en forma de breves punzadas, como despues de ese sueno o cuando estaba solo por las noches, escuchando musica, la musica que a ella le gustaba, la que habian escuchado juntos: Eartha Kitt, Billy Holiday.

Por la calle peatonal circulaba una corriente constante de personas vestidas de verano. Era viernes. Por delante se presentaba un largo fin de semana, y la expectativa de lo que podia traer se reflejaba en todos los rostros. El no tenia ningun plan. No cogeria vacaciones hasta mediados de agosto, y ademas, ahora, en epoca de vacaciones, la comisaria estaba bastante tranquila. Es decir, si no llegaba a hacer tanto calor que la gente se volviera loca. Por el momento llevaba tres semanas haciendo calor, y ya, a las ocho y trece de la manana, el termometro del tejado de los Grandes Almacenes marcaba veintiseis grados.

Puesto que los juzgados se encontraban en las afueras de la ciudad, el tenia la sensacion de ir contra corriente. En la calle a rebosar, tenia que ir esquivando todo el rato a la gente que iba en direccion contraria, camino de las oficinas y tiendas situadas alrededor de la gran plaza. Echo un vistazo al cielo despejado. Exhibia un color etereo y claro dentro del que desaparecieron sus ojos. Detras de ese fino velo de luz habia una oscuridad grande y fria. ?Por que de repente pensaba eso?

Sejer miraba velozmente las caras de la multitud. Por una decima de segundo, su mirada se encontraba con las de ellos, una por una. Los otros hacian lo mismo. Miraban un breve instante antes de bajar la vista. Lo que veian era a un hombre alto y nervudo, canoso y de piernas largas. Si se les hubiera preguntado, habrian contestado que seguramente se trataba de un hombre con un puesto de directivo. Bien vestido, pero algo conservador. Pantalones color crudo, camisa entre azul y gris y una estrecha corbata azul en la que apenas podia verse una pequena cereza bordada.

En la mano llevaba una cartera negra, con cerradura de laton y las iniciales KS grabadas en la solapa. Los zapatos eran negros y estaban recien abrillantados. Sus ojos, escrutadores y sorprendentemente oscuros bajo el pelo plateado. Pero la mayor parte de el no era visible. Habia nacido y se habia criado en la dulce Dinamarca, y el dia de su nacimiento supuso un tremendo trabajo tanto para el como para su madre. Cincuenta anos despues, todavia se apreciaba una pequena hendidura del forceps en la parte superior de la frente. Se rascaba a menudo en esa zona, como un recuerdo lejano. Los que pasaban a su lado por la calle tampoco podian ver que padecia de psoriasis, que debajo de la camisa recien planchada habia algunas manchas de piel escamosa. Era una ansiedad de su cuerpo que iba y venia. Muy dentro de su universo privado tenia un punto debil. Jamas habia exteriorizado el dolor por la perdida de Elise, sino que habia ido creciendo en su interior hasta convertirse en un agujero negro que de vez en cuando le atraia hacia el.

El flujo de personas a su alrededor volvio a hacerse real. En medio de todo lo ligero, luminoso y veraniego se acercaba un hombre que se distinguia de todos los demas. Un hombre de unos veintipocos anos bajaba la calle pegado a la pared, a paso rapido. Iba muy abrigado a pesar del calor, con pantalones oscuros y un jersey negro. Llevaba zapatos marrones de cuero con cordones y, alrededor de la garganta, a pesar del sofocante calor de julio, un cuello de punto. Y sin embargo, no era la ropa lo que le distinguia del resto de las personas en la calle bulliciosa. Ni por un instante levanto la cabeza. Su paso rapido y decidido, y el hecho de que no mirara por donde iba, sino que tuviera la mirada clavada en el asfalto, hacia que la gente le cediera el paso. Sejer descubrio al hombre cuando se encontraba a unos quince o veinte metros de distancia y avanzaba a toda prisa. El paso rapido y lo energico del hombre, ademas de su indumentaria tan poco adecuada, desperto su curiosidad. Sejer acababa de pasar por el Banco Fokus y habia oido el pequeno clic de la cerradura electronica, lo que le indico que justo en ese momento estaban abriendo. El cuello de punto del hombre era grande y doblado varias veces, como una serpiente bajo la barbilla. Podia tratarse, por ejemplo, de una capucha con la que con un solo movimiento de la mano, el hombre podria taparse la cabeza, dejando solo una rendija para los ojos. Llevaba una bolsa al hombro. Y no solo eso: la bolsa estaba abierta y la mano derecha del hombre reposaba dentro de ella. La mano izquierda la tenia metida en el bolsillo. Era imposible ver si llevaba guantes.

Sejer seguia andando. En unos segundos, el hombre estaba a solo unos metros delante de el. Una ocurrencia subita le hizo acercarse mas a la pared y andar de la misma manera que el joven, con la mirada clavada en el asfalto. Decidio seguir asi para ver si el otro se echaba a un lado o si simplemente chocaban. Sonreia pensando en sus elucubraciones, y se dio cuenta de que llevaba demasiado tiempo trabajando en la policia. A la vez, habia algo en ese hombre que le inquietaba. Acelero el paso y mas que ver, intuyo la figura oscura acercarse. Justo como habia pensado: no llegaron a chocar. De repente, el otro desvio sus pasos, se alejo de la pared y lo sorteo, lo que significaba que no iba del todo absorto en sus pensamientos. Estaba atento. Tal vez anduviera asi para que nadie le viera la cara ni pudiera recordarla. Pero Sejer la recordaria. Una cara ancha y carnosa, con barbilla redonda y pelo rubio y rizado. Cejas rectas. Nariz corta y ancha.

Ya habia pasado. Volvio a acercarse a la pared, andando aun mas deprisa. Sejer lo siguio con los ojos entornados, y noto un cosquilleo cuando el hombre entro en el Banco Fokus. Tal vez habian transcurrido treinta segundos desde que oyo el clic de la cerradura. En su mente repaso el local del banco. Tenia alli su nomina. Primero, los clientes tenian que pasar por la puerta de cristal y luego por un pequeno pasillo que giraba a la izquierda, por lo que el local en si no era visible desde la calle peatonal. Dentro, el mostrador quedaba a la izquierda, las estanterias con los impresos, junto a la salida, y a la derecha habia un sofa de cuatro o cinco plazas. En total, habia sitio para cinco empleados detras del mostrador, en las horas de mas afluencia. En ese momento, lo mas probable es que hubiera solo uno, porque no habia mucho publico a esa hora tan temprana. El cliente, ya despachado, tenia luego la posibilidad de salir por otra puerta que daba a la plaza. Por ejemplo, un atracador podia estacionar un vehiculo alli, dejar las llaves puestas, dar la vuelta a la manzana, entrar por la puerta de cristal, atracar el banco y a continuacion desaparecer en solo unos segundos. En la calle peatonal no era posible aparcar un vehiculo sin llamar la atencion. En cambio, el banco disponia de cuatro plazas de aparcamiento delante de la entrada que daba a la plaza. Sejer permanecio de pie, con la mirada fija, incapaz de calmarse. Con un resignado encogimiento de hombros volvio decidido sobre sus pasos. No tendria por que contarselo a nadie. Abrio la puerta, avanzo por el pequeno pasillo y llego a los mostradores. Ya habia dos clientes dentro, el hombre de la bolsa y una joven. Una empleada del banco se estaba poniendo las gafas, dispuesta a inclinarse sobre el teclado de su ordenador. El hombre de la bolsa estaba de espaldas, rellenando un impreso. No levanto la vista cuando Sejer entro en el local. Parecia tener mucha prisa.

Sejer miro confuso a su alrededor. Tenia que inventarse una razon para estar alli, asi que, muy resuelto, cogio de un soporte en la pared un folleto sobre un plan de pensiones. Luego volvio a salir. Ya esta bien, se dijo severamente. Ademas, iba ya unos minutos tarde y no tenia por costumbre llegar al trabajo en el ultimo momento. Se encontro de nuevo en la calle peatonal y empezo a andar aun mas deprisa rumbo a los juzgados. Paso por la joyeria, por la floristeria Brunner y Pino Pino, donde Elise solia comprarse la ropa. Aquel vestido rojo, por ejemplo. Al cabo de un instante, podia avistar el tejado de los juzgados. Justo en ese momento se oyo un tiro a cierta distancia, pero sin embargo, muy claro. Alguien empezo a chillar.

La mayor parte de la gente se detuvo. Solo algunos se encogieron de hombros y continuaron andando echando rapidas miradas por encima del hombro. Otros se apretaron contra las paredes de los edificios del lado opuesto al banco. Una madre puso un brazo protector alrededor de su hijo. Un anciano, tal vez sordo, miro extranado a su alrededor, preguntandose por que todo el mundo se detenia. Se quedo boquiabierto al ver a Sejer, que llegaba disparado por la calle, con la cartera colgando. Corria bien, pero el maletin le entorpecia el ritmo y le hacia parecer desmanado. Una mujer salio tambaleandose del banco. Se apoyo contra la pared y se tapo la cara con las manos. Sejer la reconocio, era la cajera. En ese instante, la mujer se desplomo y se quedo sentada sobre el asfalto.

– Policia -dijo Sejer sin aliento-. ?Que ha pasado? ?Hay heridos?

– ?Policia?

La mujer lo miro asombrada.

– Me ha atracado -dijo jadeando-. Me ha atracado y ha salido corriendo hacia la plaza. Ha huido en un coche blanco.

Sejer abrio los ojos de par en par al oir la continuacion del relato.

– Se ha llevado a una chica.

– ?Que dice?

– La ha tomado como rehen. Salio del banco y se metio en el coche.

– ?Se ha llevado a una rehen?

– ?Le puso el revolver en la oreja!

Sejer miro atonito la plaza. El agua salia de la fuente en escasos chorros y las palomas turcas picoteaban

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