– ?Admitamoslo! -concedio el Santo con voz grave-. Bien, ahora le toca a usted indicar lo que se podria hacer.
Bittle se arrellano aun mas en la butaca, pensando largo rato antes de contestar. Pasaba el tiempo, pero el Santo era demasiado diestro para inmutarse por tan rudimentaria estratagema. Se apoyo impasible en la pared y espero con paciencia a que Bittle comprendiera que asi no iba a lograr nada. Por fin se digno este hablar:
– Me daria por satisfecho, senor Templar, si usted quisiera pasar un dia o dos en mi casa; durante este tiempo podriamos decidir acerca de una adecuada explicacion por su proceder de esta noche. En cuanto a la senorita, terminaremos nuestro asunto y luego la acompanare yo mismo a su casa.
– ?No es demasiado optimista? -pregunto Templar.
– No admito ninguna negativa, entiendalo bien -replico Bittle cordialmente-. Es mas, creo que ya estaran preparando la habitacion.
El Santo sonrio.
– Casi me dan ganas de aceptar. Pero no puede ser. Si la senorita Holm no estuviese con nosotros, bueno…, haria mal en rehusar su amable invitacion. Pero el caso es que prometi a la senorita Girton tomar algo con ella y la senorita Patricia a medianoche, y no puedo faltar a mi palabra.
– La senorita Holm presentara sus excusas -urgio Bittle.
Pero el Santo movio la cabeza.
– Otro dia.
El millonario, que seguia fumando su cigarro, cambio de postura. El Santo empezaba a darse cuenta de que, a pesar de su aficion a las situaciones extranas, la cosa se ponia seria. Habia que tener presente a Patricia, que era un obstaculo. Aun seguia agarrandola de la mano y le sabia mal modificar las circunstancias de una manera violenta. Pero no habia mas remedio.
Dando un suspiro, se irguio, dejando el apoyo de la pared que tanto descanso le habia dado, solto la mano de Patricia no sin antes apretarla para darle animo y empezo a vagar por la estancia, canturreando suavemente y examinandolo todo con gran admiracion.
– Este cuarto esta bajo observacion desde dos puntos -le informo Bittle con amabilidad.
– Lastima que no tengamos una camara de filmar… Seria una magnifica escena para una pelicula truculenta -dijo el Santo por todo comentario.
Habia escuchado la advertencia de Bittle con la mayor indiferencia y sin dejar de pasear, pero la estaba ponderando con relacion al problema que tenia que afrontar y su posible solucion. Bittle, mientras tanto, seguia fumando con una displicencia que expresaba su gran satisfaccion por como estaban las cosas y su nula inquietud por que pasase el tiempo; justo lo que el Santo necesitaba.
Cualquiera con un poco de experiencia en tales asuntos hubiese advertido, al entrar en la habitacion, que ambos eran maestros en el arte de fingir. Nada podia dar la impresion de mas calma que el aspecto de los dos, nada tan cortes como las frases que de vez en cuando cambiaban.
El Santo iba lentamente dando la vuelta a la habitacion. Ora se detenia para examinar una copa de Benares, ora un grabado, despues algun mueble antiguo. La patina del jarron griego atrajo su atencion durante un instante; luego contemplo la admirable escultura de un busto. En efecto, un observador imparcial hubiese dicho que el Santo no tenia mas interes que estudiar los distintos objetos antiguos y que estaba disfrutando de verdad el permiso de su anfitrion para examinarlos a su gusto. Pero el Santo no perdia detalle de las particularidades de la habitacion, escudrinando las paredes centimetro a centimetro para descubrir los agujeros por donde los de fuera observaban la escena.
El millonario seguia impasible, y el Santo volvio a sonreir levemente a Patricia para animarla un poco, porque la muchacha le miraba con ojos sombrios. La sonrisa fue apenas perceptible, pero Patricia capto en seguida el mensaje y demostro con un pequeno gesto que seguia confiando en el.
El Santo confiaba en la impasibilidad e indiferencia que Bittle se veia obligado a mantener, y no se equivoco. Bittle sabia que, a pesar de todos los defensores que desde fuera vigilaban por el, su seguridad personal dependia tan solo del finisimo hilo de su absoluta despreocupacion. Se daba cuenta de que mostrar la menor ansiedad; la mas debil incertidumbre, era dar mas armas a aquel terrible adversario con quien tenia que haberselas, y Bittle no se atrevio a hacer nada de esto por miedo a que tuviese consecuencias desastrosas para el. Por lo tanto, el millonario fingio no advertir los movimientos de Templar y no cambio de postura ni una sola vez ni cayo en el error de seguirle con la mirada. Estaba reclinado en la comoda butaca y miraba de un modo vago a una acuarela que habia en la pared de enfrente u observaba el dibujo de la alfombra. A veces miraba tambien vagamente a Patricia, o se examinaba las unas, o media la longitud de la ceniza de su cigarro. El Santo se hallaba detras de el, pero como Bittle no volvia la cabeza, Templar se sentia confiado y receloso al mismo tiempo. Pudo encontrar uno de los agujeros, astutamente oculto detras de un par de pistolas antiguas que colgaban de la pared, pero no asi el segundo. Mas el tiempo apremiaba y no era posible prolongar mucho mas la situacion. Era preciso arriesgarse a que le viera el segundo observador.
Empezo la segunda vuelta a la habitacion, pasando esta vez por delante del millonario, quien le miro desenfadadamente.
– No vaya a creer que tengo prisa -le dijo-, pero se esta haciendo tarde y acaso manana necesite estar lo mas descansado posible.
– Gracias -repuso el Santo-; no me canso facilmente. De todos modos, he decidido pasar la noche aqui. Puede decir a ese proboscidio lesionado que llene la botella de agua caliente y que saque unos camisones de noche.
Bittle asintio.
– Solo puedo alabar su discrecion tan sinceramente como aprecio sus gustos sencillos -dijo.
– No vale la pena -contesto el Santo con la misma suavidad-.?Seria demasiada molestia que le pidiese un par de peucos?
El Santo se hallaba de nuevo detras del millonario, a un paso de el; tenia una mano levemente apoyada en el respaldo de una silla pequena; con la otra sostenia levantada una estatuilla de bronce ante la luz. La pose era tan natural, que los que observaban desde fuera no pudieron darse cuenta de la amenaza que implicaba hasta que fue demasiado tarde.
Bittle se percato de ello mas rapidamente. Templar miro a Patricia, haciendo un leve gesto hacia la ventana, y por un momento el millonario perdio la sangre fria. Empezo a volver la cabeza, pero el Santo le dio rapidamente un golpe en la nuca, dejandolo fuera de combate. Con la misma rapidez lanzo una silla contra la lampara, y la habitacion quedo a oscuras.
De un salto se situo junto a la vidriera.
La muchacha le tendio la mano, y los dos abrieron la puerta.
En el jardin se oian gritos, lo mismo que en el pasillo; de pronto se abrio la puerta de la habitacion y un haz de luz la invadio, revelando el cuerpo de Bittle que yacia sin sentido en la butaca. Dos hombres forzudos estaban fuera del alcance del haz de luz.
Antes de que la muchacha se diera cuenta se vio en los poderosos brazos del Santo y, en menos de diez segundos desde que cayo Bittle, Templar atravesaba la vidriera y cruzaba el jardin corriendo, con Patricia en brazos como si llevara una nina.
La maniobra fue tan precisa, que Simon Templar, a pesar de la carga, paso entre los dos criados que esperaban junto a la puerta, y la emboscada se torno en furiosa persecucion. Simon se detuvo un momento para dejar a la muchacha en el suelo; luego la cogio de la mano y se dirigio corriendo hacia los arbustos al final del cesped.
Como llevaban bastante delantera, llegaron a los arbustos sin ser vistos. Sin vacilar, el Santo se metio entre la espesura, descubriendo por instinto el camino mas seguro, aunque no el mas facil, porque arrastraba a Patricia, desgarrandose ambos los vestidos e hiriendose con frecuencia con las ramas espinosas. Se detuvieron, y Patricia, pegada a el, esforzabase por recobrar el aliento sin hacer ruido. Oian a los perseguidores buscandolos entre la espesura, maldiciendo y blasfemando, pero sin dar con ellos. Cuando advirtieron que los fugitivos ya no corrian, todo quedo en silencio.
Patricia oyo que el Santo le decia al oido:
– Estamos junto al muro. Voy a pasarla al otro lado. Vayase a casa y no diga nada a su tia. Si no vuelvo dentro de una hora, digaselo al doctor Carn.?Entendido? Haga lo que haga, no se alarme hasta dentro de una hora.