche fresca, tenia una vaca en mi mansion de la isla de Petersburgo en 1907. Y en las habitaciones, las mas privadas, detras de las fachadas clasicas de granito, detras de los salones palidos y dorados, encontraran que la decoracion se inclina hacia las alfombras con dibujos, preciosas telas forrando las paredes, la ubicua estufa rusa negra o de baldosas vidriadas, que se debe atizar de septiembre a mayo, el samovar de plata refulgente o de laton, lleno de te hirviendo. No tuvimos tiempo de librarnos plenamente de lo que teniamos de orientales, pero siguiendo las ordenes de Pedro, la ciudad fue erigida tan rapidamente como un escenario teatral, en solo cincuenta anos. Los rusos dicen que Pedro levanto su ciudad en el cielo y luego la hizo bajar hasta el suelo, ya completa. Pero no fue Pedro quien construyo esta ciudad: siervos y reclutas excavaron los cimientos con sus manos desnudas, se llevaron la tierra en los faldones de sus camisas, trajeron y apilaron marmol, granito, pizarra y arenisca. Doscientos mil trabajadores murieron de agotamiento, frio y enfermedades mientras transportaban y erigian aquella piedra, y decimos que la ciudad esta construida encima de sus huesos, y sobre sus huesos paseaba el beau monde de Petersburgo cada tarde.

Si, Petersburgo empezo como fortaleza e incluso en 1890 era todavia una ciudad militar; sesenta mil hombres permanecian acuartelados en unos vastos barracones en el bulevar Konnogvarleiski, detras del menage de la Guardia Montada, en el extremo mas occidental del Campo de Marte o en el distrito de Viborg, y la ciudad estaba coloreada por los uniformes gris verdoso de los granaderos, blanco y plata de los guardias montados, las casacas escarlata de los husares y el azul y dorado de los cosacos. Esos hombres y sus oficiales no estaban en Peter solo para hacer maniobras, sino tambien para actuar. La temporada alta social empezaba en enero, espoleada por los doce bailes que celebraba el zar en el Palacio de Invierno. Los mensajeros de la corte, con sus chaquetas verdes, sus gorros negros con plumas y sus guantes entregaban miles de tarjetas de vitela almidonada grabadas con las aguilas doradas de dos cabezas solicitando la asistencia de los convocados a palacio. Aquellas noches, sus grandes salones estarian iluminados por diez mil velas de cera de abeja y adornados con ramas de arboles frutales en enormes macetas y jarrones llenos de rosas de color rosa, violetas de Parma y orquideas blancas enviadas al norte en tren en vagones con calefaccion desde la calida Crimea, junto con enormes cuencos llenos de frutas que llevaban grabada la silueta del zar. Cientos de troikas y carruajes atestarian la plaza ante el palacio, acercandose a los braseros, con sus llamas que se alzarian como surtidores rojos hacia el cielo negro, y sus conductores llevarian botellas de agua caliente, mantas de marta cibelina y botellas de vodka, pues ni siquiera las mantas ni los braseros bastaban para mantener calientes a aquellos hombres. Esos bailes duraban hasta las tres de la manana, hasta la ultima polonesa; si uno tomaba demasiado vodka esperando a su amo, sin embargo, se sentia demasiado caliente… y si se quitaba la tunica tomaba el camino seguro hacia una muerte por congelacion. Aunque la plaza estaba resguardada del golfo de Finlandia por la inmensidad del palacio mismo, no hay palabras que puedan describir el frio de un invierno de Petersburgo. Las luces del edificio iluminaban un mundo blanco y negro: hielo brillante, copos, ventiscas de nieve, el aliento humeante y negro de los caballos y los hombres que esperaban.

La temporada terminaba con la llegada de la Cuaresma, y despues la sociedad se iba al campo -a las islas que habia fuera de Petersburgo, a Crimea, al mar Negro, o a propiedades que tenian en torno a Moscu- hasta que al final del verano las maniobras militares los atraian al pueblo de Krasnoye Selo, junto a Peter, que se vanagloriaba de tener un enorme campo de maniobras en torno al cual se encontraban formando una hilera las villas de madera de los oficiales. Ah, que ritmo mas encantador el de aquellos dias. A principios del otono la corte viajaba a Europa, pero cuando llegaba el otono de verdad, el ballet, la opera, el teatro frances empezaban otra vez para adornar los escenarios, y su publico volvia y empezaba una vez mas a poblar las plateas y los palcos de terciopelo azul y a aplaudir el arte que nosotros, actores, bailarines y musicos perfeccionabamos solo para ellos. Durante mi epoca habia diecinueve cortes en Petersburgo: la del zar, la de su madre y diecisiete grandes cortes ducales; varios miles de personas, contando a todos los miembros de la familia y a los cortesanos, y esos aristocratas, junto con los embajadores y el cuerpo diplomatico y la Guardia, y de vez en cuando la nobleza provinciana, acudian a los teatros cada noche durante la estacion. Deben recordar ustedes que no existia la television, ni la radio, ni el cine; los dias del invierno ruso son muy cortos, y hay muchisimas horas de oscuridad que llenar. Los Teatros Imperiales montaban obras teatrales, operas, operetas, conciertos y ballets, y de estas representaciones del Mariinski, cincuenta eran de ballet, y de ellas, cuarenta eran solo por suscripcion. Correspondia al director de los Teatros Imperiales, Ivan Alexandrovich Vzevolozhski, aristocrata a su vez que podia remontar su linaje a Riurik y los principes de Smolensko, supervisar la produccion de todas aquellas diversiones, y a Marius Petipa, el bailarin frances que llego a Petersburgo en 1847 y consiguio abrirse camino y suceder a St. Leon como maestro de baile del Ballet Imperial, crear todos los pas para ellos. Le ayudaba el segundo maestro de ballet, Lev Ivanov, que se habia convertido en amigo de la familia y a quien encantaban los platos de mi padre, y desplegaba su servilleta de lino y decia: «comamos un poquito», pero nunca se le reconocio merito alguno por su trabajo, ya que era un ruso en una corte francofila. M. Vzevolozhski preferia los teatros de Petersburgo a los de Moscu. ?Por que no? La corte, despues de todo, estaba alli. En el Mariinski uno veia las mismas caras noche tras noche. Eramos como una familia, enfrentandonos unos a otros a traves de las candilejas, unas relaciones muy vocales, porque los balletomanos nos interpelaban libremente, «venga, Mala», o «mas papeles para Tata», para que bailasemos con mas entusiasmo o para que los directores recompensaran algun talento excepcional. Y, por supuesto, tambien habia abucheos y silbidos. Fue el gran interes de la corte lo que condujo finalmente a que el gran Chaikovski compusiera para ballet, y al florecimiento del arte. Cuando me hice famosa, iba posponiendo mi regreso a los escenarios cada vez mas y mas en la temporada, hasta los meses mas prestigiosos de diciembre y enero, como si yo tambien fuese una aristocrata que acabase de volver de Europa. Pero para eso aun falta. En este momento tengo aun diecisiete anos.

Alejandro III, el dia de mi graduacion, me alecciono: «Debes ser la gloria y el embellecimiento de nuestro ballet». Y eso habia decidido ser yo, e igual que habia conseguido el primer premio de nuestra escuela, tambien decidi conseguir el primer premio fuera de ella: al zarevich. Me costo tanto arreglarme aquella tarde de abril que casi perdi la oportunidad de acompanarle en su paseo. Ahora todo el mundo lleva el pelo largo y liso, con raya en medio, hay una generacion de chicas que se peinan como ninas de guarderia, pero en 1890 llevabamos el cabello muy rizado, humedecido con agua azucarada y envuelto en torno a unos papeles para rizarlo, y pasabamos horas sujetandolo para que se secara. Yo llevaba una cascada de rizos encima de la frente, unos tirabuzones que me caian delante de las orejas, y aquel dia vestia una blusa con volantes y doble largo de brocado cerrada en el cuello por un broche. Me puse un poquito de perfume de violeta detras de las orejas (porque en 1890 todas las aguas de colonia eran solo de una flor cada una), y con ese traje de senorita, y mis ropas escolares guardadas de momento, me encamine hacia la parte mas de moda de la Perspectiva Nevsky, en cuyas tiendas se podian comprar suaves guantes franceses o te chino o jabones ingleses, mas alla del lugar donde abriria Eliseyevsky en 1901 -una tienda tan moderna que estaba iluminada con lamparas de arana y se podian comprar las frutas y frutos secos de todas las regiones-, hacia el canal Fontanka, con la fachada de color mostaza y blanco del palacio Anichkov donde vivia la familia de Niki mientras estaban en la capital, ya que su padre habia evitado el Palacio de Invierno excepto para recepciones oficiales. La familia imperial vivia entre nosotros entonces, solo fue despues que Niki y su familia se recluyeron y se apartaron por completo de la sociedad de Petersburgo, de modo que la gente olvido incluso el aspecto que tenian. Inmediatamente vi al zarevich sentado en el balcon con su hermana Xenia, de quince anos. El fumaba, claro esta, y los dos se inclinaban hacia delante en sus sillas para mirar entre la balaustrada a los que pasaban. Yo aminore el paso para que me vieran mejor. Niki expulso el humo que tenia en la boca y me hizo una senal con la cabeza. Yo se la devolvi. El volvio a inclinar la cabeza, pero no la levanto, sino

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