– Lo dicho, comisario, deseo que pesque al que lo hizo. Fuera lo que fuere, nadie merece morir de ese modo.

6

– ?Lo ha visto? -pregunto Gallo cuando Brunetti volvio a la questura.

– Si.

– No es un cuadro agradable.

– ?Usted tambien lo ha visto?

– Procuro verlos a todos -dijo Gallo con voz opaca-. Me motiva a encontrar al culpable.

– ?Que opina, sargento? -pregunto Brunetti sentandose en la silla situada a un lado del escritorio del policia y dejando sobre el la carpeta azul, como si quisiera utilizarla como simbolo tangible del asesinato.

Gallo estuvo casi un minuto pensando la respuesta.

– Pienso que quien lo hizo pudo estar impulsado por una colera irracional. -Brunetti asintio-. O, como sugirio usted, dottore, por la intencion de ocultar la identidad de la victima. -Al cabo de un segundo, Gallo rectifico, al recordar quiza lo que habia visto en el deposito-. O de falsearla.

– Eso, en nuestro mundo, es casi imposible, ?no le parece, sargento?

– ?Imposible?

– Hoy en dia, a menos que una persona sea totalmente extrana a un lugar, que no tenga familia ni amigos, su desaparicion es descubierta al cabo de pocos dias, en la mayoria de los casos, al cabo de unas horas. Ya no es posible desaparecer sin que alguien denuncie la desaparicion.

– Entonces, una reaccion de colera parece la explicacion mas plausible -dijo Gallo-. Quiza dijo o hizo algo que enfurecio a un cliente. No se mucho acerca de los hombres de las fichas que le deje ayer, no soy psicologo ni nada parecido, por lo que no se que es lo que rige sus impulsos, pero tengo la impresion de que los hombres que… en fin, los hombres que pagan son mucho mas inestables que los que cobran. Asi pues, ?colera?

– ?Y lo de llevarlo a una parte de la ciudad frecuentada por prostitutas? -pregunto Brunetti-. Eso indica deliberacion mas que colera.

Gallo respondio rapidamente al apunte de este nuevo comisario.

– Bien, quiza despues de desahogar la rabia recapacito. Quiza lo mato en su casa o en un sitio en el que uno de los dos era conocido y por eso tuvo que llevarselo. Y si es de la clase de hombres, me refiero al asesino, si es de la clase de hombres que frecuentan a los travestis, sabria donde actuan las prostitutas. Quiza le pareciera que ese era el sitio mas conveniente, para que se sospechara de otros posibles clientes.

– Si -convino Brunetti lentamente, y Gallo espero el «pero» que, por el tono del comisario, parecia inevitable-. Pero eso implica que el asesino no distinguia entre prostitutas y chaperos.

– ?A que se refiere, comisario?

– A que para el eran lo mismo los hombres que las mujeres o, por lo menos, que imaginaba que trabajaban en el mismo sitio. Por lo que pude apreciar ayer, me parece que la zona del matadero solo la frecuentan mujeres. -Gallo parecio reflexionar sobre esto, y Brunetti termino, tanteandole-: Claro que esta es su ciudad y usted la conocera mejor que yo, que soy forastero.

Gallo sonrio ligeramente, tomandolo como un cumplido y asintio.

– Por regla general, en esos descampados de entre las fabricas solo actuan mujeres. Pero cada dia que pasa nos llegan mas hombres, muchos de ellos, eslavos o norteafricanos, por lo que quiza hayan empezado a invadir nuevo territorio.

– ?Ha oido algun rumor?

– Personalmente, no, senor. Pero mi trabajo no tiene mucho que ver con las prostitutas, a menos que haya violencia.

– ?Y eso ocurre con frecuencia?

Gallo meneo la cabeza.

– Generalmente, las mujeres no presentan denuncias porque piensan que, quienquiera que sea el responsable de la violencia, iran ellas a la carcel. Muchas estan en el pais ilegalmente, y, si tienen dificultades, no acuden a nosotros por temor a ser deportadas. Y son muchos los hombres que disfrutan maltratandolas. Supongo que con el tiempo aprenden a detectarlos, u otras chicas les avisan y tratan de evitarlos.

»Supongo que los hombres pueden protegerse mejor. En las fichas habra visto lo corpulentos que son algunos. Guapos, si, pero no dejan de ser hombres y no estan tan indefensos.

– ?Tiene ya el informe de la autopsia? -pregunto Brunetti.

Gallo le entrego varias hojas de papel.

– Llego mientras usted estaba en el hospital.

Brunetti empezo a leer rapidamente el informe, familiarizado con la jerga y los terminos tecnicos. No se observaban marcas de pinchazos, por lo que la victima no consumia drogas por via intravenosa. Estatura, peso, condicion fisica, todo lo que Brunetti habia observado alli se cuantificaba con exactitud. Se mencionaba el maquillaje, pero solo para indicar que se habian observado considerables restos de barra de labios y de eyeliner. No habia huellas de actividad sexual, ni activa ni pasiva. Las manos sugerian una ocupacion sedentaria, las unas estaban cortadas al ras y no habia callosidad en las palmas. La situacion de las magulladuras indicaba que lo habian matado en otro lugar y transportado al lugar en el que fue hallado, pero el intenso calor al que habia estado expuesto hacia imposible determinar el tiempo transcurrido entre la muerte y el descubrimiento del cadaver; la estimacion mas aproximada lo situaba entre doce y veinte horas.

Brunetti miro a Gallo y pregunto:

– ?Lo ha leido?

– Si, senor.

– ?Que opina?

– Aun sigue abierta la opcion entre colera y premeditacion, supongo.

– Pero ante todo hay que averiguar quien era -dijo Brunetti-. ?Cuantos hombres trabajan en esto?

– Scarpa.

– ?El que ayer estaba al sol?

El apagado «Si, senor» de Gallo indico a Brunetti que el sargento habia sido informado del incidente, y su acento daba a entender que no le habia gustado.

– Es el unico agente asignado al caso. La muerte de una persona que se dedica a la prostitucion no tiene prioridad, y mucho menos, durante el verano, en que estamos escasos de personal.

– ?Nadie mas?

– Fui asignado yo provisionalmente, porque estaba de guardia cuando se recibio la llamada, y envie la Squadra Mobile. La vicequestore de Mestre sugirio que se encomendara el caso al sargento Buffo, ya que el respondio a la llamada.

– Entiendo -dijo Brunetti con aire pensativo-. ?Hay alternativa?

– ?Una alternativa al sargento Buffo, quiere decir?

– Si.

– Podria usted solicitar que, puesto que su primer contacto ha sido conmigo y hemos debatido el caso largamente… -Gallo hizo una pausa, como si deseara alargar mas aun el debate, y prosiguio-: Ahorraria tiempo que yo siguiera asignado al caso.

– ?Como se llama la vicequestore?

– Nasci.

– ?Se dejara… quiero decir, sera facil convencerla?

– Estoy seguro de que, si es un comisario quien lo solicita, estara de acuerdo. Maxime si ha venido usted a ayudarnos. -Bien. Que extiendan la solicitud y la firmare antes del almuerzo. -Gallo movio la cabeza de arriba abajo, escribio unas palabras en un papel, miro a Brunetti y volvio a mover la cabeza-. Y ordene que empiecen a trabajar con la ropa y los zapatos.

Gallo asintio por tercera vez e hizo otra anotacion.

Brunetti abrio la carpeta azul que habia estado leyendo la vispera y senalo la lista de nombres y direcciones

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