una vieja desquiciada.

– Entre las doce y las dos de esta noche habra una luz crepuscular. Cuando lleguemos a ese punto, ya veremos lo que haremos.

La voz sonaba amenazadora, y los tambores estaban tocando desacompasados.

– Ahora me toca a mi. ?Que te pasa?

Errki abrio los dedos. Ese gesto le daba asco a Morgan. Si no fuera por ese abrir de dedos y el asqueroso tic nervioso de la cabeza, el tio resultaria soportable.

Una respuesta sincera, penso Errki. ?Que me pasa? En ese instante llego un escalofrio que removio el polvo del suelo del Sotano. Nestor gruno por lo bajo. ?Que me pasa? Miro hacia abajo. Una mancha roja como la sangre aparecio en la hierba, junto a sus pies. Empezo a hincharse, creciendo lentamente. Si movia el pie un centimetro, se mancharia las zapatillas de sangre.

– ?Bueno? ?Vas a contestar o que?

Morgan lo miro ofendido.

– Hemos hecho un trato. ?Que te pasa? Una respuesta sincera, venga.

Errki estaba como petrificado, mirandose los pies.

– Voy a ser mas bueno que el pan -continuo Morgan-, al contrario que tu, que eres un poco especial. Te hare otra pregunta. Pero si no me contestas bien esta vez, entonces si que voy a cabrearme.

Miro con dureza a Errki para recalcar la gravedad.

– Has subido muy deprisa estas cuestas. Nunca he visto nada igual. ?Conoces esto?

– Si -contesto Errki levantando la cabeza y cuidandose de no mover los pies. Morgan se animo.

– ?Pero bien de verdad? Entonces tal vez conozcas un sitio donde podamos sentarnos a esperar la llegada de la noche. O tambien podemos hacernos una choza con ramas de abeto, ?que te parece?

Errki habia vuelto a recibir dos preguntas. Se sintio un poco agobiado e irritado por la falta de claridad del otro. ?Conoces esto bien de verdad? ?Una choza con ramas de abeto?

– Si -contesto, mientras controlaba la mancha de sangre, que habia atraido a algunos insectos que estaban deleitandose con ella.

– Si, tu conoces esto bien de verdad, y si, haremos una choza con ramas de abeto -dijo Morgan contento-. Vale. Tu haces la choza y yo sostengo el revolver. No soporto esas ramas que pican tanto.

Senalo perezosamente con una mano la rama inferior de un abeto. Errki se quedo mirando el arma, que estaba en la hierba, a unos treinta centimetros de sus pies.

– Por cierto, veremos como de bueno eres para los detalles. Si tuvieras que identificarme ante los maderos, por ejemplo, no porque vaya a darse el caso, solo para divertirnos. ?Como me describirias?

– Me toca a mi -susurro Errki.

– Perdona, tienes razon. Dispara.

Chupo el papel del cigarrillo liado y se lo coloco entre los labios. A continuacion busco un encendedor.

– ?Que te pasa a ti? -pregunto Errki.

Morgan lo miro asombrado, frunciendo descontento el ceno. Nestor se reia por lo bajo. El Abrigo aleteaba las mangas en el rincon. Siempre estaba inerte, como si no tuviera fuerzas. A veces, Errki pensaba que Nestor no era mas que un mero engano, nada mas que un jodido engano.

– ?Que cono va a pasarme? -contesto Morgan rudamente-. No me pasa nada. Y hasta ahora no te hecho ni un aranazo. Si la cosa va a seguir asi, depende de ti y de tu voluntad de colaborar.

Morgan se sentia incomodo. Resultaba complicado entender a la gente chiflada. Eran imprevisibles. Pero tenian una especie de logica, eso ya lo sabia. Solo habia que encontrarla.

– Voy a decirte una cosa -prosiguio-. No soy del todo ajeno a tu problema. Hice el servicio social como objetor en un hospital psiquiatrico. No te lo esperabas, ?verdad? Pues fui objetor de conciencia. Alegue pacifismo.

Miro un instante el arma en la hierba y se echo a reir con gran entusiasmo.

– Recuerdo sobre todo a un chiflado que siempre se olia los calzoncillos. Por lo demas, nunca hacia mal a nadie. ?Y tu? ?Tambien tu te hueles los calzoncillos?

Fue un hecho muy fastidioso para Errki descubrir lo pueril que era ese hombre. Controlo la mancha de sangre. Todavia seguia alli.

– Por cierto -dijo Morgan-, ahora me toca preguntar a mi. ?Que descripcion harias a la policia si te lo pidieran? Venga, cuentame lo que sabes.

Un hombre verdaderamente tonto, penso Errki. Un payaso arrugado con unos calzoncillos ridiculos. Casi siempre tiene miedo. Si pierde el revolver, se queda invalido. En el manicomio dirian que de nino fue ignorado.

Errki se puso a estudiarlo con una mirada tan ardiente que Morgan se asusto.

Estatura: Casi un metro setenta, seguro que mas no.

Morgan esperaba callado.

Peso: Veinte kilos mas que yo. Edad: Tal vez veintidos. Pelo espeso, color arena. Cejas rectas de color gris. Ojos azul grisaceos. Boca pequena con labios carnosos.

Morgan se saco el cigarrillo de la boca y suspiro con impaciencia.

Orejas pequenas con lobulos carnosos. Dedos cortos, como pequenas salchichas, muslos y piernas redondas. Un poco hinchado. Atuendo: Ridiculo. Inteligencia: Dentro de lo normal, tirando a baja.

Reinaba un silencio total. Incluso los pajaros se callaron. Solo Errki escuchaba la risa contenida que subia desde el Sotano. Morgan se levanto de golpe y saco el revolver.

– Quedate con tus putos secretos. ?Levantate, vamos a seguir!

Tenia la desagradable sensacion de que alguien se burlaba de el, sin entender por que.

– Solo eres una imagen -dijo Errki de repente.

– ?Te he dicho que te calles!

– Una foto de esas a las que a nadie apetece dar la vuelta para leer el texto escrito al dorso.

– ?Levantate ya!

– ?Has pensado en ello? -pregunto Errki con insistencia-. Nadie sabe quien eres. ?No es eso bastante jodido, Morgan?

Morgan lo miro asombrado. Errki se levanto con intencionada lentitud, dio un largo paso para no tener que pisar la asquerosa sangre y empezo a bajar hacia el mirador, donde habian dejado el coche. Desde alli podria ver el mar, frio y azul. Y la carretera con los coches.

– ?No, joder! ?Seguimos hacia arriba! ?Estas tonto o que?

– ?Que vas a hacer si me voy donde quiera? -pregunto Errki en voz baja.

– Meterte una jodida bala entre los ojos y encontrar un puto agujero donde tirarte. ?Deprisa!

Y Errki anduvo mas deprisa que nunca. Habia descansado y se sentia mejor cuando estaba en movimiento.

– Esta bien. No hace falta que vayas tan deprisa. Si de verdad conoces esto, busca una cabana abandonada o algo por el estilo, donde podamos meternos.

Una vieja cabana. Habia varias, y casi todas se encontraban al otro lado de la colina, a un par de kilometros. El terreno era muy accidentado y hacia un calor de muerte. Errki tenia sed. No dijo nada, pero supuso que lo mismo le pasaba a Morgan. Oyo sus gemidos detras y, un poco mas tarde, su voz ya mas calmada.

– Si ves un arroyo o algo parecido, avisame, tengo muchisima sed.

Errki avanzaba. Su pelo largo y negro se movia hacia los lados, igual que la chaqueta y los pantalones de pernera ancha. Morgan lo miro perplejo. Ese hombre era completamente diferente a todos los demas seres humanos. ?Por que no lo suelto?, penso. ?Por que voy cargando con este negro fantasma? Podria haberlo dejado en el coche. ?Es solo por miedo a la descripcion que pudiera dar a la policia? ?O es por otra cosa? Penso que incluso seria posible que ese tipo no hablara si cayera en manos de la policia. Miro el reloj. En media hora habria noticias en la radio y se pararia a escucharlas. Andaba como podia mientras la sed le hacia estragos en la boca y la garganta. Tenia whisky, pero tambien suficiente sentido comun para esperar a probarlo. Los locos podian ser peligrosos. Aunque ese tipo no era gran cosa fisicamente hablando, Morgan sabia que la locura y la falta de inhibiciones podian proporcionarles una fuerza insospechada. Tal vez fuera mas seguro estar a bien con el, no provocarlo demasiado. Tampoco eran enemigos, se habia llevado al loco por puro impulso. Salir disparado del banco con ese idiota por delante fue como proveerse de un enorme escudo. Relajate, se dijo a si mismo. Lo que

Вы читаете ?Quien teme al lobo?
Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату