Skarre se seco el sudor.
– Mantened las armas quietas -prosiguio Sejer-. No quiero que tengamos que llevar a ninguno en brazos a casa con este maldito calor. Cuando todo esto haya acabado, tendremos que rendir cuentas de cada minuto por escrito y bajo nuestra palabra de honor. No quiero que mireis siquiera el arma sin mi permiso. Y si cambio de idea, os lo hare saber.
Siguio adelante y los otros fueron detras. Les gustaba mucho su jefe, pero les parecia que a veces era demasiado prudente. Misiones como esa no eran muy frecuentes. No todos habian querido ir alli, a ese bosque ardiente, pero el sabor a adrenalina era dulce.
– Creo que lo que se ve alli abajo es la Laguna del Cielo -dijo Sejer senalando-. Segun el mapa, hay cerca una granja, aunque desde aqui no se ve nada. Me apuesto una ronda a que los perros se dirigen hacia alli.
– No veo ninguna casa.
Ellmann miraba haciendose sombra con la mano y solo podia ver bosque.
– Tal vez este detras de esos arboles. En ese caso no podran vernos.
Continuaron adentrandose en el bosque. Los perros iban delante. Skarre miraba al cielo de vez en cuando. Tenia que asegurarse de que el Creador los estaba siguiendo con la vista. En ese bosque silencioso habia algo amenazador que le hacia dudar. El silencio era nefasto, como si se estuviera preparando un tremendo trueno. Pero no habia ni una nube, solo un ligero velo que cubria los arboles. Lenta e inexorablemente, el suelo se estaba vaciando de humedad, y esta subia y se posaba como una bruma lechosa sobre el paisaje. Tal vez esos dos hombres estuvieran buscandolos con la vista desde una ventana abierta, con el arma cargada. O puede que se hubieran fugado hacia tiempo por la colina. El grupo de arboles se iba acercando. No se avistaba ninguna construccion.
Decidieron colocar a
– Alli hay alguien -susurro.
Sejer fue a averiguar.
– Nadie contesta. Voy a entrar en la casa.
Skarre lo miro preocupado.
– No creo que esten dentro. Todo esta muy tranquilo.
–
Sejer y Skarre fueron hacia la casa, los otros se quedaron esperando con los perros. Sejer dio un empujon a la puerta.
– Policia. ?Hay alguien ahi?
Nadie contesto. Todo estaba en silencio. No tuvo la sensacion de que el atracador fuera a salir de repente a pegarle un tiro. No iba a morir asi. Ademas, la casa parecia abandonada. Echo un vistazo al cuarto de estar. Descubrio un divan verde, un viejo armario y una maleta gris. Avanzo unos pasos mas, y susurro a Skarre por encima del hombro:
– Han estado aqui.
Examino un instante la habitacion polvorienta. Sus ojos necesitaron tiempo para habituarse a la sombria luz. Entonces descubrio una figura en un rincon: un hombre delgado, con ropa y pelo negros. Estaba mitad sentado, mitad tumbado, con la cabeza apoyada contra el armario. La postura parecia muy incomoda. Ya no penso en si mismo o en que alguien pudiera aparecer de repente y atacarlo, sino que atraveso la habitacion y se arrodillo junto al hombre sin vida. Lo primero que le llamo la atencion fue lo pequeno que era. Fragil, delgado y totalmente desprovisto de fuerzas. Tenia los ojos cerrados y la cara mortalmente palida. Su aspecto era el de un nino, un nino desnutrido, con una marana de pelo negro que le llegaba hasta los hombros.
– Errki -susurro.
El cadaver estaba en medio de un charco de sangre. Busco el pulso en el cuello delgado, pero no lo encontro. A simple vista no se veia ninguna herida, pero era obvio que habia sido alcanzado en algun lugar del bajo vientre. Todavia quedaba algo de calor en el cuerpo. Estaba a punto de levantarse cuando oyo un ruido. Primero penso que era Skarre que entraba, pero sintio, mas que vio, que algo oscuro se metia en su campo de vision. Se oyo un desagradable chirrido. La puerta del armario se abrio lentamente, y se quedo colgando y crujiendo sobre las bisagras. El vello se le erizo, luego respiro aliviado. El crujido ceso, y no habia nadie. Desde donde estaba, no veia el interior del armario, pero no podia haber nadie alli. El atracador no habria matado al rehen para luego esconderse en un viejo armario, sino que se habria fugado hacia tiempo. Seguramente la puerta se abriria al pisar el y mover las tarimas. Retrocedio unos pasos y examino el interior del oscuro armario. Vio brillar algo de metal.
El arma temblaba. Sejer dio un respingo de sorpresa y quiso coger su propia arma, pero cambio de idea. No entendia nada. Miro a esa criatura que estaba metida en el armario observandole con pavor en el rostro, y un revolver apuntandole. Dentro del armario estaba Kannick. Se fijo en el revolver y en como lo tenia agarrado.
– ?No lo hice a proposito! -grito Kannick.
Su voz revento el silencio y Sejer se estremecio, aunque estaba preparado.
– ?Se me puso en medio! ?Puedes preguntarselo a Morgan!
Estaba apuntando al pecho de Sejer y si hubiera sabido tirar, sin duda habria dado en el blanco.
Sejer bajo las manos.
– El revolver no esta cargado, Kannick. ?Quien es Morgan? -pregunto.
Kannick miro estupefacto el revolver. Intento cargarlo, pero tenia los dedos entumecidos de miedo y se negaban a obedecerle. Por fin logro su proposito, pero para entonces Sejer ya habia sacado su propia arma, y detras de Sejer habia otro hombre de pelo rizado con el arma apuntandole tambien.
– Esta en la alcoba -sollozo Kannick. Tras pronunciar esas palabras, solto el revolver y se puso a vomitar. Seguia dentro del armario, vomitando sobre la madera carcomida. Guiso de carne y whisky, todo le salio. Se apoyo contra la pared del armario y saco todo lo que tenia dentro. Sejer espero hasta que hubo terminado. Cogio el revolver del suelo, dejo alli a Kannick y fue a buscar la alcoba.
Morgan se habia quedado esperando detras de la puerta. En ese momento, salio disparado de la casa y corrio en direccion al bosque, gastando las pocas fuerzas que le quedaban. Ellmann vio el pelo rubio y el pantalon corto de colores alegres a traves del follaje. El pobre no tenia escapatoria. El agente se agacho, cogio al perro por la