— Michael — sentencio Ellie —, el mundo esta al mismo tiempo mejor y peor de lo que usted imagina.

— Me desconcierta con eso de «mejor», pero le aseguro que nunca me equivoco en cuanto a lo «peor».

Luego de la bienvenida a cargo del Presidente de Francia (quien, para sorpresa de todos se quedo a escuchar los discursos de presentacion), despues de que Der Heer y Abukhimov expusieran la mecanica a seguir en la conferencia, Ellie y Vaygay ofrecieron un resumen de la informacion obtenida. La suya fue una disertacion no demasiado tecnica — en consideracion a los politicos y militares presentes — respecto de la forma en que operan los radiotelescopios, la distribucion de las estrellas en el espacio y la historia del palimpsesto. El discurso conjunto concluyo con un estudio — que cada delegacion observaba en monitores propios — del material diagramatico recientemente recibido. Ellie cuido de explicar que la polarizacion modulada se convertia en una secuencia de ceros y unos, que estos numeros se combinaban para delinear imagenes, y que, a pesar de todo, no tenian la menor idea de lo que representaba la figura.

Los puntos de la informacion se reagrupaban en las pantallas de las computadoras.

Ellie veia rostros iluminados con un tinte blanco, ambar y verde proveniente de los monitores, en el salon parcialmente oscurecido. Los diagramas mostraban complejas redes ramificadas; toscas formas casi indecentemente biologicas; un dodecaedro regular casi perfecto. Se agrupo una gran cantidad de paginas que conformaban una construccion tridimensional, la que a su vez giraba lentamente. Cada enigmatico objeto contaba con un epigrafe ininteligible.

Vaygay hizo hincapie en las incertidumbres con mucha mas vehemencia que Ellie. No obstante, manifesto que, en su opinion, indudablemente el Mensaje era un manual para la construccion de una maquina. Como no menciono que la idea habia sido originariamente suya y de Arkhangelsky, Ellie aprovecho la oportunidad para subsanar la omision.

Por la experiencia recogida en los ultimos meses, Ellie sabia que tanto a los cientificos como a los legos les fascinaban los detalles sobre la decodificacion del Mensaje, pero que les inquietaba el concepto, aun no demostrado, de que se trataba de un conjunto de instrucciones. Sin embargo, no estaba preparada para la reaccion de ese publico, supuestamente formal. Vaygay y ella se habian alternado en el uso de la palabra. Cuando concluyeron, se produjo una estruendosa ovacion. Las delegaciones sovieticas y de Europa del Este aplaudieron al unisono, con una frecuencia de dos o tres golpes cada latido del corazon. Los norteamericanos y muchos otros lo hicieron en forma separada, de modo que sus palmoteos no sincronizados originaron una suerte de ruido blanco.

Embargada por una extrana sensacion de felicidad, no pudo dejar de pensar en las diferencias de caracter segun la nacionalidad: los norteamericanos, individualistas; los sovieticos, propensos a las manifestaciones colectivas. Tambien le llamaba la atencion que, en grupos multitudinarios, sus compatriotas tendian a poner distancia con sus companeros, mientras que los rusos estrechaban filas lo mas posible. Ambos estilos de aplausos — aunque predominaba notoriamente el norteamericano —, le encantaban. Por ese momento se permitio pensar en su padrastro. Y en su padre.

Despues del almuerzo continuaron las exposiciones acerca del registro e interpretacion de los datos. David Drumlin presento un encomiable analisis estadistico de todas las paginas anteriores del Mensaje que hacian referencia a nuevos diagramas numerados.

Sostuvo que el texto incluia no solo un plano para la fabricacion de una maquina, sino tambien la descripcion de los disenos y metodos de construccion de sus componentes. En algunos casos, expreso, se describian industrias aun desconocidas en nuestro planeta.

Ellie quedo boquiabierta, y le pregunto con gestos a Valerian si el ya estaba enterado de eso. Valerian hizo ademan de no saber nada. Ellie busco alguna expresion de asombro en la cara de otros delegados, pero lo unico que advirtio fueron signos de agotamiento. Al terminar la disertacion, fue a felicitar a Drumlin, y de paso, le pregunto como era que ella no estaba al tanto de esa interpretacion suya.

— No me parecio tan importante como para que se molestara en escucharla. Fue apenas algo que se me ocurrio mientras usted consultaba a fanaticos de la religion.

Ellie penso que, si Drumlin hubiese sido su director de tesis, todavia no habria podido obtener el doctorado. El nunca la acepto. Jamas pudieron tener una relacion academica amistosa. Suspirando, se pregunto si Ken se habria enterado del trabajo de Drumlin con anterioridad. Sin embargo, en su caracter de presidente de la asamblea juntamente con su colega sovietico, Ken estaba sentado en un escenario, frente a las butacas de los delegados, dispuestas en semicirculo a su alrededor. Hacia varias semanas que lo encontraba inaccesible. Drumlin no tenia obligacion de comunicarle a ella sus descubrimientos, desde luego. Pero, ?por que, siempre que conversaba con el surgian controversias? En parte, tenia la sensacion de que su doctorado, y su futura carrera en el campo de la ciencia, aun dependian exclusivamente de Drumlin.

En la manana del segundo dia, hizo uso de la palabra un miembro de la delegacion sovietica a quien ella no conocia. «Stefan Alexeivich Baruda», leyo en la pantalla de su computadora, «Director del Instituto de Estudios para la Paz, Academia Sovietica de Ciencias, Moscu; Miembro del Comite Central del Partido Comunista de la URSS».

— Ahora se va a poner bravo — oyo que le comentaba Michael Kitz a Elmo Honicutt, del Departamento de Estado.

Baruda era un hombre atildado, vestia un elegante traje occidental, quiza de corte italiano y hablaba el ingles a la perfeccion. Habia nacido en una de las republicas balticas, era joven para dirigir un organismo tan importante — creado para analizar los efectos a largo plazo de la estrategia de desarme nuclear — y constituia un ejemplo de la «nueva ola» de dirigentes sovieticos.

— Seamos sinceros — decia Baruda en ese momento —. Se nos esta enviando un Mensaje desde los confines del espacio. La mayor parte de la informacion fue recogida por la Union Sovietica y los Estados Unidos, aunque tambien otros paises han obtenido datos importantes. Todas estas naciones se hallan representadas en esta conferencia.

Cualquiera de ellas — mi pais, por ejemplo —, podria haber aguardado hasta que se repitiera el Mensaje varias veces, como esperamos que ocurra, y de ese modo completar los tramos que faltan. Pero esa tarea llevaria anos, decadas tal vez, y como estamos un poco impacientes, hemos compartido la informacion.

«Cualquier pais — el mio, por ejemplo — podria colocar en orbita alrededor de la Tierra grandes radiotelescopios con receptores sensibles que operaran en las frecuencias del Mensaje. Tambien podrian hacerlo los norteamericanos, o incluso Japon, Francia o la Agencia Europea del Espacio. De este modo, cualquier pais recibiria la totalidad de los datos, puesto que, en el espacio, un radiotelescopio puede apuntar todo el tiempo hacia Vega. No obstante, eso podria ser tomado como un acto de hostilidad. No es ningun secreto que los Estados Unidos o la Union Sovietica estarian en condiciones de derribar dichos satelites, y tal vez por esta razon tambien, hemos compartido la informacion.

«Es mejor colaborar. Nuestros cientificos desean intercambiar no solo los datos recogidos, sino tambien sus teorias y conjeturas, sus… suenos. En ese sentido, ustedes, los hombres de ciencia, son todos iguales. Yo no soy cientifico; mi especialidad es la administracion de estado, y por eso se que los paises tambien son semejantes. Cada pais es cauteloso, desconfiado. Nadie quiere darle ventajas al adversario si puede evitarlo. En consecuencia, se advierten dos opiniones — quiza mas, pero por lo menos dos —; una, que aconseja el intercambio de toda la informacion, y otra, que propone que cada nacion se aproveche de las demas.

«Los cientificos ganaron esta controversia, y fue asi como la mayor parte de los datos — aunque debo aclarar que no todos — obtenidos por los Estados Unidos y la Union Sovietica se intercambiaron. Lo mismo ha ocurrido con los datos que recogieron los demas paises del mundo. Estamos satisfechos de haber tomado esta decision.

Ellie le susurro a Kitz:

— No me parece demasiado bravo.

— Siga escuchando — murmuro el en respuesta.

— Pero hay otra clase de peligros que quisieramos plantear a la consideracion de esta asamblea. — El tono de voz de Baruda era el mismo que tenia Vaygay cuando almorzaron juntos. ?Que se traerian los rusos entre manos?

— El academico Lunacharsky, la doctora Arroway y otros cientificos coinciden en suponer que estamos recibiendo instrucciones para la fabricacion de una maquina compleja. Supongamos que el Mensaje termina, que vuelve al comienzo y que nos llega la introduccion imprescindible para comprender el resto. Supongamos tambien

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