– Si -dijo Knutas-. ?Que fue lo que hiciste?
– El domingo estuvimos en las carreras de caballos toda la pena, era el ultimo dia, asi que parecia un poco especial. Estabamos el Flash, Kjelle y yo, y dos tias, ademas, Gunsan y Monica. Estuvimos comiendo en casa del
Bengt se callo. Knutas noto claramente el giro que habia dado el interrogatorio. Ahora empezaba a ponerse interesante.
– Si, y al
Se callo y miro a los policias con ojos suplicantes.
– Pero yo no lo mate, eso no lo hice yo. No podria hacer jamas una cosa asi. Pero me lleve parte del dinero.
– ?Cuanto?
– Unas veinte mil -dijo Johnsson en voz baja.
– En la casa de veraneo solo habia diez mil. ?Donde esta el resto?
– Me lo he gastado. En priva, esto del
– ?Pero, por que huiste del sotano? -repitio Knutas.
– Tuve miedo de que creyerais que habia sido yo quien habia matado al Flash, puesto que habia cogido su dinero.
– ?Que hiciste por la tarde el 12 de noviembre?
– ?Que dia era?
– El lunes pasado, cuando te encontraste con Henry junto a la estacion de autobuses.
– Como ya he dicho, estuve alli hasta las ocho o las nueve. Luego me fui con Orjan a su casa. Estuvimos bebiendo hasta que me quede dormido en su sofa.
– ?Que hora era entonces?
– No se.
– ?Donde vive Orjan?
– En la calle Styrmansgatan, numero 14.
– Esta bien. Entonces el podra confirmar tu declaracion.
– Si, aunque estabamos muy bebidos los dos.
Los interrumpieron unos golpecitos en la puerta. Era la respuesta de la Central de Huellas. Hicieron una pequena pausa y los policias abandonaron la sala. Johnsson queria ir al lavabo.
Efectivamente, las huellas de Dahlstrom aparecian en los billetes. El resultado carecia de importancia si la policia decidia creer la historia de Johnsson. Se habian encontrado otras huellas, pero ninguna que coincidiera con las del registro de delincuentes.
– ?Que hacemos ahora? -le pregunto Karin mientras tomaban un cafe de la maquina.
– No se. ?Le crees?
– Si, la verdad es que si -respondio mirando a Knutas-. Me parece que esta diciendo la verdad.
– A mi tambien. Si hubiera alguien que pudiera corroborar su declaracion, deberiamos soltarlo inmediatamente. Me parece que el robo del dinero deberiamos dejarlo a un lado, de momento.
– Su colega, ese tal Orjan, aparece un poco por todas partes. Deberiamos hacerle una visita -sugirio Karin.
– Tendre que hablar con Birger para ver que hacemos con Bengt Johnsson, si va a seguir aqui o no. Creo que lo mejor es interrumpir ahora el interrogatorio. ?Quieres ir a almorzar?
En Visby la oferta de restaurantes que sirvieran comidas a mediodia era limitada en la epoca invernal. La mayor parte de los locales abrian solo por la tarde, y por eso, cuando querian probar algo que no fuera la magra oferta de la cafeteria de la comisaria, acababan normalmente en el mismo sitio. Por supuesto, salia mas caro, pero valia la pena. Klostret estaba decorado en el clasico estilo de las posadas y tenia un prestigioso cocinero. Su dueno, Leif Almlov, era uno de los mejores amigos de Knutas. Nada mas cruzar la puerta se encontraron con el ruido, el trajin y las carreras de las camareras. Todas las mesas estaban ocupadas.
Leif los vio y los saludo.
– Hola, ?que tal?
Le dio un ligero abrazo a Karin y a Knutas un apreton de manos, mientras seguia con la mirada la actividad a su alrededor.
– Bien. Es asombroso lo lleno que esta esto -exclamo Knutas.
– Hay una convencion en la ciudad. Ayer fue igual. Una locura. ?Queriais comer?
– Si, pero, en vez de eso, veo que tendremos que conformarnos con un perrito caliente.
– No, no, ni hablar, enseguida os preparare una mesa. Sentaos un momento en el bar.
Le grito al camarero que les pusiera algo de beber, que invitaba la casa. Tras sentarse cada uno en su taburete con una cerveza, Karin encendio un cigarrillo.
– ?Has empezado a fumar? -exclamo Knutas sorprendido.
– No, que va, solo fumo cuando estoy de fiesta o cuando tengo problemas.
– ?Ah, si? ?Y este en cual de los supuestos lo incluyes?
– En el ultimo. Tengo una situacion personal algo complicada.
– ?Quieres hablar de ello?
– No. Leif nos esta haciendo senas, ya tenemos mesa.
A veces Karin lo sacaba de quicio. Siempre tan extremadamente reservada con su vida privada. Es verdad que en ocasiones hablaba de sus viajes, de sus familiares o de algun evento al que hubiera asistido, pero casi nunca le contaba nada importante.
No solian verse fuera del trabajo, salvo en alguna que otra fiesta. Knutas solo habia estado en casa de Karin en contadas ocasiones. Vivia en la calle Mellangatan, en un piso bastante amplio con vistas al mar. La unica compania masculina de la que le habia oido hablar con mas detalles era su cacatua Vincent, que campaba en su jaula en medio de la sala de estar. Las historias acerca de el eran muchas: Vincent, entre otras muchas cosas, era un campeon jugando al ping-pong con el pico y asustando a los invitados no deseados grunendo como un perro.
En realidad no sabia mucho de Karin, aparte de su aficion por el deporte. Jugaba al futbol en tercera division y, a juzgar por lo que se decia, era buena. De futbol te podia hablar todo lo que quisieras. Era centrocampista en el equipo P18 de Visby y jugaba en una liga de la Peninsula, lo que significaba que a menudo jugaba fuera de la isla. Knutas podia imaginarse que, si actuaba en el campo igual que en el trabajo, seria dura de pelar en la lucha por el balon, a pesar de lo pequena que era. Compartia su aficion al balompie con Erik Sohlman. Podian hablar de futbol incansablemente.
Karin era de Tingstade, una parroquia al norte de la isla. Sus padres seguian viviendo en una casa junto al pantano de Tingstade, casi enfrente de la iglesia. Knutas sabia que tenia un hermano mas pequeno, pero nunca hablaba de el ni de sus padres.
Se preguntaba muchas veces por que seguia viviendo sola. Karin era guapa y atractiva, y cuando llego a la comisaria de Visby, se sintio algo atraido por ella. Fue justo antes de conocer a Line, asi que no tuvo tiempo de comprobarlo. No se atrevia a preguntarle a Karin directamente por su vida amorosa, la celosa defensa de su intimidad bloqueaba cualquier intento que fuera en esa direccion. Sin embargo, eso no le impedia hablar con ella de sus propios problemas. Seguro que de el sabia casi todo, y la consideraba su mejor amiga.
Llego la comida y se concentraron en ella, hambrientos como estaban, al tiempo que hablaban de la investigacion. Ambos creian que Bengt Johnsson habia dicho la verdad.
– Quiza el asesinato no tenga nada que ver con el premio que gano en las carreras -aventuro Karin-. El autor del crimen pudo robarlo como una maniobra para despistar. Quiere hacernos creer que el movil era el dinero. La cuestion es saber cual podria ser el motivo entonces.
– ?Sabes si estaba liado con alguna mujer?