En unos minutos podrian ver el contenido en Estocolmo. Ademas, fue entrevistado via telefonica por una de las reporteras que mas le gustaba de TV, Madeleine Haga.
Las Noticias de la manana ya tenian lo suyo. Eran mas de las siete y a Johan le parecio que ya era una hora aceptable para llamar a Knutas. El comisario atendio directamente el telefono.
– He sabido que habeis detenido al novio esta noche. ?Por que?
– No puedo contartelo.
– Algo podras decir, digo yo…
– No.
– ?Vas a estar hoy en el lugar del crimen?
– Si, un rato por la manana. Saldre sobre las diez.
– ?Cuanto tiempo vas a estar alli?
– Un par de horas, supongo.
– ?Te importaria que te hiciera una entrevista corta alli?
– Desde luego que no.
– Bien, entonces quedamos en eso. Gracias y adios.
Al guardar el movil, Knutas se dijo que para aquella entrevista tendria que ir preparado. Ninguna pregunta desagradable tenia que sacarle de sus casillas.
Normalmente, Anders Knutas solia quedarse en la comisaria cuando habia pasado algo tragico; para dirigir las operaciones. Como la arana en el centro de la tela. Sin embargo, en Gotland no habia pasado nunca antes algo parecido a aquel asesinato, y queria examinar el lugar del crimen una vez mas, con tranquilidad. A menudo, habia muchas cosas en el lugar donde habian ocurrido los hechos que podian indicar como se habia producido el crimen. No habia mas que abrir los ojos y observar. Ya se encontraba abajo, en Frojel, junto a las escaleras de acceso a la casa de veraneo de la familia Hillerstrom. Como de costumbre, en vaqueros y camiseta de tenis. Como calzado, unos flexibles zapatos de paseo. La chaqueta la habia dejado en el coche. El dia era claro y el aire, anticiclonico y fresco. Entre los arboles podia ver destellos del agua resplandeciente. «Bien, por aqui bajo la victima ayer por la manana», penso.
Decidio tomar el mismo camino que, segun creian, habia seguido Helena Hillerstrom.
Mas alla de la casa, un estrecho sendero de guijarros bajaba hasta el agua, a unos cien metros de distancia. Habia varios coches policiales aparcados en la playa.
La cinta que acordonaba el lugar revoloteaba con el viento. Se quedo del otro lado para no entorpecer el trabajo de los tecnicos. Solo le costo unos minutos bajar hasta la playa. Tuvo que cruzar un banco de arena para llegar hasta ella.
El mar estaba agitado. Las olas hacian espuma y se arremolinaban, las chillonas gaviotas revoloteaban en bandadas sobre las olas. Las islas Stora y Lilla Karlso parecian surgir del mar. Las formaciones rocosas se apreciaban con claridad, al menos las de la isla Lilla Karlso. Stora Karlso se escondia detras, mas plana y mas lejana.
Se quedo observando la playa. No era larga, a lo sumo un kilometro, con arena fina y dorada. Un poco mas arriba de la linea de playa crecian hierbajos y canas. Alli habia hondonadas amplias y profundas por todas partes. Perfectas para quienes querian tomar el sol al abrigo del viento que solia soplar en la playa.
Knutas consulto el reloj. Las nueve y media.
Paseo por la playa fuera de la zona acordonada. Ella, por lo visto, anduvo con el perro cerca del agua. Sin sospechar nada. El dia anterior habia habido niebla por la manana, asi que el asesino no tuvo ningun problema para ocultarse. Sohlman le informo de que habia varias huellas de zapatos en la playa. Comprobaron las huellas de los zapatos de Helena; las otras que habia en el lugar del crimen tenian que ser las del asesino. Las manchas de sangre y otras marcas aparecidas en el suelo mostraban que fue asesinada en la playa y despues arrastrada hasta el bosquecillo. Los expertos estaban concentrados en su trabajo dentro de la zona acordonada. Todo lo que encontrasen, que fuera de interes, en las inmediaciones del lugar del crimen seria enviado al Laboratorio Nacional de Ciencias Forenses, SKL, en Linkoping, para su analisis.
Llego hasta el extremo de la playa sin haber observado nada especial e inicio el camino de vuelta. Todo apuntaba a que el asesino habia acabado primero con el perro. Tuvo que ser asi, sin duda. Se trataba de un perro guardian obediente, asi que se habria visto obligado a hacerlo. A no ser, claro, que el perro lo conociera. Entonces la cosa cambiaba. El agresor podia ser un conocido de la victima. Era lo mas frecuente en los casos de asesinato. Tenia el presentimiento de que el novio no era culpable. Era su teoria. Pero, de momento, se la guardaba para si mismo. Alguno de los participantes en la fiesta estaba en la cuerda floja. ?Kristian Nordstrom quiza?
Era el unico con quien Knutas aun no habia hablado. El interrogatorio no tendria lugar hasta el dia siguiente.
El no creia que el asesinato de Helena Hillerstrom fuera una casualidad. Estaba descartado que Helena se hubiera encontrado por azar con un asesino pertrechado con un hacha en aquella playa tranquila, unas semanas antes de que comenzara la temporada turistica. El asesinato se caracterizaba por la furia, algo que solia estar relacionado con el deseo de venganza. Pero no tenia por que ser necesariamente contra Helena Hillerstrom. Podia tratarse de una venganza contra las mujeres en general.
En este punto, Knutas se encontraba de vuelta en el sitio donde habia iniciado el paseo por la playa, sin que hubiera conseguido tener las cosas mas claras.
La carretera estaba casi vacia. Eran algo mas de las nueve, y Johan y Peter se dirigian hacia el sur. A ambos lados de la carretera se extendia un paisaje llano bajo el resplandor del sol de la manana. Por la derecha asomaba el mar a intervalos regulares, mientras que campos y prados se alternaban por la izquierda.
Rebanos de ganado pastaban en los verdes prados. Johan se preguntaba por que las ovejas de Gotland eran negras, en tanto que casi todas las vacas eran blancas. En la Peninsula era al reves. Ovejas blancas y vacas negras o marrones.
Pasaron cerca del campo de tiro de Tofta y junto a la iglesia con su torre revestida de tablas de madera cubiertas con alquitran, antes de reducir la velocidad para cruzar el pequeno pueblo de Vastergarn y continuar luego por las afueras de Klintehamn, un pueblo grande.
Al cabo de unos pocos kilometros, se encontraron delante de la iglesia de Frojel, revocada en blanco, que se alzaba al borde de la carretera. Desde alli se podia ver el mar con mayor nitidez. Algunos caballos de color castano trotaban por un prado. En los campos de cereal aun se alternaban distintos matices de verde. Abajo, al lado de un pequeno bosque cerca del mar, vieron los coches de la policia y la cinta que acordonaba la zona. Aparcaron al lado de los otros automoviles.
El comisario estaba hablando con una colega. Levanto la mirada cuando ellos se acercaron. Podia concederles