Sin embargo, su padre si le importaba todavia. En realidad, nunca habia sido malo con Erik, pero el destacado hombre de negocios se convertia en un titere al lado de su mujer. Ella fue la que siempre habia controlado todo, y el casi nunca cuestiono el hecho. La dejo hacer. Era lo mejor para la paz del hogar, decia con una sonrisa beatifica en los labios antes de escapar de su radio de accion en el siguiente viaje de negocios.

Tras el divorcio, se vio con sus padres en una sola ocasion, cuando Emelie cumplio los cinco anos.

Sentado a la mesa el dia de la fiesta de cumpleanos de su hija, Erik vio tristeza y decepcion en los ojos de su padre, y aquello le dolio. Entre los globos, los amiguitos de la guarderia y el plato de la tarta alentaba una sensacion de traicion y de sentimientos heridos. Tuvo que salir al balcon para respirar un poco de aire fresco.

Aunque estaba muy dolida con Erik despues del divorcio, Lydia lo comprendia mejor que nadie. El le habia hablado de su desdichada y desgarrada infancia, de su complicada relacion con su madre y de como habia ido siendo cada vez mas consciente de su homosexualidad. Ella lo aceptaba como era y, cuando el sentimiento de despecho se fue calmando tras el divorcio, continuaron siendo amigos. El estaba convencido de que Lydia habia comprendido que intento hacerlo lo mejor que pudo. Decidieron que los ninos vivirian con ella, puesto que aun eran muy pequenos, pero que cada quince dias pasarian un fin de semana en casa de su padre.

La componenda duro medio ano. Erik atendia su trabajo de manera ejemplar y se mantenia sobrio los fines de semana en que se hacia cargo de los ninos. Sus padres siguieron ingresando cada mes en su cuenta una considerable suma de dinero, aunque su madre especifico con claridad que lo hacian por sus nietos y no por el.

Hasta que un sabado en que habia ido a buscar a sus hijos, aparecio por su casa un antiguo novio. Se quedo a cenar. Cuando los pequenos se durmieron, el ex novio se puso carinoso, follaron y luego empezaron a trasegar el excelente whisky que el novio habia llevado. Como de costumbre, una vez habia empezado a beber, Erik no podia parar.

Al dia siguiente, a la hora del almuerzo se desperto en el sofa porque llamaban insistentemente a la puerta. Era Lydia. Entro en el piso hecha un basilisco y encontro a los tres ninos en el dormitorio, delante de la tele y comiendo patatas fritas, galletas y espaguetis crudos.

Aquel domingo tenian planeado ir juntos al parque de Skansen. Fue el ultimo fin de semana que Erik tuvo a sus hijos en casa y, ademas, sus padres suspendieron la transferencia mensual.

Desde entonces no volvio a verlos mas.

En una ocasion alcanzo a ver a su madre en la seccion de sombrereria de NK. Permanecio un rato detras de una columna y la observo mientras se probaba sombreros sonriente junto con una amiga. No lograba asimilar que la persona a la cual estaba mirando fuera su propia madre. Que lo hubiera llevado en su seno, que lo hubiera parido y que lo hubiera amamantado de pequeno. Era incomprensible. Tanto como que una vez el decidiera tener hijos.

Capitulo 49

La noche era oscura y fria. Cuando torcio con el coche por la calle Valhallavagen no vio a nadie. La temperatura era de doce grados bajo cero. Aparco en un lugar vacio delante de la tienda 7-Eleven, casi al final de la calle, cerca de Gardet. El coche estaba lo bastante alejado como para que lo pudieran relacionar con el lugar del crimen, en el caso de que alguien, contra todo pronostico, observara que habia dejado el coche alli.

Llevaba en el maletero una mochila ligera y perfectamente equipada. Se colgo la correa con el tubo de carton al hombro para poder mover los brazos con libertad. Cruzo presuroso la calle y eligio el camino peatonal que bordeaba Gardet para, en la medida de lo posible, evitar ser visto.

Junto al hotel-restaurante Kallhagen, atraveso un aparcamiento y continuo hacia abajo por la parte posterior en direccion al canal de Djurgardsbrunn. Un poco mas alla vio el impresionante edificio blanco del Museo Historico Marino, con la fachada iluminada, como cada noche. A su alrededor estaba todo silencioso y solitario. Al otro lado, las colinas del Skansen se recortaban contra el oscuro cielo nocturno. Mas alla se veia el resplandor de las luces de la ciudad. Que lejano le parecia el centro de la poblacion, aunque solo se encontraba a un kilometro.

Abajo, junto al muelle, se puso los patines. La debil capa de nieve que cubria el hielo habia desaparecido con el viento y se podia patinar bien. Los ultimos dias habia hecho varias veces aquel recorrido a modo de prueba, y funcionaba bien si uno se mantenia cerca de la orilla.

Era excepcional que se pudiera llegar hasta alli patinando, pues o el hielo era muy fino e irregular, o bien el manto de nieve era demasiado grueso. Pero en aquel preciso momento era posible; y el modo de desplazarse, perfecto. Nadie veria ni oiria nada.

El hielo restallaba y crujia bajo sus pies cuando se puso en marcha. Primero tenia que recorrer el tramo del canal. Se fue deslizando a buena velocidad hasta doblar el cabo de Biskopsudden cerca del museo Thielska Galleriet.

Entonces vio ante si el hielo como una superficie reluciente. Esperaba que resistiera su peso. Mas alla, en la ruta maritima que conducia a la bocana de Estocolmo, habia un paso abierto en el hielo por donde pasaban los barcos en invierno.

El muelle del cabo de Waldemarsudde estaba a oscuras. Lo cruzo y no se detuvo hasta encontrarse justo debajo del palacio. Estaba oscuro como la boca del lobo y tenia los dedos entumecidos por el frio. Se quito deprisa los patines y los dejo sobre el hielo. Tomo la mochila y ascendio con sigilo hacia el edificio que se alzaba majestuoso en la cima. Por fortuna no habia otras casas en los alrededores, y el vecino mas cercano no tenia vistas a aquella parte del palacio que daba al agua.

No habia ninguna luz en las ventanas. El vestia ropa negra y se cubria la cabeza con el gorro de punto. La mochila contenia todas las herramientas necesarias. Nada podia detenerlo ahora.

A traves de la escalera de incendios de la parte trasera, trepo hasta un pequeno voladizo y desde alli, hasta el tejado que vertia al mar. Facilmente encontro la trampilla de acceso al conducto de ventilacion.

Consultando antiguos planos de Waldemarsudde habia comprobado que ese tubo de ventilacion bajaba directamente hasta un cuarto trastero que habia al lado del vestibulo.

Abrio la trampilla y descendio por el angosto tubo haciendo presion con las rodillas y los codos contra las paredes. Unos minutos despues estaba abajo, junto a la rejilla; la desatornillo en un segundo y ya estaba dentro.

Al otro lado existia un cuarto estrecho y oscuro carente de ventanas. El haz de luz de la linterna le permitio localizar la puerta. Se detuvo con la mano en el tirador y vacilo un momento.

En cuanto abriese aquella puerta, casi con toda seguridad saltaria la alarma, y se preparo mentalmente para soportar el ruido. Luego estaba el tema de cuanto tiempo tardaria la policia en llegar hasta Waldemarsudde. Como el museo estaba en la zona mas alejada de Djurgarden, calculo que tardaria como minimo diez minutos en llegar, a no ser que alguna patrulla se encontrara cerca por pura casualidad, lo cual supondria el colmo de la mala suerte.

Habia calculado que realizar la operacion le costaria seis o siete minutos, y ello le daba un cierto margen. Empujo el tirador hacia abajo lentamente y abrio la puerta.

El ruido era atronador y retumbaba por todas partes. Parecia como si le fueran a estallar los timpanos. A la carrera, cruzo varias salas a oscuras hasta llegar al salon donde colgaba el cuadro que iba buscando. Lo guio la luz de la luna que penetraba a traves de los altos ventanales.

El cuadro era de mayor tamano de lo que habia pensado y la escena, en aquella oscuridad, parecia fantasmal. Se esforzo en mantener la concentracion, por mas que el estruendo estaba a punto de volverlo loco. Saco de la mochila una escalera plegable que crujio cuando se subio a ella, y por un instante temio que fuera a partirse.

El cuadro era tan grande que la unica manera de descolgarlo era cortar la tela. Situo el cuter en una esquina y lo deslizo por el borde con todo el cuidado que pudo; salvo la parte superior sin tropiezos y continuo hasta que la tela cayo al suelo. Enrollo rapidamente la pintura y la introdujo en el tubo de carton que llevaba al efecto. Apenas cabia.

Le quedaba algo por hacer antes de finalizar. Echo una ojeada al reloj y vio que hasta entonces habia empleado cuatro minutos. Le quedaban, como mucho, tres. Rebusco en la mochila y extrajo el objeto con el que remataria su labor. Lo coloco sobre la mesa que habia ante el marco vacio.

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