– ?Tiene hijos?
– No.
– En su opinion, ?que tal le va?
– ?A que se refiere?
– A si se encuentra bien.
La mujer lo miro directamente a los ojos sin pronunciar palabra. Le temblaba la ceja derecha. Se podia cortar el silencio. Finalmente se volvio tan denso que se vio obligado a interrumpirlo.
– ?Como describiria la relacion entre ustedes?
– Regular.
– ?Como de regular?
– Me llama una vez a la semana. Siempre los viernes.
– ?Se ven a menudo?
– Suele venir aqui un par de semanas en verano, pero se queda en casa de sus amigas.
– ?Pero se ven entonces?
– Si, claro que nos vemos. Por supuesto.
La orden de busqueda de Bengt Johnsson a traves de la radio interna de la policia dio resultado tras un par de horas. Karin respondio a la llamada de la policia local de Slite. Habia llegado a la comisaria un chico que creia haber visto a Johnsson, y Karin pidio que le pasaran con el.
– Creo que se donde esta el hombre al que estais buscando -dijo al otro lado del hilo un chaval al que parecia que le estaba cambiando la voz.
– ?Ah, si? ?Donde?
– En Aminne, en una casa de veraneo. Es una zona que hay cerca de aqui con muchas residencias estivales.
– ?Lo has visto tu mismo?
– Si, estaba descargando cosas de un coche junto a una de las casas.
– ?Cuando?
– Ayer.
– ?Y por que te has puesto en contacto con la policia?
– Es que el padre de mi mejor amigo es policia en Slite. Yo le conte a mi amigo que habia visto a un tipo raro junto a una de las casas y el se lo dijo a su padre.
– ?Por que te parecio que era un tipo raro?
– Porque iba sucio y llevaba la ropa rota. Parecia nervioso y miraba todo el tiempo a su alrededor como si no quisiera que lo vieran.
– ?Te descubrio?
– No, no lo creo. Yo estaba detras de un arbol y espere a pasar por alli con la bicicleta hasta que entro en la casa.
– ?Iba solo?
– Eso creo.
– ?Puedes darme algun detalle mas sobre su aspecto?
– Bastante viejo, cincuenta o sesenta anos. Muy gordo.
– Mas cosas, ?el pelo, por ejemplo?
– Tenia el pelo moreno recogido en una cola de caballo.
Karin experimento un ligero hormigueo en la boca del estomago.
– ?Que era lo que descargaba?
– Eso no logre verlo.
– ?Como es que lo viste?
– Vivimos al lado de esa urbanizacion. Volvia a casa despues de haber ido a ver a un amigo.
– ?Puedes indicar que casa era?
– Si, claro.
– ?Puedo hablar con tus padres?
– No estan en estos momentos.
– Esta bien. Quedate en casa, estaremos ahi dentro de media hora. ?Donde vives?
Cinco minutos mas tarde Karin y Knutas estaban en el coche de camino hacia el este en direccion a Aminne, un lugar de veraneo muy concurrido en la temporada estival, en la costa noreste de la isla. La policia local se iba a dirigir al domicilio del chico para esperar alli a sus colegas.
Fuera de la ventanilla del coche la oscuridad invernal era casi impenetrable. No habia alumbrado y su unica guia era la luz de los faros del coche y algunos postes reflectantes que aparecian a intervalos regulares. Pasaron alguna que otra casa en cuyas ventanas lucia una calida luz. Un recordatorio de que tambien habia gente que vivia en el campo.
Cuando llegaron a la vivienda, el coche de la policia de Slite estaba aparcado en la entrada del garaje. El chico se llamaba Jon y aparentaba unos quince anos. Acompanado por su padre, encabezo la comitiva en direccion a la urbanizacion. Apenas se podian distinguir las casas. Sin las linternas habrian tenido que buscar a ciegas. Cuando alumbraron las viviendas vieron que todas estaban pintadas de rojo oscuro con las esquinas blancas. Alrededor de cada una se extendia un terreno plano rodeado por una bonita valla blanca. En una noche de noviembre como aquella, la solitaria urbanizacion parecia casi fantasmal. Karin tirito y se subio la cremallera de la cazadora.
De pronto descubrieron luz en una de las cabanas mas alejadas, junto a la linde del bosque. Knutas cayo de repente en la cuenta de que deberian haber pedido refuerzos. O perros. Johnsson quiza no estaba solo. Knutas busco a tientas el arma reglamentaria en el bolsillo interior del abrigo.
Karin era la unica que no iba armada y tuvo que quedarse un poco alejada. Mandaron al chico de vuelta a casa. El resto se quedo a unos metros de la vivienda con las linternas apagadas para decidir como iban a actuar.
Habia un viejo Volvo Amazon aparcado junto a la valla. Knutas se deslizo agachado, seguido de cerca por los otros dos. Se detuvo debajo de una ventana, mientras que los otros se colocaron cada uno a un lado de la puerta.
Dentro de la casa no se oia ni un ruido. Con cuidado, Knutas se levanto lo suficiente como para poder mirar dentro. Su cerebro registro en unos pocos segundos una imagen completa de la estancia: la chimenea, la mecedora delante, la mesa con cuatro sillas y una lampara antigua colgando encima. Todo muy hogareno. Sobre la mesa habia unas cuantas botellas de cerveza. Knutas se lo explico por senas a sus colegas. Alli no se veia a nadie.
De pronto los tres se sobresaltaron, alguien se movia alli adentro, Knutas se agacho. A traves de las paredes se oyeron golpes y ruidos. Permanecieron expectantes. A Knutas le dolian las piernas y tenia los dedos congelados. La casa volvio a quedar en silencio. Knutas miro a traves de la ventana y vio la espalda de un hombre corpulento en la mecedora. La cola de caballo indicaba que se trataba de Bengt Johnsson. Habia echado mas lena a la chimenea y las llamas eran tan altas que casi parecian peligrosas. Habia levantado la mesa y se la habia puesto al lado. Ahora encima de ella habia una botella de whisky que parecia recien abierta. Al lado, un vaso y un cenicero. Estaba fumando con la mirada fija en el fuego de la chimenea. De pronto se echo hacia delante para dar un trago. Era Johnsson, sin duda.
A la derecha de la estancia se veia un recibidor y parte de la cocina. A Knutas le dio la impresion de que se encontraba solo, pero no podia estar seguro. Uno de los policias locales se movio inquieto, hacia un frio glacial y ninguno de ellos iba vestido para estar mucho tiempo a la intemperie.
De repente, Johnsson se levanto y miro directamente a traves de la ventana. Knutas se agacho tan deprisa que se cayo. Era imposible saber si lo habia descubierto o no, pero la suerte estaba echada.
Se coloco delante de la puerta apuntando con la pistola y, tras un gesto de asentimiento de los otros dos, la abrio dandole una patada con todas sus fuerzas.
Se encontraron con el rostro perplejo de Bengt Johnsson. Estaba visiblemente borracho y habia vuelto a sentarse en la mecedora con el vaso en la mano.
– ?Pero que cojones…? -fue todo lo que acerto a decir cuando los tres policias entraron en la casa con las