– No. Esa Monica que estuvo en las carreras me ha dicho que se acostaban juntos a veces, pero que no era nada serio.
– ?Y antes? Quiza haya alguna historia antigua que su actual circulo de amistades desconoce.
– Cabe esa posibilidad -dijo Karin dando el ultimo sorbo a la cerveza sin alcohol con la que habia acompanado el pescado-. ?Podria tratarse de alguna antigua ex que ha querido vengarse, de un marido celoso al que su mujer ha enganado con Dahlstrom o de algun vecino cansado del jaleo en el portal?
– Yo creo de todos modos que la explicacion es muy sencilla. Lo mas probable es que tenga que ver con el premio: alguien mato a Dahlstrom para robarle el dinero, asi de sencillo.
– Puede ser.
Karin se levanto de la mesa.
– He de irme, tengo que interrogar a ese tal Orjan Brostrom, el amigo de Bengan.
– De acuerdo. Suerte.
La mayoria de los clientes habian abandonado el restaurante y Leif se sento en el sitio donde antes estaba Karin.
Se sirvio una cerveza en una copa congelada y dio un par de largos tragos.
– Que suplicio. Practicamente todos los clientes querian pedir a la carta, en vez de elegir el menu del dia. La cocina ha sido un infierno y el cocinero estaba de mal humor y ha echado la bronca a todos. He tenido que intervenir y consolar a una camarera que estaba a punto de llorar.
– ?Pobrecito! -se rio Knutas-. ?Es guapa?
Leif hizo una mueca.
– Si, muy divertido, cuando uno tiene que ir tratando al personal como si fueran bebes. Este restaurante, a veces, parece una guarderia. Pero, ya se sabe, mucha gente significa mucho ruido en la caja y eso es lo que hace falta en esta dura epoca invernal. Y tu ?que tal?
– Mucho trabajo, como tu, la diferencia es que no se nota en la caja.
– ?Que tal va la investigacion?
– Tenemos a una persona detenida, pero, entre nosotros, dudo que sea el. Pero eso tambien conseguiremos resolverlo.
– ?No sera alguno de sus amigos de borrachera el que lo hizo?
– Es lo mas probable, ya veremos -corto Knutas.
Pese a que Leif y el eran muy amigos, no le gustaba hablar de las investigaciones que tenia entre manos. Leif lo sabia perfectamente y lo respetaba.
– ?Que tal Ingrid y los ninos?
– Bien. Esta manana he salido y he reservado un viaje a Paris. He pensado sorprenderla con una semana romantica despues de Ano Nuevo. Cumpliremos entonces quince anos de casados.
– ?Ha pasado tanto tiempo?
– Increible, pero cierto.
– A ti siempre se te ocurren buenas ideas. Yo ni siquiera se que comprarle a Line de regalo de cumpleanos. ?Tienes alguna propuesta?
– Ah, no, eso tendras que arreglarlo tu solo. Yo ya he puesto mi parte en lo que se refiere a los cumpleanos de tu mujer. Al menos, hasta que llegue la fiesta de los cincuenta.
Knutas sonrio azorado. Cuando Line, su mujer, cumplio cuarenta anos, durante un tiempo atravesaron una dificil situacion economica. Entonces los Almlov se portaron estupendamente con ellos: pusieron a su disposicion el local y los camareros para la fiesta de cumpleanos. Ademas, Leif conocia a los integrantes de una orquesta y consiguio que actuaran gratis. Su amigo era realmente considerado y generoso. Los Almlov habian invitado a Knutas y su familia tanto a la casa que tenian en las montanas como al apartamento que tenian en la Costa del Sol.
Economicamente ambas familias estaban en niveles muy diferentes. A Knutas al principio le molestaba, pero con el tiempo habia aceptado la diferencia. En lo tocante a su dinero, Leif e Ingrid tenian una relacion relajada y nunca hablaban de ello.
Knutas pidio la cuenta, pero Leif no le dejo pagar. Cada vez que Knutas iba por alli tenian la misma discusion.
Johan estaba delante del cajero automatico de la calle Adelsgatan cuando la vio. Venia andando desde la Puerta Sur con un nino de cada mano. Hablaba y reia con ellos. Alta y delgada, con su melena color arena cayendole recta sobre los hombros. Cuando volvio la cabeza, vio el perfil de sus pomulos altos. Llevaba puestos unos vaqueros y una cazadora color mostaza, una bufanda de rayas alrededor del cuello y botas de ante con flecos.
Se le quedo la boca seca y se volvio. Miro hacia el cajero. «?Desea el comprobante de su operacion?» ?Deberia volverse y decir hola? La llamada de la noche anterior lo complicaba todo. No sabia si seguia enfadada.
No habia saludado nunca a los ninos, solo los habia visto de lejos. ?Se fijaria en el o pasaria de largo? No habia casi nadie por la calle, lo cual significaba que tendria que verlo. Sintio una ligera sensacion de panico y se volvio.
Emma se habia detenido frente a un escaparate un poco mas adelante. Se armo de valor.
– ?Hola!
Clavo la mirada en los deslumbrantes ojos de la mujer.
– Hola, Johan.
Los ninos, con las mejillas rojas y gorros de colores vivos, lo miraron con curiosidad. Uno era un poco mas alto que el otro.
– Vosotros teneis que ser Sara y Filip -dijo tendiendo la mano-. Yo soy Johan.
– ?Y tu como sabes como nos llamamos? -pregunto la nina con el acento cantarin de Gotland.
Se parecia increiblemente a su madre. Una Emma en miniatura.
– Me lo ha dicho vuestra mama.
La presencia de Emma hacia que le temblaran las rodillas.
– Johan es un amigo, podriamos decir -explico Emma a los ninos-. Es periodista de television y vive en Estocolmo.
– ?Trabajas en la tele? -pregunto la nina con los ojos como platos.
– Yo te he visto en la tele -aseguro el nino, que era mas pequeno y mas rubio.
Johan estaba acostumbrado a que los ninos aseguraran que lo habian visto, aunque sabia que la probabilidad era pequena. El solo aparecia en las contadas ocasiones en las que hacia alguno de los llamados stand-up, en que el reportero les explica a los espectadores lo que estan viendo en las imagenes.
No le dio mayor importancia.
– ?De verdad?
– Si -dijo el chico con solemnidad.
– La proxima vez a ver si me saludas.
Filip asintio.
– ?Que tal? -la pregunta de Emma sono indiferente.
– Bueno, pues bien. Estoy aqui con Peter. Estamos realizando un reportaje sobre el camping de Bjorkhaga.
– ?Ah, si? -dijo ella con desapego.
– ?Y tu?
– Bien. Si. Muy bien.
Echo una rapida ojeada a su alrededor como si tuviera miedo de que alguien se pudiera fijar en ellos.
– Trabajando, como siempre. Hay mucho que hacer.
Johan sintio una creciente irritacion.
– ?Cuanto tiempo te vas a quedar? -le pregunto Emma.
– Vuelvo a casa manana o el jueves. No esta decidido aun. Depende un poco.
– Ya, ya.