rugir del oceano durante un breve viaje para bucear en una isla cercana a Yucatan, viaje que ella acorto debido a lo impaciente que estaba por volver a su trabajo.

Todos los dias escuchaba estos ruidos aleatorios y trataba de determinar si habia en ellos menos esquemas aparentes que en la electricidad estatica interestelar.

Ellie habia estado en Nueva York el mes de agosto anterior para asistir a una reunion de URSI, siglas en frances para denominar a la Union Radio Cientifica Internacional. Le habian advertido que los subterraneos eran peligrosos, pero el ruido blanco que producian le resulto irresistible. Como en el traqueteo del tren creyo entrever una clave, decidio perder medio dia de deliberaciones para viajar de la calle Treinta y Cuatro hasta Coney Island, de regreso al centro de Manhattan, para tomar luego una linea diferente que habria de llevarla hasta el apartado barrio de Queens. Cambio de tren en una estacion de la zona de Jamaica, y retorno, jadeante — despues de todo, era un dia torrido de verano —, al hotel donde se desarrollaba la convencion. A veces, cuando el subterraneo describia una curva, se apagaban las lamparitas interiores, y Ellie podia ver una sucesion regular de luces azules que pasaban raudamente, como si volara en alguna nave espacial, transitando en medio de estrellas azules supergigantescas. Despues, cuando el tren encaraba una recta volvian a encenderse las lamparas interiores, y una vez mas tomaba conciencia del olor acre, de los pasajeros de pie, de las diminutas camaras de television (encerradas en jaulas protectoras, que con posterioridad el publico habia anulado con pintura de spray), del atractivo mapa multicolor que mostraba la red subterranea completa de la ciudad de Nueva York, el chirrido de alta frecuencia de los frenos al entrar en las estaciones.

Sabia que su actitud era bastante excentrica, pero ella siempre habia tenido una intensa vida de fantasia. Reconocia que exageraba un poco en eso de prestar atencion a los ruidos, pero consideraba que no le ocasionaba perjuicio. Nadie parecia darse demasiada cuenta. Ademas, era algo relacionado con su trabajo. Si se lo hubiera propuesto, seguramente habria podido deducir de su declaracion de reditos el costo de su viaje a Yucatan aduciendo que el proposito era estudiar el sonido de la rompiente del mar.

Bueno, a lo mejor se estaba poniendo realmente obsesiva.

Sobresaltada, comprobo que habia llegado a la estacion de Rockefeller Center.

Rapidamente camino en medio del monton de diarios abandonados en el piso del vagon.

Un titular le llamo la atencion: GUERRILLEROS COPAN RADIO EN JOBURG. «Si nos gustan, los llamamos soldados de la libertad», penso. «Si no nos caen bien, son terroristas. En el improbable caso de que no atinaramos a decidirnos, les llamamos provisionalmente guerrilleros.» En otro trozo de diario habia una enorme foto de un senor con cara de confiado, y el titular:

COMO TERMINARA EL MUNDO. FRAGMENTOS DEL NUEVO LIBRO DEL REVERENDO BILLY JO RANKIN. EXCLUSIVAMENTE ESTA SEMANA EN EL NEWS-POST.

Habia echado apenas una rapida ojeada a los titulos, y rapidamente trato de olvidarlos. Se abrio paso entre la multitud para regresar al hotel, con la esperanza de llegar a tiempo para escuchar el trabajo de Fujita acerca del diseno homoformico de los radiotelescopios.

Sobre el ruido que producian los neumaticos se superponia un periodico golpeteo al pasar sobre las uniones del pavimento, que habia sido reparado por diferentes cuadrillas viales de Nuevo Mexico, en distintas epocas. ?Y si Argos estuviera recibiendo un mensaje interestelar pero muy lentamente, por ejemplo, un bit por hora, por semana o por decada?

?Y si hubiera murmullos muy antiguos y pacientes, emitidos por civilizaciones que no tenian por que saber que nos cansamos de reconocer esquemas al cabo de segundos o minutos? Supongamos que ellos vivieran durante decenas de miles de anos, y que haaablaaaaraaan muuuuy despaaaaacio.

Argos jamas llegaria a enterarse. ?Era posible que existieran seres de tan larga vida?

?Habria habido suficiente tiempo en la historia del universo como para que ciertas criaturas, de lenta reproduccion, desarrollaran un elevado grado de inteligencia? ?Acaso el analisis estadistico de las afinidades quimicas, el deterioro de sus cuerpos de que habla la segunda ley de la termodinamica, no los obligaria a reproducirse con la misma frecuencia que el ser humano y a tener una expectativa de vida como la nuestra? ?No seria que residen en algun mundo antiguo y gelido, donde hasta el choque molecular se produce a una velocidad extremadamente lenta? Se imagino un radiotransmisor de conocido diseno, instalado en un promontorio de hielo de metano iluminado tenuemente por un distante y minusculo sol rojo, mientras las olas del oceano de amoniaco golpeaban sin cesar contra la orilla… generando, de paso, un ruido blanco semejante al que producia el oleaje en Yucatan.

Tambien era posible lo contrario: seres que hablaran de prisa, seres ansiosos, que se desplazaran en movimientos breves, con pequenas sacudidas, capaces de transmitir un mensaje completo de radio — el equivalente de un texto de cien paginas en ingles — en un nanosegundo. Claro que si uno tuviera un receptor con paso de banda estrecho, y escuchara solo un minimo margen de frecuencias, estaria obligado a aceptar la constante de tiempo larga. Jamas podriamos detectar una modulacion rapida. Eso era una simple consecuencia del Teorema Integral de Fourier, estrechamente vinculado con el Principio de la Incertidumbre de Heisenberg. Asi, por ejemplo, con un paso de banda de un kilohertz, no se podria recibir una senal modulada a mayor velocidad de un milisegundo porque se produciria un ruido ambiguo. Las bandas de Argos eran mas estrechas que un hertz, de modo que, para poder ser detectados, los transmisores debian modular muy lentamente, a menos de un bit por segundo. Las modulaciones mas lentas podian captarse facilmente, siempre y cuando uno estuviera dispuesto a apuntar un telescopio hacia la fuente, y se armara de una paciencia excepcional. Habia tantos sectores del cielo por estudiar, tantos cientos de miles de millones de estrellas para examinar. Podriamos pasarnos la vida entera estudiando solo unas pocas. A Ellie le preocupaba que, en el apuro por realizar una investigacion total del espacio en el termino de una vida humana, en el afan por escuchar todo el cielo en millones de frecuencias, hubieran dejado de lado a los ansiosos que hablaban rapido y a los lentos o laconicos.

Pero seguramente, penso, ellos deben de saber mejor que nosotros cual es la modulacion de frecuencias adecuada. Debian de tener experiencia anterior con la comunicacion interestelar y con civilizaciones en sus primeras etapas de surgimiento. Si la civilizacion receptora adoptara un margen amplio de frecuencias de recepcion de impulsos, la civilizacion transmisora utilizaria dicho margen. ?Que les costaria modular por microsegundos u horas? Era de suponer que contaba con un alto nivel de ingenieria y con enormes recursos, segun los criterios del ser humano. Si quisieran comunicarse con nosotros, nos facilitarian la recepcion de los mensajes. Enviarian senales en numerosas frecuencias distintas. Como debian de saber lo atrasados que estamos, se compadecerian de nosotros.

Entonces, ?por que no habiamos recibido senal alguna? ?Tendria razon Dave al sostener que no existe ninguna civilizacion extraterrestre, que solo hay seres inteligentes en este oscuro rincon del vasto universo? Por mucho que lo intentara no podia aceptar seriamente tal posibilidad. Esa teoria justificaba perfectamente los temores humanos, las doctrinas no demostradas respecto de la vida despues de la muerte, las pseudociencias como la astrologia. Se trataba de la encarnacion moderna del solipsismo geocentrico, la vanidad que habia atrapado a nuestros mayores, la idea de que nosotros somos el centro del universo. El argumento de Drumlin era sospechoso por esa sola razon. Y nos desesperabamos por creerlo.

«A ver, un momento», se dijo. «No hemos investigado siquiera los cielos boreales con el sistema Argos. Si dentro de siete u ocho anos todavia no oimos nada, entonces sera el momento de empezar a preocuparse. Esta es la primera vez en la historia humana en que podemos buscar a los habitantes de otros mundos. Si fracasamos, habremos llegado a captar algo de lo rara y valiosa que es la vida en nuestro planeta, hecho que, si se concretara, valdria la pena que supieramos. Y si tenemos exito, habremos modificado la historia de nuestra especie, quebrando las cadenas del atraso. Habiendo tanto en juego, se justifica correr algun riesgo profesional.» Salio a la margen del camino, giro rapidamente, hizo dos cambios de marcha y acelero para emprender el regreso a Argos.

Alineados aun en la banquina, pero en ese momento iluminados por la luz rosada del amanecer, los conejos giraron la cabeza para observarla partir.

Capitulo cuatro — Numeros primos

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