dulces para Santa Lucia y para Nochebuena, comprar los regalos de Navidad y adornar la casa.

A sus treinta y cinco anos llevaba aparentemente una buena vida. Casada, dos hijos, trabajo de profesora y una bonita casa en el centro de Roma. Tenia muchos amigos y unas relaciones bastante buenas con sus padres y con sus suegros. En apariencia todo iba bien, pero su vida sentimental era un caos. Jamas habria podido imaginarse que la ausencia de Johan le iba a doler tanto. Supuso que con el tiempo se le pasaria. Ah, como se equivoco. En los ultimos dos meses se habian visto unicamente una vez y solo hacia seis meses que se conocian. Ese amor deberia haber muerto. Visto con logica. Pero los sentimientos y la logica tampoco esta vez iban a la par.

Su ausencia era dolorosa. Le hacia sentirse angustiada y la mantenia despierta por la noche.

Habia tratado de olvidar y seguir adelante. Advertia preocupacion en la cara de sus hijos. Sara tenia ocho anos y Filip uno menos. A veces le parecia que intuian lo que estaba ocurriendo. Mas que Olle. El seguia con su vida diaria como de costumbre. Parecia como si creyera que podian seguir asi, el uno al lado del otro sin tocarse, eternamente. En aquellos momentos eran como un par de viejos y buenos amigos. Parecia que se habia hecho a la idea de que fuera asi. Alguna vez le habia preguntado como a pesar de todo podia estar tan contento. Queria darle tiempo, le contesto. Tiempo despues del trauma que supuso la muerte de Helena y todo lo que le siguio. Olle vivia aun en el error de pensar que todo eran secuelas de los acontecimientos vividos el verano anterior. Y si, era verdad que pensaba mucho en la terrible muerte de Helena. La ausencia tras su muerte era dura.

Le parecia ver su cara en todas partes: en el supermercado, en el patio de la escuela o caminando por las calles de Visby.

Al principio creyo que aquella tragedia era la razon por la que se habia enamorado de Johan. Que habia sufrido una especie de conmocion emocional. Pero no pudo quitarselo de la cabeza.

La mala conciencia le hacia sufrir mucho. Pensar que era capaz de traicionar a Olle de una forma tan terrible. Ahora la conversacion telefonica con Johan habia aumentado aun mas su confusion. Claro que queria verlo, nada le gustaria mas. Pero las consecuencias de un posible encuentro la aterraban.

Cuando miraba a Olle trataba de recordar la imagen del hombre que una vez desperto en ella la llama del amor. El hombre al que dijo si frente al altar. Seguia siendo la misma persona. Igual que entonces. Iban a envejecer juntos costara lo que costase. Eso era lo que habian decidido hacia mucho tiempo.

Johan comenzo a sentir las pulsaciones en la parte superior de las sienes nada mas bajarse del avion. ?Maldita sea! Un dolor de cabeza era lo ultimo que necesitaba justo ahora. Junto con su colega, el fotografo Peter Bylund, alquilo un coche en el aeropuerto y se dirigieron directamente a los antiguos locales de la television, que seguian aun a su disposicion. Estaban situados al lado del edificio de Radio Gotland, en el centro de Visby.

Olia a cerrado. En los rincones habia pelusas grandes como ovillos de lana y los ordenadores estaban cubiertos por una fina capa de polvo. Hacia tiempo que no habia estado alli nadie.

El primer reportaje que tenian en el orden del dia trataba del futuro del camping de Bjorkhaga. Un terreno de acampada clasico de finales de los anos cuarenta, situado en un paraje idilico junto a una playa de arena fina en la costa oeste de la isla. Durante los meses de verano estaba lleno de lugarenos y de turistas. Muchos eran clientes fijos que volvian ano tras ano porque apreciaban su tranquilidad, aunque no dispusiera de todas las comodidades. Ahora habian traspasado ese suelo municipal a una empresa privada. El plan consistia en convertir el camping de Bjorkhaga en un moderno centro de veraneo. Las protestas de los habitantes del municipio y de los campistas no se habian hecho esperar.

La historia contaba con todos los elementos para poder convertirse en un buen reportaje televisivo: imagenes del camping solitario que habia alegrado la vida de tantas familias a lo largo de los anos, un intenso conflicto entre la poblacion local indignada y un empresario con vista para los negocios que contaba con el apoyo de los mandamases del ayuntamiento.

Asi pues, un trabajo facil. Ya habia concertado las entrevistas desde Estocolmo, solo tenia que ponerse en marcha. Para Johan el mayor reto era mantenerse alejado de Emma. Ahora solo los separaban unos pocos kilometros.

La sala de interrogatorios estaba sencillamente amueblada con una mesa y cuatro sillas. La grabadora era nueva, como todo lo demas. Era la primera vez que se usaba.

Bengt Johnsson no parecia tan relajado como la tarde anterior. Estaba encogido en la silla con la ropa azul de la prision mirando a Karin y a Knutas, que estaban sentados enfrente de el. Tenia el pelo negro recogido en la nuca en una fina cola de caballo y los bigotes tan hundidos como las comisuras de los labios.

Concluidas las formalidades preliminares, Knutas se echo hacia atras en la silla y observo al hombre sospechoso de haber matado a Henry Dahlstrom. Cada interrogatorio era de suma importancia para la investigacion. Crear confianza entre el interrogado y la persona que dirigia el interrogatorio era de vital importancia. Por eso Knutas se obligo a si mismo a ir despacio.

– ?Como te encuentras? -empezo-. ?Quieres beber algo?

– Si, joder. Una cerveza me vendria estupendamente.

– Lo siento, pero no podemos ayudarte con eso -sonrio Knutas-. ?Un refresco o cafe?

– Una coca-cola, entonces.

Knutas llamo para pedir un refresco.

– ?Puedo fumar?

– Si, claro.

– Genial.

Johnsson saco un cigarrillo dando unos golpecitos a su arrugada cajetilla de John Silver y lo encendio con cierto temblor en la mano.

– ?Puedes contarnos cuando fue la ultima vez que viste a Henry?

– Fue al dia siguiente de que ganara en las carreras. Por la tarde. Yo estaba con un colega en el centro y aparecio por alli el Flash. Yo tenia una buena trompa, asi que no lo recuerdo muy bien.

Se interrumpio cuando se abrio la puerta y entro un policia con el refresco.

– ?Que paso?

– Charlamos un poco.

– ?Quien era el colega que estaba contigo?

– Se llama Orjan. Orjan Brostrom.

– ?Que hicisteis luego?

– El Flash se fue enseguida.

– ?Como se fue de alli, paseando?

– Se fue andando hacia la parada del autobus.

– ?No has vuelto a verlo desde entonces?

– No.

– Entonces eso fue el lunes 12 de noviembre, un dia despues de las carreras.

– Si.

– ?Que hora era?

– No estoy muy seguro, pero la mayoria de los comercios estaban cerrados y ya era de noche. Casi no habia gente por la calle, asi que seria bastante tarde.

– ?A que te refieres? ?Las diez, las once de la noche?

– No, no, joder. No era tan tarde. Las siete o las ocho, quiza.

– ?Y no has vuelto a ver a Henry desde aquella tarde?

– No, no hasta que lo encontramos en el cuarto de revelado, vamos.

– El portero dice que llamaste a su casa, ?es cierto?

– Si.

– ?Por que lo buscabas?

– Llevaba ya unos cuantos dias sin verlo. Y uno empieza a preocuparse, ?no?, cuando no ves a un colega por ningun sitio.

– ?Por que te fuiste cuando lo encontrasteis?

Se hizo un silencio antes de que Johnsson comenzara a hablar de nuevo.

– Bueno, es que… habia hecho una cosa muy tonta, bueno, una grandisima tonteria.

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