– Como mi madre cuando murio mi padre -comento Morgan.

– Johannes empezo a beber. Bebia a todas horas, sin parar, y asi durante muchos meses. La gente iba a su casa para ayudarle, pero de nada sirvio.

– ?Y la bebida lo mato?

– No. Por fin se desperto y aterrizo, despues de haber compartido una botella de alcohol con el parroco.

– Parece un tio muy majo, ese parroco.

– El parroco me vio y me llamo en voz alta, pero yo no me detuve. Pude haberlo hecho, pero sali lo mas rapido que pude por la verja y me escondi detras de los invernaderos.

– ?Por que te grito el parroco?

– No seas impaciente.

Errki se volvio y cogio la botella. Morgan no opuso resistencia.

– Johannes empezo a trabajar en casa del parroco haciendo un poco de todo. Un dia estaba encalando la iglesia. Se encontraba en lo alto de una escalera de tijera, trabajando arduamente. Entonces llegue yo. Johannes no me oyo porque estaba ocupado en su trabajo y ademas no paraba de silbar porque era feliz y habia dejado de beber. Entonces me senti decepcionado, Johannes habia empezado a parecerse a los demas.

»Pero yo le grite: “?HOLA, HOMBRE DE LA ESCALERA!”.

»?Ah, Dios mio, que susto se pego! Del susto, se separo de la pared y la escalera hizo un enorme arco. Luego cayo hacia atras.

– ?Joder!

– Se dio contra la piedra superior de la valla. Me quede mirando su cabeza destrozada. Sacudio varias veces la pierna antes de quedarse quieto. Entonces me escondi detras de una lapida, vi al parroco salir, y lo oi gritar y gemir.

– ?Y luego te echaron la culpa a ti?

– ?Pero si tuve la culpa!

– Oye -dijo Morgan-, ?como es posible que un tio tenga tan mala suerte como tu? ?Naciste en martes y trece?

– Luego fueron a mi casa a buscarme.

– ?Y que les dijiste?

– Nada. Nestor me dijo que me callara.

– ?Nestor?

Morgan se froto los ojos.

– No entiendo como has podido meterte en tantos lios. Crei que yo era desgraciado. ?Y que paso con esa otra? ?Con la que encontraron ayer? ?Tambien fue un accidente? Puedes decirme la verdad.

Errki volvio lentamente la cara hacia el.

– Como ya te he dicho, las cosas suceden, sin mas.

– Eso me parece una explicacion demasiado facil, ?no? Los maderos te lo preguntaran. Tendras que pensar que vas a contestarles.

– Yo soy como una ola -dijo Errki con gran dramatismo-. Solo rompe una vez.

– Entonces debes contestar exactamente eso. Asi te devolveran rapidamente al manicomio.

Morgan se seco la frente.

– Me duele la nariz- gimio.

Errki se encogio de hombros.

– Puedes arreglar tu nariz con la fuerza de tu mente, si te esfuerzas un poco.

– ?Ah, si, tio?

– Tienes que obligar con todas tus fuerzas a la infeccion a que retroceda. Tienes que curarte a ti mismo.

– No soy un jodido chino. No creo en esas cosas.

– Por eso estas tan mal.

– ?Por que no lo haces tu por mi? -pregunto en tono ironico-. Tampoco soy capaz de esforzarme. Estoy flojo como la gelatina.

– Tendras que hacerlo tu mismo.

– Ya me lo figuraba -dijo Morgan desanimado-. Oye -dijo de repente-, vi una vez a un tio en la television que hizo estallar un vaso solo con la fuerza de su mente. Fue impresionante, pero en realidad solo es un truco de cine.

– El hacer estallar un vaso con la mente no es nada impresionante -dijo Errki-. Yo tambien se hacerlo. El vidrio esta en constante tension, es facil.

– ?Vaya! ?No entiendo como no te vas de gira y actuas por ahi!

– No me da la gana.

– ?Y quien te lo ha ensenado?

– El mago de Central Park.

– Menos mal que tienes sentido del humor. Lo necesitaremos.

– ?Sabes lo que sabia hacer el? -dijo Errki-. Sabia tensar la piel de sus manos hasta que reventaba.

– ?Por que no actuas un poco para mi? Pero no rompas la botella de whisky.

– Aqui no hay cristal -dijo Errki meditabundo-. Solo algunas ventanas rotas.

– Alguien habra hecho antes el trabajo por ti, me imagino.

– Pero quedan algunos trozos de cristal en esa ventana -dijo Errki, senalando la ventana que daba a la parte de delante.

– Rompelos entonces -dijo Morgan, expectante. Se estaba divirtiendo mucho, a la vez que tenia la desagradable sensacion de que cualquier cosa podria suceder.

Errki se levanto lentamente del divan. Clavo la mirada en el cristal y se sento en el suelo. Agacho la cabeza y cerro los ojos. Morgan lo miro con una mezcla de placer y nostalgia, y luego miro el trozo de cristal que quedaba arriba, a la derecha del marco. El sol lo atravesaba y lo hacia brillar. No salia ni un sonido de Errki, estaba inmovil como una estatua. Morgan penso confuso que deberia tomar alguna decision referente a lo que tendrian que hacer a continuacion, pero el calor y el whisky lo habian dejado sin fuerzas y resultaba muy agradable quedarse quieto y dormitar. La vida no se habia convertido en lo que el habia pretendido. Tampoco para Errki, que parecia ridiculo, sentado en el suelo como un nudo fortisimo de voluntad y fuerza. Morgan se fijo en lo delgado que estaba, fragil como un insecto. Y ahora le iba a ensenar un juego malabar. Resultaba triste pensar en la decepcion que se llevaria cuando no pasara nada. Se pregunto a si mismo que podria decir a Errki para consolarlo. Quiza podria echar la culpa al whisky, que lo habia dejado sin fuerzas.

En ese instante, el vidrio estallo. No tintineo con un sonido fragil, como se habia imaginado, sino que revento con un estampido, y llovieron cristales en la habitacion. Morgan se estremecio y noto un golpe de miedo en el corazon. Errki seguia sentado en el suelo. Levanto la cabeza y miro a su alrededor. Al principio parecia sonambulo, pero luego se quedo pensativo.

– Hay algo que no encaja -dijo, dirigiendose hacia la puerta.

– ?Algo que no encaja? ?Como cono conseguiste hacerlo?

Morgan estaba como enloquecido.

– ?Adonde vas? -pregunto.

– Voy afuera a comprobar una cosa -contesto Errki.

Kannick bajo el arco. Estaba a unos treinta metros de distancia, observando la ventana vacia. Dar en el blanco no era ninguna hazana, pero apuntar a ese cristal centelleante y transparente se convirtio en un reto, y le gusto el sonido producido por la flecha en el momento de penetrar el vidrio. En su imaginacion, acababa de perforar el globo ocular del general Crook. Se acerco mas y miro la casa abandonada y vacia y, de alguna manera, encogida en el sol crepuscular. Sabia que encontraria la flecha dentro de la casa, vibrando todavia en una pared. Miro a su alrededor en busca de otro blanco, pues aun le quedaba otra flecha en el carcaj, y se estaba haciendo tarde. La bronca que le esperaba en casa no le preocupaba. Como sabia lo que iba a pasar, ya que lo habia vivido muchas veces antes, no le daba miedo. Era tristemente previsible, nada mas. Los adultos no tenian mucha imaginacion. Tal vez Margunn buscara otro lugar donde esconder la llave del armario. Peor que eso no seria. Ademas, se alegraria de que Kannick volviera con las flechas. Y ya encontraria el el nuevo escondite de las llaves. Eso seria todo. Miro la vieja casa, la madera gris, la losa plana delante de la puerta, las ventanas vacias. Habia estado

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