el chico iria a vivir con el a su granja, donde tenia treinta caballos de carreras. Pero primero tenia que cumplir una condena de cuatro meses, por irregularidades en la contabilidad. No queria ir a por Simon mientras estuviera esperando a cumplir condena, como el mismo decia. Empezarian de nuevo juntos, con todos los impedimentos ya vencidos.

Margunn volvio a aparecer, con la Coca-Cola sin azucar, efectivamente, y una bandeja con vasos.

– No mancheis el suelo, chicos.

Lanzo una mirada amonestadora a Kannick. Margunn no sabia reganar porque eran sus chicos y los queria. Cualquier intento de reprimenda caia al suelo como un globo pinchado, y todos la querian porque era la unica persona en sus vidas que se preocupaba por ellos. Bien es cierto que trabajaban mas personas en la casa, por ejemplo, Thorleif, Inga y Richard. Eran buena gente, que hacian lo que tenian que hacer, pero eran jovenes y procuraban encontrar algo mejor. Para ellos, los chicos eran un pedazo de terreno dificil por el que habia que abrirse paso cuanto antes. Margunn, en cambio, ya habia llegado a la meta. Margunn estaba cerca de los sesenta y no pretendia ir mas lejos. Habia acabado en esa casa fea, cubierta de planchas de asbesto, con olor a algo verde y humedo en todas las habitaciones, y le gustaba, de la misma manera que a la gente le gusta ese cuarto mohoso en el ultimo rincon del sotano, porque nunca abandonan la esperanza de que, algun dia, encontraran algo valioso escondido entre los trastos viejos. Los chicos se daban cuenta. Solo Simon era incapaz de sacar conclusiones. Preguntaba a los demas y creia las respuestas que recibia.

Karsten repartio la Coca-Cola y los vasos. Todas las mandibulas estaban trabajando con los chicles. Kannick miro de reojo la colcha, preguntandose si deberia repartir mas o guardar el resto para dias malos. Este era un momento estelar, y podria pasar mucho tiempo antes de que se diera otro igual.

– ?Donde esta Halldis ahora? -pregunto Palte, una vez Margunn se hubo ido. En realidad, se llamaba Pal Theodor, y estaba alli por equivocacion, solo que nadie lo entendia. En un punto del futuro, en su vida de adulto, le esperaba una formidable indemnizacion de varios millones de coronas. Eso era lo que lo mantenia a flote.

– En el deposito de cadaveres, claro -contesto Kannick, mientras bebia Coca-Cola-. Dentro de un congelador.

– Refrigerador -le corrigio Karsten-. Hay que hacerle una autopsia y si esta congelada no se pueden hacer cortes en ella.

– ?Cortes? -Los ojos de Simon se volvieron negros de miedo.

Karsten le puso un brazo alrededor del hombro.

– Cuando alguien muere, se hacen luego cortes en su cuerpo para encontrar la causa de la muerte.

– La causa fue una azada en la cabeza -comento Philip y eructo por lo bajo.

– Tienen que saber exactamente donde le dio. No pueden basarse en adivinanzas.

– Le dio en medio del ojo.

– Si, pero tienen que hacer un certificado de defuncion. No se puede meter a nadie en la tumba sin haberle hecho antes un certificado de defuncion. Me pregunto por que uso la azada -prosiguio Karsten-, seguro que podria haberla matado con los punos.

– Sera que no quiso hacerlo asi en ese momento -contesto Kannick. Luego hizo una enorme pompa que le tapo media cara hasta que revento posandose sobre la nariz y la boca. La recogio con los dedos sucios y siguio masticando.

– Pero la policia lo esta buscando ahora, ?no? -Simon se tiraba del lobulo de la oreja con el fin de calmarse.

– Seguro que si. Habra muchas patrullas buscandolo con los fusiles cargados. Y chalecos antibalas. Lo cogeran.

Karsten hizo un gesto de impaciencia.

– Lo absurdo es que siempre y a toda costa quieren cogerlos enteritos, y no heridos.

Los miro. Eso era algo de lo que el sabia.

– Es mucho mas practico en Estados Unidos. Alli les pegan un tiro y ya esta. Se tiene mucha mas consideracion con la poblacion. ?Yo estoy a favor de la pena de muerte! -proclamo en tono solemne. Y con ese comentario, se levanto la sesion.

El que se hacia llamar Morgan estaba sentado entre unos matorrales. El arma estaba a su lado, sobre la hierba. Errki miro de reojo el pantalon corto con palmeras y frutas.

Morgan intentaba aclarar la situacion. Podria haber sido peor. Habia conseguido salir del banco, de la ciudad y del coche. Y tenia el dinero, tal y como habia prometido. El coche estaba escondido, y si ese sendero era poco frecuentado, podrian pasar dias hasta que lo localizaran. Dentro del coche no encontrarian sus huellas dactilares, pues no se habia quitado los guantes en ningun momento. Luego se pregunto si habrian identificado al rehen. A veces, la calidad de la vigilancia por video era muy mala en los bancos.

– Escucha -dijo en voz baja. A Errki le parecio que el redoble del tambor sonaba mas bajo, eso queria decir que habia conseguido algo mas de orden en su cabeza-. Al menos podras contestar a esta pregunta.

Miro a Errki, que estaba sentado en un tocon con las rodillas juntas.

– ?Te has fugado de algun sitio? ?De uno de esos centros o algo por el estilo? ?O te las arreglas por tu cuenta y tienes tu propio piso, o vives con tu madre? Es pura curiosidad, ?sabes? No son cosas horribles de preguntar, ?no?

Espero, mientras sacaba un paquete de tabaco de la bolsa. Errki no contesto. Nestor estaba a punto de adoptar su postura habitual: en cuclillas, con la barbilla sobre las rodillas y las manos entrelazadas alrededor de las piernas. Esa era la postura. Cuando se sentaba asi, Errki podia hablar.

– Quiero decir si te has fugado de un hospital o algo asi. Si alguien te esta buscando.

La pregunta hizo a Errki agitar la cabeza repetidas veces.

– Hagamos un trato -sugirio Morgan-. Yo te hago una pregunta y si me contestas, tendras derecho a hacerme otra a mi, a la que estare obligado a contestar, y asi yo podre hacerte otra. Esta bien, ?no?

Se sintio orgulloso de esa propuesta y miro de reojo a su rehen. A pesar de la chaqueta de cuero y los pantalones oscuros, no parecia sudado. Era curioso. En cambio, el estaba empapado y tenia la camiseta llena de manchas oscuras.

– Es solo para averiguar quien eres -anadio-. No resulta muy facil, ?sabes?

– No se ve gran cosa alli donde el diablo lleva la vela -afirmo Errki con mucha calma.

Lo dijo con una voz cansada, como si le costara mucho esfuerzo gastar palabras en un pobre hombre como Morgan.

Morgan se estremecio al oir el sonido de su voz. Era una voz clara y hermosa, y hablaba con mucha seriedad. Errki echo la cabeza hacia un lado y escucho con atencion las murmuraciones de Nestor. La propuesta se parecia a algo que el ya conocia. Un juego al que solian jugar en el manicomio, en la terapia de grupo.

– Empiezo yo -dijo a continuacion.

Morgan sonrio, aliviado por ese comentario tan normal.

– Pero vale lo mismo para ti, ?verdad? Si yo contesto con sinceridad, tendre derecho a preguntarte, y a recibir una respuesta sincera.

Errki consintio con una mirada.

– ?Que piensas hacer ahora? -pregunto, y justo en ese instante oyo la risa silbante de Nestor desde las profundidades del Sotano.

Morgan fruncio el ceno. Miro de reojo al hombre vestido de negro y se relamio los labios.

?Que piensas hacer ahora? Era una pregunta inesperada, aunque claro, podria inventar cualquier cosa porque ese chiflado no seria capaz de entenderla de todos modos. Pero habian acordado no mentir. Por cierto, parecia imposible mentir ante esos ojos brillantes. De alguna manera, se sintio muy solo. Se puso a sudar aun mas. ?Que piensas hacer ahora? No tenia ni puta idea. Alli estaba sentado, con una bolsa llena de dinero y un tonto a quien no entendia en absoluto. Vacilo y se encogio de hombros.

– Estoy esperando la oscuridad.

Esperando la oscuridad. Nestor hizo una mueca parecida a una sonrisa. ?Diselo, Errki! Abre los ojos a ese tio.

– No se hara de noche -dijo Errki-. Estamos en pleno solsticio de verano.

– No soy idiota -ladro Morgan.

Ah, si, lo es, se rio Nestor, y empezo a mecerse hacia delante y hacia atras, como

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