ojos.
Aplasto el cigarrillo en la hierba. Se levanto de repente y fue hacia el. Se agacho, lo cogio violentamente por el hombro y lo levanto. Errki se tambaleo.
– ?No me toques!
– ?Conque no te gusta que te toque, eh? ?Tienes miedo de que te contagie algo? A mi no me pasa nada, y me duche ayer, cosa que no puede decirse de ti.
Una repentina rafaga de viento hizo que el Abrigo se tambaleara y rodara por el suelo. Errki se estremecio y levanto las manos.
– ?Que te pasa?
Morgan lo miro.
– ?Te encuentras mal? No puedo conseguirte esas medicinas, pero para ser sincero, si pudiera, lo intentaria. No soy tacano, y ese atraco… -trago saliva con pesadez-. Tu no puedes entenderlo, pero ese atraco fue un favor a un amigo, lo creas o no.
Las palabras fueron pronunciadas con absoluta sinceridad. Errki estaba confuso. El hombre se hinchaba de repente como un
– Tranquilo, ya voy.
Pero el otro siguio andando y desaparecio parcialmente detras de unos matorrales. Morgan oyo golpes secos de ramas que se rompian.
– Esperame ahi. ?Yo voy cargado!
Errki seguia andando sin parar. Los dos del Sotano miraron, Nestor volvio imperceptiblemente la cabeza. Tal vez hiciera una pequena sena al Abrigo, que agito un brazo para captarla. Parecia que los dos estaban planeando algo o que estaban tomando una decision importante. Acelero el paso. Eso era lo que querian para ver lo que pasaba. Detras de el, oyo los pasos de Morgan y su aliento entrecortado. Penso en el revolver y en lo que podia hacer en la Tierra como en el Cielo.
– ?Errki, joder! ?A que disparo!
Morgan corria. Se dio cuenta de que el bosque era tan espeso que el otro podia desaparecer simplemente agachandose detras de un arbusto y quedandose inmovil mientras el pasaba de largo. No conocia ese paraje. ?Encontraria el camino de regreso a la carretera principal?
– Voy a disparar, Errki, tengo mas balas. ?Sabes lo que puede hacerte esta bala si te alcanza la pierna? ?Te la pondra del reves!
?La pierna? Errki tuvo que concentrarse para recordar la parte de su cuerpo que se llamaba pierna. Nunca la veia, siempre estaba detras de el. Siguio andando hasta que oyo un agudo estrepito y algo que le pasaba silbando a la altura de la oreja. La bala le envio un pequeno soplo en el momento de pasar. Al instante, penetro en el tronco de un arbol justo delante de el. Salieron astillas blancas, como pelo hirsuto. Se detuvo.
– ?Asi! Lo has entendido. Me lo figuraba.
Morgan jadeaba como un perro.
– La proxima vez te doy en la pierna. Anda mas despacio. Pronto tendremos que parar, no me da la gana seguir andando. Ya es tarde.
Errki se mordio el labio. Ya no faltaba mucho. Noto que se estaba acercando a algo, se encontraba justo al lado, y no estaba preparado. Miro a su alrededor. Sabia muy bien donde estaban. El otro no lo sabia. Aflojo el paso. Tenia que acordarse de no irritarlo. Vio en su interior la herida en el arbol y la misma herida en su propia espalda, una explosion dentro de la medula, la piel reventada en pedazos, la sangre saliendo a chorros como de un grifo abierto y el gran salto a la eternidad.
La anoraba. Pero la iba aplazando hasta que estuviera preparado, hasta el dia y la hora exactos. Seria pronto. Lo notaba en el cuerpo. Habian sucedido tantas cosas… Tal vez a ese hombre que iba detras de el lo hubieran enviado para ayudarle. Asi se lo imaginaba: se lanzaria al universo infinito, en una orbita que seria solo suya, y otros pasarian por la derecha y por la izquierda, fuera de su alcance, como simples y debiles temblores en la atmosfera, pequenos soplos que pasaban velozmente. Tal vez su madre flotara asi, con los brazos extendidos como alas y la luz de las estrellas como cristales en su pelo negro. Y tras ella, el grave tono de la flauta. La alternativa era continuar como hasta ahora. Siempre con alguien jadeando detras. Estoy agotado, penso. ?Quien nos ha azotado para comenzar esta carrera? ?Quien esta esperandonos en la meta, y hasta donde cono se pretende que vayamos? Sangre, sudor y lagrimas. ?Dolor, luto y desesperacion!
Se encontraban en un bosquecillo. Los arboles cedieron y abrieron paso a una pequena llanura. Morgan lo alcanzo por fin. La bolsa cayo al suelo con un chasquido. Sus ojos brillaban.
– ?Vaya, mira por donde! Una casa para nosotros solos. Aqui podemos jugar a las casitas.
Parecia contento de verdad.
– Joder, que ganas tengo de meterme en ella.
Lo adelanto y fue hacia la puerta. Errki vio la mancha oscura sobre la losa, donde habian estado sus intestinos humeantes hacia solo veinticuatro horas. Morgan no se fijo, se limito a empujar la puerta carcomida, que se abrio lentamente con un crujido. Luego miro el interior.
– Oscuro y fresco -constato-. Ven.
Errki seguia en la hierba. Intento acordarse de algo, pero se le escapaba como una goma elastica. Lo de tener pensamientos elasticos era algo que llevaba anos molestandolo.
– Esto esta muy bien. Entra.
Morgan empujo a Errki hasta lo que habia sido un cuarto de estar, en los tiempos en que habia pastores en ese lugar. Luego se acerco a la ventana.
– Una laguna. Perfecto. Seguro que se puede uno banar.
Saco la cabeza por el cristal roto e hizo un gesto afirmativo. Errki sintio de repente una tremenda flojera. Vacilante, dio unos pasos hacia la alcoba.
– ?Y tu, adonde vas?
Morgan lo miro. Errki abrio la puerta y clavo la mirada en el colchon a rayas. Se apresuro a quitarse la chaqueta y la camiseta, y cayo sobre la cama.
– ?Joder! ?Un camastro!
Morgan sonrio.
– Esta bien. Por mi puedes acostarte. Asi te tengo localizado.
Errki no contesto. Solo penso que lo mejor que podia hacer era dormir, porque donde el estaba, no habia mas que muerte y miseria, y el que duerme no peca. Su respiracion era pesada y regular.
– Has sido un guia cojonudo. Hablaremos mas tarde.
Comprobo la ventana del cuarto para asegurarse de que Errki no podria escaparse por ella. El cristal estaba roto, pero quedaban el marco y los listones de los cuadraditos, y la ventana no podia abrirse. Estaba reseca y fijada al marco. Si el tio intentara algo, lo oiria. Salio. Cuando sus pasos se hubieron alejado, Errki abrio los ojos. Yacia sobre algo duro, por eso se retorcio un poco para librarse: el revolver.
Majestuoso y solido, aparecio el hospital entre los arboles. Sejer se quedo un instante sin aliento ante lo que estaba viendo, aparco al borde de la carretera y salio del coche. Permanecio un rato contemplandolo, abrumado. Tuvo la sensacion de que el edificio le gritaba: ?ESTO VA EN SERIO!
Estaba ubicado en el punto mas alto de la comarca. Asi debia ser un manicomio, y asi podia mostrar a todo el mundo que el camino hacia la lucidez no era un jardin de rosas. Y si no lo habian entendido antes, lo entenderian ahora los que llegaban hasta alli, sumidos en la mas profunda desesperacion, y luego eran llevados de la mano dentro de ese gigante de institucion.
La carretera era mala, estrecha y llena de baches. Penso que, en los anos que hacia que no iba por alli, la habrian mejorado, pero no era asi. Recordo que una vez, siendo un joven policia, condujo a una joven hasta ese lugar. La habian encontrado en los servicios de la estacion de autobuses, encerrada y desnuda. Reventaron la puerta. El rostro de la chica estaba desencajado de miedo. En la mano tenia un rollo de papel higienico que empezo a comerse al instante, como si contuviera informacion vital y secreta que tuviera que proteger con su propia vida. La mano de Sejer estaba suspendida en el aire entre el y ella y la chica la miraba como si fuera una garra. El llevaba una manta que quiso echar sobre los hombros de la joven, y no paraba de hablarle en voz baja.
