una entrevista dentro de un cuarto de hora, y no podian rebasar la cinta, les explico.

Una zona que parecia tener varios centenares de metros cuadrados estaba acordonada. Johan contemplo el bosque, los bancos de arena y el mar. En aquel paraiso natural habia tenido lugar un asesinato brutal. Se preguntaba como habria ocurrido, si la mujer llego a sentir miedo.

Bajaron hasta la playa dando un paseo. Dentro de la zona acordonada se desplazaban dos policias, que casi con seguridad serian expertos, mirando atentamente el suelo. De vez en cuando recogian algo que luego echaban en una bolsa de plastico.

«?Fue el novio quien la siguio y la asesino de forma tan salvaje?», se pregunto Johan. El caso era que estaba detenido. Al mismo tiempo, sabia por experiencia que el fiscal, a veces, podia detener a los sospechosos sin motivos suficientes.

De repente, Peter interrumpio sus pensamientos.

– ?Eh, quita de en medio! -le grito desde detras de la camara, concentrado y con la mirada en el objetivo.

Habia montado la enorme camara de TV sobre un tripode y Johan estaba en medio de la vista panoramica que queria rodar de la playa.

Eran las once. El redactor de las noticias de las doce se habia mostrado dispuesto a conformarse con el material de la manana, asi que no tenia que preocuparse de eso.

– Creo que deberiamos pasarnos por la casa de la hermana del viejo que encontro el cadaver -dijo Johan cuando entraron en el coche-. Se llama Svea Johansson y vive cerca de aqui. Podriamos intentar que nos concediera una entrevista.

– Claro -asintio Peter, complaciente como de costumbre.

Svea Johansson abrio despues de la cuarta llamada. Un olor a bollos recien horneados les dio la bienvenida.

– Pero bueno… ?Y ustedes quienes son? -les pregunto sin rodeos con la voz cantarina propia del dialecto de Gotland y mirandoles directamente a la cara.

Nunca habian visto una mujer tan bajita. Llevaba el pelo blanco recogido en un mono en la nuca. El rostro mostraba un color sano, con pequenas y delicadas arrugas. Se protegia con un delantal de algodon a rayas y tenia la punta de la nariz manchada de harina. «No puede medir mas de 1,40 de estatura», penso Johan fascinado mientras se presentaban.

– Bueno, pasad entonces -dijo Svea y les franqueo el paso al vestibulo, estrecho y oscuro-. Estoy haciendo unos bollos, asi que adelante y sentaos en la cocina.

Se sentaron en el sofa de la cocina y enseguida aparecieron un par de tazas de cafe sobre la mesa.

– Un poco de cafe si querreis, claro -murmuro la anciana, sin esperar respuesta-. Habeis tenido suerte, porque en un momento estara lista la primera bandeja.

– Seguro que son excelentes -dijeron los dos al mismo tiempo.

Johan miro afuera, hacia el patio, consciente de que aquello seria mas bien largo.

– Queriamos saber si podria contarnos lo que paso cuando su hermano encontro a la mujer asesinada - pregunto Johan.

– Si, claro que puedo -respondio al tiempo que sacaba una bandeja de bollos de canela del horno-. Se puso malo, el pobre. Todavia esta en el hospital. Quieren tenerlo ingresado unos dias mas. He hablado con el esta manana, y parecia bastante animado.

– ?Que paso cuando la encontro?

– Bueno, pues ibamos a salir a dar un paseo. Siempre damos un paseo cada dia. Pero ayer no quise acompanarle, no, porque me dolia la garganta y ademas tosia mucho. Hoy estoy mucho mejor -constato llevandose la mano al cuello lleno de arrugas-. El caso es que llego sobre las once, como de costumbre. Comimos juntos un poco, como solemos hacer. Despues volvio a salir, tambien solo. Yo me quede aqui y me puse a coser. No paso mucho tiempo antes de que volviese y empezara a llamar a la puerta, aunque estaba abierta. Lo encontre totalmente fuera de si; desvariaba acerca de una mujer muerta y de un perro muerto y que tenia que llamar a la policia.

Johan se sobresalto.

– ?Un perro muerto? ?Puedes contarnos algo mas acerca de eso?

– Si, por lo visto habian matado a un perro. La cabeza estaba casi desprendida y era algo absolutamente terrible -se lamento meneando la cabeza.

Johan y Peter se miraron. Aquello era nuevo…

– ?Era el perro de la mujer? -pregunto Johan.

– Si, seguro que era su perro. Eso dijo la policia cuando estuvo aqui.

Media hora mas tarde, Johan y Peter abandonaron la casa. Llevaban el relato de Svea grabado en una cinta.

Emma Winarve se desperto sudorosa. Tenia un sabor de boca repugnante y un nudo de angustia en la garganta. La pesadilla la tenia aun atenazada. Helena y ella paseaban juntas por la playa, como habian hecho en tantas ocasiones. Helena iba un trecho delante de ella. Emma le gritaba que la esperase, pero Helena no le contestaba. Entonces, apresuraba el paso y volvia a llamarla. Su amiga seguia sin volverse. Emma intentaba correr, sin conseguirlo. Los pies se levantaban del suelo como a camara lenta y, aunque se esforzaba cuanto podia, no lograba acercarse. No llegaba nunca a alcanzar a Helena y se desperto en mitad de un grito.

Furiosa, retiro de una patada el edredon de Olle, que estaba en su lado de la cama, encima del suyo, y era la causa de que tuviese tanto calor. Sentia deseos de llorar, pero se domino y se levanto de la cama. El sol de la manana se filtraba a traves de las finas cortinas de algodon e iluminaba el amplio dormitorio.

No habia ido a trabajar, a pesar de que solo quedaban dos dias para que acabara el curso y tenia un monton de cosas que hacer. No queria dejar a los alumnos en la estacada, pero en aquellos momentos no tenia fuerzas para encontrarse con ellos. Trataria de hacer los ultimos trabajos antes del fin de curso desde casa. El director lo habia comprendido. La conmocion. La pena. Emma y Helena. Helena y Emma. Habian sido las mejores amigas.

Acometio el aseo diario de forma mecanica. Los chorros de la ducha caian sobre su cuerpo febril, sin que sintiera que la refrescaran. La piel era como una gruesa coraza, que no tenia nada que ver con lo que habia dentro. El contacto entre su exterior y su interior se habia roto.

Olle habia llevado a los ninos a la escuela antes de irse al trabajo. Se ofrecio a quedarse en casa, pero ella habia rechazado rotundamente su ofrecimiento, queria estar sola. Se puso unos vaqueros y un jersey y fue descalza hasta la cocina. Siempre andaba descalza en casa, incluso en invierno. Despues de un cafe bien cargado y un par de tostadas se sintio algo mejor. Pero la sensacion de irrealidad se agitaba dentro de ella. ?Como habia podido ocurrir aquello? Su mejor amiga asesinada en «su» playa. Donde habian jugado con el cubo y la pala; donde habian galopado a los doce anos, cuando estaban locas por los caballos; donde habian paseado y hablado de sus problemas en la adolescencia; donde habian conducido la moto y pillado su primera borrachera. Ella incluso perdio la virginidad en la playa.

El telefono interrumpio sus pensamientos. Era el comisario Knutas.

– Siento tener que molestarte, pero me gustaria que charlaramos un rato lo antes posible. Tambien queria comunicarte que Per Bergdal ha sido detenido esta manana. ?Te va bien que pase por tu casa despues del almuerzo?

Se quedo helada. Per detenido. No podia ser cierto. «La policia tiene que saber todo lo que paso durante la pelea», penso.

– ?Por que lo han detenido?

– Hay varias razones, te las explicare cuando nos veamos.

Conmocionada y perpleja como estaba, no queria tener a ningun policia en medio de su infierno particular. Lo mejor seria verse en terreno neutral.

– ?Podemos vernos en la comisaria? ?A las dos?

– Estupendo. Lo dicho, siento tener que molestarte pero es importante -repitio Knutas.

– Esta bien -acepto con la voz apagada.

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