increible. Habia resistido la presion de la policia y asumido el castigo solo. ?Nunca nadie habia hecho algo asi por el! Mas tarde, le invadio la sensacion de tener una deuda que jamas podria devolver. Y luego, esa insinuacion en la sala de visitas:
El atraco al Banco Fokus fue solo el principio. Cien mil coronas, la mitad para cada uno, no durarian mucho tiempo. Conocia al otro, conocia su aficion por la bebida. En cuanto se hubiese acabado el dinero, volveria de nuevo. Morgan penso desalentado que habria sido mejor que tambien lo hubieran cogido a el. Le zumbaba el cerebro. Tal vez estuviera a punto de volverse loco como Errki. Esta era la primera voz, un insecto que volaba en circulos queriendo salir.
Se desperto y parpadeo aturdido. Kannick estaba dormido a su lado. La barbilla se le habia caido sobre el pecho, presionando la papada con una increible masa de piel y grasa. Estiro sus piernas entumecidas y se toco la cabeza. La nariz no le dolia tanto como antes, se le habia quedado casi insensible. Quiza estuviera ya muerta y pronto se desprenderia cayendo como una fruta madura.
Kannick abrio los ojos. Fuera vio la luz azul.
– Es tarde ya -susurro Morgan.
– Tengo que irme a casa -dijo Kannick perplejo-. Me estaran buscando.
Morgan miro a Errki, intentando localizar el revolver. Lo tenia metido en la tirilla del pantalon. Se levanto despacio, tambaleandose un poco para recobrar el equilibrio y fue hacia el armario. Se detuvo un instante y se quedo pensando. Luego se agacho. El rincon estaba ya bastante oscuro. Puso una pierna a cada lado del cuerpo dormido y vacilo al meter la mano en la tirilla del otro. De repente, resbalo en algo pegajoso y resbaladizo y cayo sobre Errki, con la barbilla en sus rodillas. En dos segundos se habia vuelto a levantar con una expresion aturdida.
– ?Joder!
Kannick se sobresalto y parpadeo.
– ?Que pasa?
– ?Hay sangre por todas partes! ?Ha sangrado como un cerdo!
Kannick sintio el miedo rozarle los hombros.
– ?Errki!
Morgan grito y retrocedio.
– ?Se ha desangrado! ?Esta frio!
– ?No! -grito el chico con voz ronca. Kannick logro incorporarse, pero enseguida tuvo que apoyarse contra la pared.
– ?Esta muerto!
Como en una pesadilla, Kannick vio a Morgan, que se volvia lentamente para mirarlo.
– ?Te das cuenta de lo que has hecho? Has matado a Errki con tu arco. ?Que putada, Kannick!
Kannick sacudio la cabeza. De su boca salio un sonido, un grito que se disolvio antes de haberse formado del todo.
– Solo le di en la pierna -tartamudeo.
– Le diste en una vena de la ingle. Tal vez en la arteria.
Morgan retrocedio aun mas mientras seguia con la mirada clavada en Kannick.
– Ya he tenido bastante. ?Me voy de esta casa de locos!
Se tambaleo. Necesitaba el revolver, pero para cogerlo, tendria que tocar el cuerpo muerto y tal vez mancharse las manos de sangre.
– ?No! ?Tienes que ayudarme!
Kannick se aferro a la pared de troncos y se echo a llorar.
– ?No fue a proposito! El abrio la puerta, no pude evitarlo. Tienes que contarles como fue. ?Nadie mas lo vio!
Morgan se detuvo. Ese chico obeso y desesperado lo conmovio. Trago saliva varias veces, echo otro vistazo al cuerpo muerto y se sento en el suelo.
– Yo ya lo tengo bastante mal de antes. He atracado un banco y cogido un rehen. Me impondran una larga condena.
– ?Podemos tirarlo al agua y decir que se largo!
Kannick se retorcio las manos, fuera de si.
– No queria hacerlo. ?Fue un accidente! ?Vamos a tirarlo al agua!
– Habra que contarles a los maderos como ocurrio exactamente. Pero ahora tengo que largarme.
Los ojos de Morgan se estrecharon. Su cerebro intento concentrarse en buscar una manera de escapar.
Kannick se convirtio en un mar de lagrimas, una lluvia de desesperacion.
– No sirve de nada tirarlo al agua -dijo Morgan desconcertado-. Este lugar esta lleno de sangre. Hay un charco enorme.
– Podemos taparlo con el armario.
– No servira.
– ?Por favor!
– Nos estan buscando. Puede que lleguen muy pronto. No tenemos tiempo. No podemos bajarlo hasta la laguna sin mancharnos de sangre, eso no sirve, Kannick. Ademas, eres demasiado joven para ir a la carcel. Te salvaras igual que Errki por el asesinato de la vieja, porque esta loco. Pero yo -grito golpeando el suelo con los punos-, yo no me librare de nada, joder. ?No tengo ni una maldita excusa!
Gimio y se tiro del pelo, intentando recordar como habia empezado el dia. Le parecio que habia durado una eternidad, toda una vida. Le sobrevino una tremenda paralisis. El cerebro no le funcionaba. Ese jodido alcohol tenia la culpa. Kannick estaba sollozando en el suelo.
– Detras de la casa hay una cuesta muy empinada -dijo sollozando-. Podemos tirarlo y dejar que baje rodando.
– ?Jesus! ?No aguanto mas!
Kannick se levanto, atraveso la habitacion y empezo a sacudirle energicamente.
– ?Tienes que hacerlo! ?Tienes que hacerlo!
– ?No tengo que hacerlo!
– Lo hacemos juntos y luego nos escapamos juntos. ?Tenemos que hacerlo! -Y anadio, porque se le ocurrio de repente-: Nadie va a echarlo de menos.
– No es verdad -dijo Morgan en voz baja-. Yo si que voy a echarlo de menos.
Se puso a mirar por la ventana mientras lloraba sin consuelo. El paisaje le parecio difuso. Tenia que escapar de ese lugar, volverse loco como Errki. Noto que podia empezar a balbucear si queria, sumergirse y desaparecer del mundo, mirar extranado a los que hablaban porque ya no entendia lo que decian. No preocuparse por nada, dejarlos con sus cosas. No me importa. Esta sociedad es demasiado jodida. Hay que tener en cuenta demasiadas cosas, como aquel chantajista que estaba esperando en la carcel o ese nino obeso e infeliz que tenia delante.
– ?Tenemos que hacerlo! -grito Kannick.
Morgan dejo caer la cabeza sobre el pecho. Oyo la respiracion entrecortada de Kannick y, a lo lejos, otro ruido que se acercaba lentamente, unos perros que ladraban en la distancia.
– Es demasiado tarde -gimio-. Alguien viene.
Sejer estudio el mapa.
– Nos estamos acercando a una vieja granja de verano -dijo examinando el paisaje con los ojos entornados-. Apuesto a que estan escondidos en una de estas viejas casas de por aqui.
– ?Que haremos cuando los encontremos? -pregunto Skarre.
Sejer los miro uno por uno.
– No me gustan mucho los dramas. Opto por detenernos a una distancia prudencial y gritar, explicarles cuantos somos y que estamos armados.
– ?Y si sale con el rehen delante, apuntandolo en la sien con el revolver?
– Entonces dejaremos que se marche. De todos modos, no llegara muy lejos. Somos cinco contra dos.