– ?Es que no viene tambien?
– No, aun no he visto bastante por el dinero que he pagado.?Vamos!
Patricia toco la pared y se subio sobre las rodillas del Santo y luego sobre sus hombros, apoyandose contra el muro. De pronto se rompio una rama bajo el pie de Templar, y los perseguidores corrieron en direccion a ellos.
– ?Pronto! -ordeno el Santo. Y la hizo subir ayudandola-. Cuidado con los trozos de vidrio arriba. Ahi esta mi chaqueta…?La tiene?… Muy bien.?Adios! Prepareme una cerveza…, me hara falta.
– ?Cuanto siento dejarle!
– Repitamelo cuando tenga tiempo de darle una respuesta adecuada -dijo el Santo sonriendo-. Adios.
Patricia desaparecio al otro lado, salvada al fin, y Templar centro de nuevo la atencion en los matones. Con el grito de '?Aqui, imbeciles!', se separo rapidamente de la pared, porque en aquel momento su objetivo era desviar la atencion de los perseguidores de la muchacha hasta que esta se hubiese alejado. Tambien tenia la intencion de examinar otras habitaciones de la casa, pero sin un plan concreto acerca de lo que habia que hacer. Le gustaba la improvisacion.
Aumento la distancia entre el y sus perseguidores, alejandose aun mas de la pared, para no verse arrinconado. Al mismo tiempo, trato de hacer suficiente ruido para que creyesen que la joven aun estaba con el. Al detenerse para ver donde estaban los que le perseguian, oyo un choque no muy lejos de el, que acabo en reniegos y mutuas recriminaciones. El Santo rio de buena gana. No teniendo necesidad de distinguir entre el amigo y el enemigo, como sus perseguidores, tenia sobre estos una ventaja incalculable, aunque se preguntaba cuanto tiempo transcurriria aun hasta que la busqueda se hiciese mas sistematica con el empleo de linternas.?Es que pensaban esperar hasta que amaneciese? El Santo comprobo las muchas ventajas que tenia aquel alto muro que circundaba la casa, porque desde fuera nadie podia ver lo que pasaba.
Sin embargo, Templar no permitio que aquel muro le desalentase.
Despues del choque entre los perseguidores, parecia que estos habian adoptado una busqueda mas sistematica. Apenas el Santo lo advirtio, avanzo a gatas hacia la puerta principal del jardin, donde esperaba encontrar un hombre apostado, pero tropezo antes con uno junto a un arbol y estuvo a punto de caer. Templar lo agarro por el cuello antes de que pudiese gritar, luego solto una mano y le retorcio la nariz. Antes de que el centinela pudiera reponerse de la sorpresa, se vio de cabeza en un arbusto espinoso. Templar, de un salto, se puso al resguardo de otro arbusto aun antes de que los desesperados gritos de la victima rompieran el silencio de la noche. El Santo rio para sus adentros.
Un momento mas tarde se quedo inmovil al percibir la potente voz que, desde las escalinatas de la casa, se elevaba por encima del griterio:
– ?Callad, estupidos!?Kahn, venga usted aqui!
– ?Caramba! -murmuro el Santo-. No te habre dado muy fuerte cuando estas ahi. En cambio, el golpe ha servido para que estes de peor humor.
Pacientemente espero a ver si entendia lo que decian, pero solo percibio un murmullo de voces. Luego oyo pasos rapidos y el ruido de la tranca de una puerta al caer al suelo, y despues un chirrido metalico.
Una especie de gemido, seguido de un jadeo que se hizo mas fuerte y que se repitio en distintos sitios, indico que habian soltado los sabuesos, cuyos fuertes ladridos confirmaron inmediatamente la suposicion de Templar.
– Ahora es cuando el Santo -murmuro este- hace mutis por el foro en direccion a su casa.
Ya estaba forcejeando en los cerrojos de la puerta, habia logrado abrir uno y tenia medio corrido el segundo, cuando oyo muy cerca el jadeo de un perro. El Santo arremetio desesperadamente contra el segundo cerrojo, congratulandose de la completa oscuridad de la noche; por fin cedio el cerrojo, pero al mismo tiempo dieron fuertes golpes en la parte exterior de la puerta y los perros se acercaban por detras ladrando furiosos.
– Pues, senor -se dijo el Santo riendo-, esto no se acaba aun en este capitulo.
Despues se abrio la pesada puerta.
– ?Cuanto me alegro de que hayais venido, hermanos! -exclamo Templar cordialmente-. Estamos cazando a un verdadero bandido.?Quereis entrar y ayudar?
– ?Manos arriba! -ordeno una voz.
De la mano del hombre que penetro primero por la puerta surgio una luz cegadora, y el Santo se quedo momentaneamente sin ver nada. Luego vio una pequena pistola automatica con una pieza cilindrica sobre la boca del canon, que el Santo reconocio al momento. Era un silenciador, y, en cuanto a la punteria, Templar no se hizo ilusiones.
– ?Manos arriba y quieto, senor Templar! -repitio la voz.
– ?Caramba, caramba! -dijo el Santo, que jamas juraba cuando estaba seriamente disgustado. Y levanto las manos.
5. Tia Agata se enfada
Patricia Holm cayo de pie al otro lado de la pared y se marcho resuelta hacia su casa. Corria velozmente, con la agilidad de una muchacha sana que ha pasado la mayor parte de su vida en el campo, lejos de metros, autobuses y taxis, aunque estaba un poco cansada por la carrera que le hiciera dar el Santo.
Aun oyo el grito de este para llamar la atencion de sus perseguidores, y lo tomo al mismo tiempo como un mensaje para ella, que le recordaba que debia alejarse pronto, para no perder la ventaja que el le facilitaba asi, y que Templar estaba bien dispuesto a todas las peleas y peligros sin necesidad de que nadie se preocupase por el. De ahi que Patricia corriese obedientemente, y solo cuando el griterio del jardin de Bittle se apago en el silencio de la noche aflojo el paso. Entonces tambien se dio realmente cuenta de lo que significaba la situacion. Hasta alli, todos los incidentes habian sido tan fantasticos y tan absurdos, sucediendose todos con tal velocidad y de manera tan sorprendente, que la muchacha se vio privada de momento de pensar con coherencia. Ahora, al cesar en la alocada huida y serenarse, pudo por primera vez comprender en lineas generales el peligro que habia corrido y el misterio en que quedaba envuelto todo.
Echo una mirada a su reloj de pulsera, que tenia esfera luminosa. Faltaban cinco minutos para las once. El Santo le habia dado sus instrucciones hacia cinco minutos; por lo tanto, aunque las cosas fuesen mal, ella no podia solicitar el auxilio de Carn hasta las doce menos diez. Y mientras tanto… Patricia se estremecio al acordarse de los perros sabuesos.
Habia algo siniestro acerca de Bittle y de la enorme casa tras los gruesos muros. No le cabia duda respecto a esto, porque la conversacion -por desagradable que fuese- no era motivo suficiente para que aquel joven impetuoso se metiera en un asunto privado como lo habia hecho, ni tampoco habia razon para que Bittle se opusiera tan violentamente a que los dos saliesen de su casa. La muchacha recordaba los rumores a que dieron lugar las costumbres excentricas del Santo, pero, por otra parte, el recuerdo de la corta amistad con el restaba verosimilitud a la chismografia, aunque aumentaba el misterio que le rodeaba. Patricia se esforzo en vano por encontrar una explicacion al proceder de su misterioso protector. Repaso los hechos. Templar tenia algun motivo oculto para entrar aquella noche en el jardin de la casa de Bittle y para importunar al millonario; la propuesta de matrimonio no hubiera podido dar pie a la provocacion que cometio, considerando que ella y el se conocian tan poco y de un modo tan casual. Bittle, por su parte, parecia temer y odiar al Santo. Templar detestaba al millonario hasta el extremo de no vacilar en dejarle sin sentido con un golpe dado con la estatua de bronce. Antes, Bittle habia amenazado al Santo con un arma de fuego. Ademas, por lo ocurrido se podia deducir que en la casa de Bittle ocultabanse algunos hombres de dudosa indole y que estaban dispuestos a tratar a cualquier visita de un modo muy poco acostumbrado entre gente pacifica. Todo parecia indicar que en aquella casa tenian algo que temer u ocultar. Y no era corriente que en casa de un hombre, por millonario que fuese, hubiera timbres secretos y agujeros en las paredes para poder espiar a la gente…
La muchacha no sabia que pensar. Pero, fuese lo que fuese el Santo, su confianza en el no flaqueo. Nada malo le habia hecho; la habia protegido como pocos hombres protegen a una mujer y luego se quedo en la ratonera para hacer frente a cualquier eventualidad… Y por lo que podia barruntar por lo sucedido, no se trataba de cosa de chiquillos. Reportabale alguna consolacion el recordar que la actitud y la habilidad del Santo en la primera fase del asunto era garantia de que sabria salir airoso de su empeno. Sin embargo, no dejo un momento