que nosotros de construir y lanzar uno desde cero.

— ?Eso es todo? — dijo la Presidenta —. La NASA cuenta con un telescopio comun en el espacio pero no con un radiotelescopio de grandes dimensiones. ?No hay nada alla arriba que nos sirva? ?Que pasa con los organismos de inteligencia, la Agencia Nacional de Seguridad?

— Siguiendo con la misma idea — sostuvo Der Heer —, estamos recibiendo una senal muy potente en muchas frecuencias. Cuando Vega se pone en los Estados Unidos, hay otros radiotelescopios en varios paises que reciben y registran la senal. No son tan sofisticados como los del proyecto Argos y quiza no han descubierto aun lo de la polarizacion modulada. Si nos ponemos a preparar un radiotelescopio para despues lanzarlo al espacio, tal vez entonces el mensaje ya haya desaparecido. ?No le parece doctora, que la unica solucion logica seria la colaboracion inmediata de varios paises?

— No creo que ningun pais solo pueda llevarlo a cabo. Haran falta muchas naciones, extendidas en longitud, alrededor de todo el globo. Sera necesario utilizar los principales observatorios de radioastronomia ya existentes, los grandes radiotelescopios de Australia, la China, la India, la Union Sovietica, Medio Oriente y Europa Occidental. Seria una terrible irresponsabilidad de nuestra parte si nos quedaramos sin alguna parte del Mensaje solo porque no hubo un telescopio enfocando a Vega. Algo tendremos que hacer respecto del Pacifico Oriental, entre Hawaii y Australia, y quiza tambien en el Atlantico medio.

— Bueno — intervino el director de Inteligencia Central —, los sovieticos poseen varios barcos de rastreo de satelites, que operan entre las bandas S y X, como por ejemplo el Akademik Keldysh y el Marshal Nedelin. Si llegamos a un acuerdo con ellos, tal vez podrian estacionar naves en el Atlantico o el Pacifico para cubrir esas brechas.

Ellie estuvo a punto de responder, pero la Presidenta se le adelanto.

— Esta bien, Ken. Tiene usted razon, pero les repito que esto avanza con demasiada prisa y yo tengo otros asuntos importantes entre manos. Desearia que el director de Inteligencia y el personal de Seguridad Nacional trabajaran esta misma noche para determinar si nos queda alguna otra alternativa ademas de la cooperacion con otros paises, especialmente aquellos que no son nuestros aliados. Le encomiendo al secretario de Estado que, junto con los cientificos, redacte una lista de naciones y de individuos con quienes tendremos que ponernos en contacto en caso de necesitar colaboracion, y una evaluacion de las consecuencias. ?Algun pais puede enojarse con nosotros si no le pedimos que escuche la senal? ?Es posible que suframos algun chantaje por parte de alguien que prometa dar informacion y luego nos la niegue? ?No seria conveniente que mas de un pais cubriera cada longitud? Analicen las posibles derivaciones. Y por favor — sus ojos fueron escrutando todos los rostros —, les pido que guarden el secreto. Usted tambien, Arroway. Demasiados problemas tenemos ya…

Capitulo siete — El etanol en W3

No hay que dar el menor credito a la opinion… de que los demonios actuan como mensajeros e intermediarios entre los dioses y los hombres para elevar todas nuestras peticiones a los dioses, y para conseguirnos su ayuda. Por el contrario, debemos creer que se trata de espiritus ansiosos por causar dano, totalmente apartados de la rectitud, llenos de orgullo y de envidia, sutiles en el arte de enganar…

SAN AGUSTIN La Ciudad de Dios, VIII, 22

Que surgiran nuevas herejias lo afirma la profecia de Cristo, pero que tendran que abolirse las antiguas, eso no lo podemos predecir.

THOMAS BROWNE Religio Medici, I, 8 (1642)

Habia planeado ir a buscar a Vaygay al aeropuerto de Albuquerque y llevarlo a Argos en su Thunderbird. El resto de la delegacion sovietica viajaria en los autos del observatorio. A Ellie le hubiera encantado conducir a toda velocidad en el fresco aire del amanecer, escoltada tal vez por la guardia de honor de los conejos. Ademas, pensaba mantener una larga conversacion privada con Vaygay durante el regreso. Sin embargo, los nuevos agentes de seguridad vetaron su idea. El sobrio anuncio que efectuo la Presidenta dos semanas antes al concluir su conferencia de prensa, habia atraido a multitudes a ese aislado punto del desierto. Teoricamente podia haber algun brote de violencia, le aseguraron a Ellie. En el futuro deberia movilizarse siempre en vehiculos oficiales, y con una discreta custodia armada. La pequena comitiva se encaminaba a Albuquerque a una velocidad tan moderada, que, sin darse cuenta, Ellie iba presionando un acelerador imaginario sobre la alfombra de goma que tenia bajo los pies.

Seria un placer volver a estar con Vaygay. Lo habia visto por ultima vez en Moscu, tres anos antes, durante uno de esos periodos en que a el se le prohibia visitar Occidente. Las autorizaciones para viajar al exterior se conseguian con mayor o menor facilidad segun Riera cambiando la politica oficial, y segun el propio e imprevisible comportamiento de Vaygay. Solian negarle el permiso a consecuencia de alguna minima provocacion politica de su parte, pero despues volvian a otorgarselo cuando no encontraban a nadie de su nivel que encabezara alguna delegacion cientifica. Recibia invitaciones del mundo entero para participar en seminarios, conferencias, coloquios, grupos de estudio y comisiones internacionales. En su calidad de premio Nobel de fisica y miembro activo de la Academia Sovietica de Ciencias, gozaba de mas independencia que la mayoria de sus compatriotas.

A menudo parecia estar en equilibrio precario en el limite exterior de la paciencia y la restriccion de la ortodoxia gubernamental.

Su nombre completo era Vasily Gregorovich Lunacharsky, conocido en la comunidad mundial de fisicos como Vaygay. Sus relaciones ambiguas con el regimen sovietico intrigaban a Ellie y a muchos occidentales. Era pariente lejano de Anatoly Vasilyevich Lunacharsky, viejo colega bolchevique de Gorky, Lenin y Trotsky. El otro Lunacharsky habia ejercido luego las funciones de comisario del pueblo para Educacion, y embajador sovietico en Espana hasta su muerte, acaecida en 1933. La madre de Vaygay habia sido judia, y se comentaba que el habia trabajado en armas nucleares, aunque era demasiado joven como para haber desempenado un papel preponderante en la primera explosion termonuclear de los sovieticos.

Su instituto contaba con buen instrumental y un plantel de calidad, y su productividad cientifica era prodigiosa, pese a algunos obstaculos que le presentaba el Comite para la Seguridad del Estado. A pesar de los fluctuantes permisos para viajar al extranjero, era asiduo concurrente a las principales conferencias internacionales, incluso al simposio «Rochester» sobre fisica de alta energia, el encuentro «Texas» sobre la astrofisica relativista y las informales reuniones cientificas «Pugwash» convocadas para hallar formas de reducir la tension internacional.

Ellie sabia que, en la decada de 1960, Vaygay visito la Universidad de California y se quedo maravillado con la proliferacion de irreverentes, escatologicas y descabelladas consignas impresas en botones prendedores, que permitian — rememoro ella con nostalgia — conocer a simple vista las inclinaciones sociales de una persona. Los distintivos tambien eran muy populares en la Union Sovietica, pero por lo general las inscripciones eran elogios para el equipo «Dynamo» de futbol o para algunas de las naves espaciales de la serie Luna, que fueron las primeras en llegar a nuestro satelite. Los botones de Berkeley eran distintos. Vaygay los compraba por docenas, pero le encantaba ponerse uno en particular, del tamano de la palma de su mano, que decia «Ruegue por el Sexo». Lo usaba incluso para asistir a las reuniones cientificas. Cuando le preguntaban por que le gustaba tanto, respondia:

— En el pais de ustedes, es ofensivo en un solo sentido. En mi patria, resultaria ofensivo de dos maneras diferentes.

Si se le presionaba para que lo aclarara, comentaba que su famoso pariente bolchevique habia escrito un libro relativo al lugar que debia ocupar la religion en el mundo socialista. Desde ese entonces, su dominio del ingles habia mejorado notablemente — mucho mas que el ruso que hablaba Ellie, pero su propension a usar injuriosos prendedores en la solapa, lamentablemente, disminuyo.

En una ocasion, durante una vehemente discusion respecto de los meritos relativos de ambos sistemas politicos, Ellie se jacto de haber tenido la libertad de marchar frente a la Casa Blanca en una manifestacion de protesta contra la intervencion norteamericana en Vietnam. Vaygay replico que en ese mismo periodo el habia

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