Los hizo pasar al cuarto de estar. Tenia el suelo de madera oscura, las paredes pintadas de blanco y grandes ventanales que daban al jardin. El mobiliario era escueto. Al lado de una de las paredes habia dos sofas de color gris azulado, uno frente al otro. Ellos ocuparon uno. Emma se sento en el otro y se quedo mirandolos. Palida y con la nariz roja.
– No se si podre deciros gran cosa.
– Queremos saber cual era tu relacion con Helena -comenzo Johan-. ?La conocias bien?
– Era mi mejor amiga, aunque no nos habiamos visto mucho los ultimos anos -contesto la joven con suave acento de Gotland-. En la escuela hicimos juntas todos los cursos y nos conociamos desde la guarderia. Despues de noveno fuimos a distintas clases, pero, a pesar de ello, seguimos yendo juntas casi tanto como antes. Entonces las dos viviamos en Visby, en la misma zona de casas adosadas, en la calle Rutegatan, cerca de Ericsson. Bueno, ahora Flextronics.
– ?Seguisteis viendoos de adultas?
– La familia de Helena se traslado a vivir a Estocolmo en cuanto acabamos el bachillerato. Bueno, no, fue durante un verano, despues de que ella cumpliera veinte anos. Lo recuerdo porque celebro una gran fiesta aqui en Gotland cuando cumplio los veinte. Se mudaron a Danderyd. De todos modos, mantuvimos el contacto; nos llamabamos varias veces por semana y yo solia viajar a Estocolmo a visitarla. Ella venia siempre aqui en verano. Su familia conservaba la casa de Gustavs.
– ?Como era como persona?
– Era muy alegre. Inquieta, podria decirse. Abierta, muy abierta, tenia facilidad para entablar amistad con otras personas. Era optimista. Veia siempre las cosas desde el lado mas amable.
Emma se levanto apresuradamente y salio del cuarto; volvio al momento con un vaso de agua y un rollo de papel de cocina.
– ?Como es el novio de Helena? -le pregunto Johan.
– ?Per? Muy majo. Simpatico, amable y siempre pendiente de Helena. Estoy convencida de que es inocente.
– ?Cuanto tiempo llevaban juntos?
Emma bebio un sorbo de agua. «Es maravillosa», se dijo Johan.
– Debian de llevar casi seis anos, porque empezaron a salir juntos el mismo verano que yo me case.
– Entonces, ?se llevaban bien? -continuo Johan, al tiempo que sentia una pizca de desilusion cuando ella menciono su boda. Era evidente que estaba casada. Casa grande, cajon con arena y bicis pequenas en el jardin. «?Que idiota! -se dijo a si mismo-. ?Deja de pensar en ella como tu proxima conquista!»
– Si, eso creo. Claro que ella a veces estaba cansada de el y se preguntaba si estaria realmente enamorada. Eso es algo que sienten la mayoria de las personas que viven en pareja. Pero creo que eran crisis momentaneas. Solia decir que si alguna vez se decidiera a tener hijos tendria que ser con Per. El la hacia sentirse segura.
– ?Podemos hacerte unas preguntas delante de la camara? Solo sacaremos las que a ti te parezcan bien.
– No se. No se que decir.
– Podriamos intentarlo. Si te sientes incomoda, lo dejamos.
– De acuerdo.
Peter busco la camara. No se molesto en montar el tripode ni los focos. La situacion era ya bastante delicada. Johan se sento en el mismo sofa que Emma. Percibio el olor de su pelo recien lavado.
La entrevista salio bien. Emma hablo de Helena y de su amistad. De su propio miedo y de como su vida se habia tambaleado como consecuencia de aquel asesinato.
– Te dejo mi tarjeta, y si se te ocurre algo que quieras decirme, o si me quieres llamar para cualquier cosa, no tienes mas que hacerlo -dijo Johan al despedirse.
– Gracias.
Dejo la tarjeta encima de una comoda sin mirarla.
Cuando ya estaban en la entrada cubierta de guijarros que habia frente a la casa, Johan recupero el aliento.
– ?Vaya mujer! -dijo resoplando y volviendose hacia Peter que iba detras de el con la camara al hombro.
– Si, hacia tiempo que no veia una mujer tan guapa -apostillo su colega-. Que acento mas bonito al hablar. Que ojos. Y que cuerpo. Estoy como un flan.
– ?Tu tambien? Lastima que este casada y con hijos.
– Es mi destino -bromeo Peter-. Vamos a tomar tambien alguna vista del exterior. No tardare mas que unos minutos -dijo, y desaparecio tras doblar la esquina.
El aparcamiento del supermercado Obs estaba casi vacio. «Dentro de un par de semanas sera imposible aparcar aqui», penso Knutas sentado tras el escritorio de su despacho. Habia hablado por telefono con su mujer, quien le describio a grandes rasgos el parto de mellizos en el que habia asistido ese dia. Se mostraba pletorica, siendo como era ella misma madre de mellizos. Se le contagio el optimismo de su esposa, pero solo le duro unos momentos. La calidez que habia sentido durante la conversacion pronto se convirtio en desasosiego al pensar en el asesinato de Helena Hillerstrom.
Hasta entonces, Gotland estaba relativamente libre de asesinatos. Desde 1950 se habian producido veinte en la isla, diez de ellos en los anos noventa. Le preocupaba aquel aumento. Casi todas las muertes tenian que ver con relaciones personales, por lo comun dentro de la propia familia; celos y peleas de borrachos en su mayoria. Dos asesinatos habian quedado sin resolver. Uno, el de una senora de edad a quien mataron a bastonazos en su casa de Frojel en 1954, y otro en el hotel Wisby en diciembre de 1996, cuando la portera de noche fue asesinada, probablemente en relacion con un robo. El hecho se produjo siendo Knutas jefe de la policia judicial. Pese a que la Policia Nacional intervino desde el primer momento y tres hombres del cuerpo permanecieron en Gotland hasta medio ano despues del asesinato, no consiguieron solucionar el caso.
Aquello se le habia quedado clavado como una espina, aunque intentaba no pensar demasiado en ello. El asesinato del hotel ya le habia tenido demasiadas noches sin dormir.
Saco la pipa y empezo a cargarla con cuidado.
Y ahora, aquello. «Esto es algo completamente distinto», penso. Una mujer joven asesinada de una manera bestial y con las bragas metidas en la boca…
Habian llegado dos investigadores de la Policia Nacional por la manana y tuvo un primer encuentro con ellos. El comisario Martin Kihlgard era un tipo cordial, agradable y animado, casi demasiado cordial. Knutas solo lo conocia de oidas y sabia que era competente. A pesar de ello, no se sentia del todo a gusto con el. Seguro que todo iria mejor cuando se conocieran. El acompanante de Kihlgard, el inspector Bjorn Hansson, daba una impresion de seriedad y de lucidez que encajaba mejor con el caracter de Knutas. El forense, no obstante, quiso hacer un reconocimiento en el lugar de los hechos, detalle que el agradecia. La experiencia le decia que las posibilidades de esclarecer un asesinato aumentaban considerablemente si el cuerpo era examinado por un medico forense en el mismo lugar del crimen. Ademas, acordonaron una zona amplia en cuanto se descubrio la victima. Eso tambien lo habia ido aprendiendo con los anos. Cuanto mayor fuera el espacio acordonado, mejor.
La falta de testigos era un problema. Nadie habia visto ni oido nada. La zona proxima a la playa no estaba poblada. Las pocas casas que habia en el area se encontraban mas arriba.
No se encontro el arma del crimen. Ni se encontraron otras pistas de caracter decisivo. Lo unico concreto que tenian eran unas colillas de cigarrillos, que lo mismo podian haber caido alli con anterioridad, y las huellas de unos zapatos. Todo cuanto creian saber del asesino era que tenia los pies grandes.
Tras interrogar a todos los que habian asistido a la fiesta, salvo a Kristian Nordstrom, no sacaron nada de utilidad. Knutas estaba casi seguro de que Per Bergdal era inocente. Llevaba realizados ya tantos interrogatorios policiales como para confiar en lo que le decia su intuicion. Habia una especie de franqueza y de sinceridad en la manera de responder de Per Bergdal. Los aranazos, a juzgar por los hechos, se los habia causado Helena, y el medico forense comprobo la existencia de marcas en una de las mejillas de Helena y detras de las orejas, que indicaban que habia sufrido maltrato antes de su asesinato. Ademas, sabian lo de su bronca. Que Per Bergdal no lo hubiera reconocido inmediatamente, era incluso comprensible. Ahora tenian que dar con algo nuevo enseguida.